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¿Qué está pasando con nuestros hijos?

No quiero que mis hijos pasen, los trabajos y carencias que pasé!, famosa frase de antepasados y vemos hoy, que no dio resultado y mandó todo al diablo, por eso los jóvenes se vuelven exigentes y voluntariosos, se deprimen, se estresan, padecen crisis de ansiedad , se suicidan.

Hoy muchos hijos se frustran porque no andan a la moda, una moto, ropa de marca y celulares último modelo, algunos se avergüenzan de tener padres pobres, sin estudios, humildes, etc.
No dudo que los padres quieren que todas sus metas no logradas se cuenten entre los triunfos de sus hijos, que sean la proyección de sus posibilidades, la esperanza de realización de sus sueños frustrados. Todos los padres, desean hijos con aspiraciones elevadas y se apliquen con diligencia a prepararse para la vida.

¿Qué hacer como padres y madres? No solo se trata de pregonar que sus hijos desperdician oportunidades de prepararse, que no desarrollan una personalidad equilibrada porque no cultiva sus facultades, que no responden al sacrificio de ustedes, que no lleguen a ser alguien en la vida. Se trata de actuar, de formarlos. Quisiéramos que nuestros hijos solo conocieran el fracaso a través de las derrotas ajenas, de lo escuchado o lo leído acerca de otros. Los padres de familia que no lograron llegar a las metas, quizás por falta de salud, educación, recursos, oportunidades y si pudieran empezar de nuevo, sería otra historia, por eso padres y madres que sueñan con el éxito de sus hijos, se someten a sacrificios de toda clase y se exponen a ser impositivos con tal de verlos realizados, y por sus propias experiencias, tratan de evitar que lo irreparable para ellos les suceda a los hijos.

Los muchachos no toleran un regaño, un fuerte llamado de atención, un consejo, porque los padres, están pasados de moda, o son muy anticuados, así dicen muchos jóvenes actualmente. ¿Quiénes son culpables? ¿El vecino? ¿Los amigos? ¿El colegio o la universidad donde estudian? ¿Usted como padre o madre? La clave está en los valores inculcados.

Los padres también triunfan cuando los hijos los superan, pues en cada aspecto de la actividad humana, la competencia es la orden del día.

Existen padres que se sobrecargan ellos mismos, se quedan con los bultos de los hijos; y si la circunstancias lo exigen, renuncian a sus propias metas y se conforman con ser espectadores de las proezas de sus hijos. Vemos por ejemplo cómo muchos padres juegan con sus pequeños y dejan que les ganen las carreras, los alcancen, se dejan ganar partidas de ajedrez; futbol, de vez en cuando el hijo pierde y el padre gana, pero solo para estimular más la actividad. Cuando comienza el juego más serio de la existencia, suelen proceder de idéntico modo.

Cada hijo debe esforzarse para triunfar en la vida, es el mejor premio que los padres pueden recibir, ya que es una forma de cristalizar en la segunda generación los sueños nunca concretados por la primera.

Muchos jóvenes han convertido el hogar en hotel y a la madre en camarera y cocinera, al padre en cajero automático. Es increíble pues así ocurre en muchas familias, como consecuencia de complacer generosamente en todo al hijo y así difícilmente una casa pueda funcionar como un hogar.

Hagámosle el hábito de ser agradecidos, de saber ganarse el dinero con honestidad, costo de la vida en la casa donde no aportan para el pago de servicios. Que conozcan el valor de todo. Que sean la máxima expresión de fortaleza moral y dignidad ya que la verdadera educación es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales. Corrígelos a solas, sin ofensas ni comparaciones.

La autora es Psicóloga Clínica.

Opinión Colegios familias hijos jóvenes archivo
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