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Joaquín Absalón

El método del silencio

Daniel Ortega se ha ganado la medalla de oro del silencio. En el certamen de los ausentes en el trono de la palabra —me refiero a la que es informativa, no política— nadie ha tenido la iniciativa de hacer una investigación histórica de la conducta verbal en cuanto generar la veracidad en los acaecimientos positivos o negativos en la conducción del Estado.

Del discurso político estamos irritados más no en el que trasciende en el ámbito ecuánime cuya principal fuente debería ser la de los presidentes de la República y en segunda instancia la que compete a los secretarios de información. En este ángulo, Daniel calla y Rosario habla en nombre del gobernante con disciplina cotidiana. Pero es al presidente a quién le corresponde la responsabilidad primaria de compartir con los medios de comunicación los hechos de mayor relevancia coyuntural.

En el estilo lingüístico de cada uno de los presidentes con distintivo en los que han sido proclives al continuismo, despego con Zelaya. De este se afirmaba que era más militar que civil, general de quepis vertical y charretera dorada, extrovertido en el campo ideológico al regresar de Francia con la receta liberal evolucionada, modernizada por su credo. Para César Vivas fraternal vecino en el escritorio de Juan Ramón Avilés en la dirección del diario La Noticia, poco emanó de su estilo la disposición de mostrar los hechos pragmáticos, ligados al interés común de la ciudadanía.

Entre Zelaya y los Somoza prevalecieron periodos aparentemente glaciales de presidentes que no duraron años prolongados en el poder, aunque podrían considerarse excepciones que no es posible detallar en las limitaciones de un artículo como este, razón por la cual salto de Zelaya a los Somoza porque a través de ellos repercute la tendencia del continuismo con la diferencia de que el de los Somoza fue compartido por una trilogía consanguínea.

Con el viejo Somoza yo nunca tuve la oportunidad de formularle una pregunta en conferencia de prensa. No estaba en edad. César Vivas refiere en su anecdotario que tenía su “pico de oro” en Manuel Zurita, pero solía comparecer con la aclaración de ser “dicharatero” acaso por aparentar campechanía. Ya con sus hijos sí pude manejar el signo de la interrogación y de la afirmación crítica con Luis Somoza en Radio Mundial al lado de Danilo Aguirre y con Tacho en su despacho. A este arrogante una vez le pregunté si estaba dispuesto a renunciar a la presidencia. Su respuesta fue salvajemente lacónica: Nunca. La organización de periodistas independientes —más opositora que independiente— resolvió decretarle “la ley del hielo”. Fue un error. Esa ley no debe decretársele a ningún presidente. Alguien sentado en la periferia del “Chapo” reprodujo la frase de un famoso periodista. “Si el diablo me invita a una entrevista yo voy al infierno”.

En ese sentido si Daniel reflexiona y convoca a una conferencia de prensa que estrenaría en el presente lo indicado sería ir a su despacho. El periodista no está para sudores ajenos. Está para confirmar con su asistencia la prioridad de penetrar en el tronco y no en las ramas. Daniel acaso se sienta cómodo, favorecido por el silencio. Empero el secreto es fuente directa para la especulación. El mutis cierra las puertas de la veracidad. La medalla del silencio no sería ningún galardón para el pecho en el poder.

El autor es periodista.

COMENTARIOS

  1. Ramona
    Hace 8 años

    Daniel Ortega es un eunuco presidencial. Dicen que pasa viendo TV (juegos, porno, telenovelas, pelis mejicanas, etc) el día entero, y se le nota.

    1. Eunico
      Hace 8 años

      Eunuco presidencial ???Que diablos es eso.??? sabes q` cosa es “eunuco” ??
      Aclarame por favor…

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