Este es el principio de nuestra vida financiera, lo único que nos permitirá respirar con tranquilidad: el presupuesto personal. No es nada complicado, basta una libreta, lapicero, mucha sinceridad, pero sobre todo una gran dosis de realismo.
En lo personal desde hace años lo hago en mi agenda, así garantizo llevarlo conmigo todos los días y puedo incluir sin olvidos cualquier imprevisto que deba presupuestar. Pero pueden hacerlo en cualquier libreta, cuaderno o bloc que tengan.
El primer punto es contabilizar correctamente nuestros gastos fijos. Esto puede hacerlo para un período semanal, quincenal o mensual, según cómo perciba sus ingresos.
Aquí hay que incluir todo, hasta lo que consideremos el gasto más pequeño. Los fondos destinados al ahorro, pago de hipoteca, alquiler o lo que se aporte al lugar donde vive; el gasto en combustible, taxi o bus; el pago de colegio, guardería o CDI (si aplica); el pago de quien le ayude con las labores domésticas —ya sea permanente o si le llegan a lavar y/o planchar la ropa ocasionalmente—; las compras de víveres y productos para el hogar; el pago de deudas; servicios básicos y todos los gastos que deba asumir.
En mi caso, como mi ingreso fijo es quincenal, mi presupuesto está diseñado para igual período. Evite cometer el error común de aplicar en una sola quincena el ciento por ciento de un pago grande. Por ejemplo, si usted paga los 20 de cada mes 150 dólares por un préstamo de vehículo, no lo incluya solo en su presupuesto de la primera quincena, le recomiendo dividir la cuota en partes iguales en las dos quincenas. ¿Por qué? Así se evita la sensación ficticia de holgura en sus gastos de la segunda quincena, lo que provoca únicamente crearnos un nivel de consumo inapropiado que no podremos cumplir en la primera quincena, lo que podría llevarnos a usar formas de financiamiento, como las tarjetas de crédito.
Esta sugerencia la hago por lo que viví hace unos años. Cubría la cuota de un préstamo con el pago de la primera quincena, entonces con la segunda quincena sentía que tenía muchos más recursos, lo que me llevaba a gastar de más. Cuando llegaba nuevamente la primera quincena quería hacer las mismas cosas que con la quincena anterior, pero obviamente no podía porque disponía de menos dinero. Repartir los gastos grandes en los dos pagos, o en cuatro –en caso que le paguen semanal— le permitirá adaptarse al mismo ritmo de gastos para todos los períodos.
Una vez haya cuantificado todos sus gastos, debe contrastarlos con sus ingresos netos (después de deducciones). Su meta debe ser que los ingresos sean superiores a los egresos. Si no es así, es momento de revisar en qué partidas de gastos puede reducir y ajustarse el cinturón. He ahí lo complicado, lo sé, pero en nuestras próximas columnas iremos desarrollando cómo hacerlo.
La clave para tener un presupuesto exitoso es ser realista. No intentemos llevar una vida que nuestros ingresos no nos permiten. Yo quisiera almorzar diario en el mejor restaurante de Managua, ¿mis ingresos me lo permiten? No. Entonces debo buscar la alternativa más económica, que bien puede ser preparar la comida y llevarla al trabajo, o comprarla hecha en un lugar que se ajuste a mi presupuesto.
La diferencia entre sus gastos fijos e ingresos será su disponibilidad para gastos extraordinarios, ya sea ocio, alguna compra, o engrosar más sus ahorros. Pero hay que ajustarse. Si solo trescientos córdobas “extra” le quedaron, solo eso puede gastar fuera de presupuesto. Ojo con esto.
El primer error financiero que cometemos generalmente es que tomamos nuestros ingresos, primero nos vamos de paseo o compramos algo no presupuestado y hasta después vemos cómo cumplimos con nuestras responsabilidades. Si procuramos priorizar nuestros compromisos antes que esos “gustitos”, nos evitaremos muchos dolores de cabeza y poco a poco tendremos más sanidad financiera.
El próximo jueves desarrollaremos ejemplos de presupuestos. ¡Les espero!
