Desde muy chiquitos se les enseña a los niños que hay diferencia entre las personas con las que se rodean, poniendo etiquetas de distintas clases sociales que forman el país.
¿Pero qué se gana haciendo estas diferencias? En la actualidad está muy marcada la discriminación hacia los demás, pero ¿de qué forma? No aceptándolos, por no cumplir con los requisitos que se creen adecuados, como son, vivir en un lugar determinado, estudiar en un buen colegio o universidades o por el simple hecho de no andar vestidos como los demás.
Pero no solo con los que se relacionan los niños son culpables, la misma sociedad en sí les va diciendo con quién deben juntarse y con quién no y a los que no tienen las mismas oportunidades haciéndolos creer y crecer en una comunidad hostil y sin límites para poder enfrentar su día a día de la mejor forma posible. Se ha sembrado la idea de que sobresalir sin importar el actuar es más importante que ayudar y crecer en unión con el entorno donde se desarrollan.
Sin embargo se les olvida algo importante: no siempre esta persona estuvo ahí y no siempre seguirán estando en la misma situación, mediante pasa el tiempo uno va evolucionando para bien o para mal, dependiendo de la motivación con la que se cuenta y muchas veces es con la ayuda de estas persona que uno se abre campo en la vida.
Es muy significativo que todo individuo que forma parte de una comunidad sea tan mente abierta como se le es posible y que promueva la igualdad y apoyo mutuo a estas personas que presentan mayor necesidad que el resto.
Es de suma importancia promover que desde la educación escolar a los niños, jóvenes y adolescentes se les inculque el trato amable, el respeto mutuo y la importancia e igualdad que tiene cada persona.