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Norwin Estrada

Educar con calidad

Por una parte, la educación adecuada, suficiente y de calidad, y por otra, la inversión local y extranjera, son factores fundamentales para el desarrollo económico de un país; sin embargo, la carencia de ambas, retarda, encarece y disminuye la implementación de los proyectos de desarrollo, mediante los cuales, se genera y potencializa el empleo directo e indirecto, con el que, por ejemplo y sin lugar a dudas, se aseguraría el crecimiento, en todos los ámbitos de la vida, de las diferentes clases sociales de nuestro país.

Actualmente, la educación en Nicaragua es deplorable, por cuanto la infraestructura educativa es deficiente, tanto en recursos físicos y de apoyo logístico, como en la calidad de los maestros a los diferentes niveles de la enseñanza. Así vemos que los egresados de la primaria, en un elevado porcentaje, fracasan cuando incursionan en la secundaria e, igualmente, los egresados de la secundaria tienen dificultades para ingresar a las universidades o no culminan sus estudios universitarios y, si lo hacen, carecen de la suficiente calidad académica, como para que su aporte sea lo suficientemente relevante al desarrollo económico del país.

Para agravar la situación, tampoco existen suficientes escuelas técnicas, en las diferentes especialidades que requieren las industrias, el comercio y los proyectos de desarrollo, para albergar a los alumnos que desertan de la educación formal. En este sentido, en la medida que contemos con una diáspora de técnicos y profesionales bien instruidos en las diferentes disciplinas técnicas y administrativas, necesarias y suficientes, para enfrentar el desarrollo del país, en esa medida se incrementaría la inversión en nuestros proyectos y, en consecuencia, el desarrollo nacional y nivel de vida de todos los nicaragüenses.

Cabe señalar que, cuando se conlleva a una educación de calidad, es preciso que el país, además, facilite e invierta en el desarrollo de la innovación tecnológica, para implementar nuestros procesos productivos a menores costos y con mayor calidad; de tal manera, que se aumente la competitividad de nuestros productos, tanto a nivel nacional como internacional. Al respecto, y con mucho sentido, se asegura que una de las medidas del grado de desarrollo de un país la representan el número de patentes de las innovaciones registradas cada año.

Para superar el atraso que significa la situación anterior, es necesario que, en primer lugar, el Gobierno, la empresa privada, las universidades y todas las instituciones civiles y fuerzas vivas del país, en un proceso de diálogo nacional, consensúen un “Plan Maestro de Desarrollo del Sistema Educativo”, con suficiente actitud y financiamiento, para optimizar la educación académica de los nicaragüenses, pasando, obviamente, por mejorar la educación y los salarios de los maestros, a quienes debería aplicárseles una valoración periódica de su rendimiento laboral, lo cual, además de asegurar la calidad de su enseñanza, sirva para remunerar su crecimiento profesional.

Muchos países que apuestan por el desarrollo, como: México, Costa Rica, Uruguay, Brasil y Chile, están procediendo en una reforma sostenida de sus sistemas educativos, a partir de acuerdos, de ganar-ganar, con los sindicatos magisteriales, mediante los cuales, se están implementando procesos evaluativos del quehacer de los educandos y de un programa de capacitación de los mismos, a fin de mejorar la calidad de la enseñanza en todos los niveles. Por otro lado, pretenden modificar el currículo de las carreras técnicas; y de las profesionales, tanto a nivel de pregrado como de posgrado; para compatibilizar la oferta de servicios, con la demanda sostenible que imponga el propio desarrollo nacional.

Sin duda alguna, países como Finlandia, muchos de la Unión Europea y países asiáticos como: Corea del Sur, Japón, Taiwán, Singapur, etc. Han pasado a formar parte del primer mundo a partir de mejorar la calidad de sus sistemas educativos, en cambio, nosotros seguimos siendo el segundo país más pobre de Latinoamérica después de Haití, a pesar de tener un crecimiento del PIB desde hace algunos años, un poco mayor al 4 por ciento pero insuficiente para sacarnos de la pobreza extrema y, que bien pudo deberse a: el alto precio de nuestras exportaciones en años anteriores y, a la ayuda venezolana que hasta hoy ha llegado pero que, a muy corto plazo, podría desaparecer.

EL AUTOR ES INGENIERO CIVIL

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