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Pedir cuentas al poder

Entre las películas que aspiran al Óscar en la ceremonia de mañana, se encuentra Spotlight, título en inglés traducido al español como En primera plana.

Esta película fue proyectada en las salas de cine de Nicaragua y está basada en una historia real, en la investigación que hizo el periódico estadounidense Boston Globe sobre los crímenes de pederastia cometidos por sacerdotes de la Arquidiócesis de Boston, de la Iglesia católica de los Estados Unidos.

Eso ocurrió en 2001, poco antes de los atentados terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington, que atrasaron pero no impidieron que concluyera la investigación periodística y la denuncia de aquellos crímenes infames, que se cometieron en casi todas partes de EE.UU. y en otros lugares del mundo pero los de Boston fueron particularmente escandalosos.

La investigación del Boston Globe comenzó cuando asumió su dirección editorial el periodista Marty Baron, quien llegó a ese periódico procedente del New York Times y ahora es director del Washington Post. En realidad, las denuncias sobre los crímenes de pederastia cometidos por miembros del clero bostoniano llegaron al periódico bastante tiempo antes, pero por diversos motivos no se había hecho una verdadera investigación. Pero cuando Baron asumió la dirección del Boston Globe y leyó en sus páginas de opinión un artículo sobre el tema, decidió retomar el caso y llevar la investigación hasta las últimas consecuencias, enfrentando fuertes presiones en contra.

A principio del presente año, cuando se conoció que Spotlight o En primera plana había sido nominada al Óscar por la mejor película, Martin Baron fue entrevistado y preguntado acerca de cómo y por qué impulsó aquella investigación y cuál es su definición del periodismo.

Baron reveló que no fue fácil tomar la decisión de que se hiciera aquella investigación y dar a conocer sus resultados públicamente, porque el catolicismo es muy fuerte en el área de Boston y la mayor parte de los lectores del Boston Globe se identifican como católicos, los que podían reaccionar en contra del periódico. Pero no fue así. El Boston Globe publicó unas 900 denuncias de abusos sexuales cometidos por clérigos de la Iglesia católica, todas documentadas con declaraciones de las víctimas e incluso de algunos victimarios, o sea curas pederastas que abusaron de niños católicos. De manera que los lectores en general y los católicos bostonianos en particular, “se enojaron más con la Iglesia que con nosotros”, expresó el celebrado periodista cuyo trabajo fue llevado a la pantalla cinematográfica y ahora tiene la posibilidad de obtener el Óscar a la mejor película.

En cuanto a su definición del periodismo Martin Baron (quien ha sido propuesto al título de mejor director de periódico de todos los tiempos), fue conciso pero contundente: “El periodismo es pedir cuentas al poder”.

Baron no dijo pedir cuentas solo al poder político, sino al poder en general. A todos los poderes, incluso a aquellos cuyos representantes para justificar por qué no dan cuentas al público acusan a la prensa de carecer también de ética. Es el viejo y tonto cuento de hacer creer que todos somos culpables, para que nadie pueda ser culpado de nada.

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