En tiempos recientes, las exportaciones a Venezuela experimentaron un incremento vertiginoso: pasaron de apenas 2 millones de dólares en 2006 a 437.8 millones de dólares en 2012, y como porcentaje de las exportaciones totales se incrementaron desde un 0.2 por ciento hasta el 15.9 por ciento, con lo que este país se convirtió en el segundo socio comercial de Nicaragua.
Venezuela se convirtió en el principal mercado para la carne nicaragüense. Entre 2010 y 2013 ese país absorbió el 42.5 por ciento de las exportaciones de carne. Entre 2010 y 2014 las exportaciones de azúcar absorbieron en promedio el 27.1 por ciento de las exportaciones totales de azúcar, aunque en 2013 y 2014 dieron un salto y alcanzaron a representar el 48 por ciento. El mercado venezolano ha sido también crucial al absorber más del 44 por ciento del total de las exportaciones de productos lácteos procesados.
Las exportaciones a Venezuela han tenido un mecanismo peculiar de financiamiento, asociado a la comercialización interna de los hidrocarburos suministrados por ese país. Según el procedimiento acordado, el 50 por ciento de los fondos resultantes de dicha comercialización se destinan a Caruna, y gran parte de los fondos restantes se destinaban a Albalinisa, la empresa que tiene el monopolio de las exportaciones de alimentos a Venezuela, para la adquisición de productos nicaragüenses a ser exportados a este país.
Sin embargo, con el derrumbe de los precios del petróleo, y con las dificultades de Venezuela para cumplir con los embarques comprometidos, las exportaciones a este país cayeron 7.4 por ciento en 2014 y 19.8 por ciento en 2015.
Hasta el 28 de febrero de 2016 estaban cayendo en 62.4 por ciento en comparación con el mismo periodo de 2015.
Dado el peso que llegaron a adquirir las exportaciones a Venezuela, esta caída debería tener impactos agregados importantes sobre la economía, además de sobre los exportadores de café, carne o lácteos.
El problema se agudiza porque, dada la tendencia depresiva de las importaciones mundiales, las exportaciones al resto del mundo también han estado cayendo. En 2015 el valor de las exportaciones totales de mercancías de Nicaragua declino en seis por ciento, y en lo que va de 2016 han declinado en 13.4 por ciento.
En este contexto, resulta difícil compensar la caída en las exportaciones a Venezuela con incrementos al resto del mundo. Esto apunta a resaltar un problema de fondo de nuestra economía, la escasa diversificación de su estructura productiva y exportadora, concentrada en unos cuantos productos de exportación —prácticamente los mismos que hace medio siglo, con limitadas adiciones— y la concentración en un número limitado de destinos.
Los productos exportados se caracterizan además por su escaso valor agregado, escasa complejidad tecnológica, y baja elasticidad ingreso de la demanda, su demanda crece menos que el ingreso mundial, de manera que a la larga tienden a perder participación en las exportaciones mundiales. El tipo de empleo que genera por lo general es de muy baja calidad y con frecuencia estacional.
Las exportaciones nicaragüenses siguen también concentradas en un relativamente reducido número de destinos. Más del 70 por ciento de las exportaciones se destinan a América del Norte (EE.UU., México y Canadá), Centroamérica y Venezuela. Si agregamos los países de la Unión Europea, el porcentaje supera el 80 por ciento.
En 2015, con excepción de un modestísimo crecimiento del valor de las exportaciones a Centroamérica, el valor al resto de estas regiones declinó. El país debe convertir esta situación en una oportunidad para replantearse la transformación de su estructura productiva y exportadora, diversificándolas hacia productos de mayor valor y complejidad, mayor elevada elasticidad ingreso de la demanda y elevada densidad de encadenamientos.
