El año escolar 2016 comenzó esta semana con una gran falta de dignidad moral y cívica en quienes ejercen la autoridad educativa en el país, pero con abundancia de servilismo, propaganda política y electoral oficialista, y desbordado culto a la personalidad del caudillo gobernante.
La fotografía publicada en LA PRENSA este miércoles 10 de febrero, complementando la nota informativa titulada “Campaña del FSLN en colegios”, muestra el interior del Instituto Maestro Gabriel, de Managua, saturado de afiches de propaganda política con la imagen de Daniel Ortega, encima de banderolas con los colores azul y blanco de la Bandera Nacional que parece dominada por la figura del caudillo sandinista.
Pero igual que el Instituto Maestro Gabriel, que es uno de los principales centros de educación media de Nicaragua, todos los planteles educativos del sector público han sido convertidos en centros de lavado de cerebro y deformación de la conciencia de los niños y jóvenes del país, para hacer de ellos seres serviles en vez de ciudadanos de pensamiento independiente y crítico que se estiman a sí mismos y honran a sus familias y a su país.
Esa ornamentación política de propaganda electoral oficialista que ultraja el decoro de la educación, se puede entender de dos maneras. La primera es que significa el comienzo del fraude electoral que culminará y se consumará en las votaciones de noviembre. La segunda es que se trata de una muestra del totalitarismo que envilece la conciencia humana y corrompe la mentalidad de los niños y jóvenes, a fin de convertirlos en dóciles instrumentos de un poder político absoluto y absolutista.
Como se sabe, el fraude electoral no es solo la manipulación de los votos el día de las elecciones para alterar el resultado real de las votaciones y darle la victoria al partido en el poder y sus candidatos, o para hacerla mayor de lo que en realidad pudo haber sido. El fraude electoral es un proceso, una sucesión de hechos abusivos e ilícitos que comienzan mucho tiempo antes del día de las elecciones.
Entre los diversos actos de fraude antes de las votaciones y del conteo de los votos, están las presiones judiciales, fiscales, aduaneras y de cualquier otra clase contra los opositores; el uso ventajista del aparato del Estado en favor del partido oficialista; el financiamiento con dinero público de las campañas de los candidatos del gobierno; la compra de conciencias y votos con regalías de toda clase financiadas con recursos del presupuesto nacional; la monopolización de medios de información y el bloqueo de la comunicación independiente, etc.
Pero entre todos los mecanismos del fraude electoral que se realizan antes de las votaciones, el más repugnante es sin duda la manipulación del sistema de educación pública con fines políticos, como lo denunció LA PRENSA el miércoles de esta semana presentando como ejemplo el caso del Instituto Maestro Gabriel.
Este es el más odioso procedimiento del fraude electoral, porque mancilla la conciencia de la niñez y la juventud y degrada el ejercicio de la función magisterial, que en principio y por su propia naturaleza es y debe de ser la más noble de todo el servicio público.