Celebramos hoy el Día Internacional de la Mujer. Esta es una celebración para reiterarle a la mujer nuestra estima, en su justa dimensión, y el reconocimiento de lo que ella significa no solo por su gracia física y los encantos espirituales que la hacen atractiva en el medio donde se desenvuelve.
Tenemos que considerar que el complemento básico en nuestras cotidianas relaciones, es la presencia de la mujer, para encontrar de parte suya la razón de la vida, y de lo que de ella recibimos cuando sabemos valorarla. De una dama precisamente se suele obtener lo que a ella le ofrecemos en el plano de cuantas cortesías son posibles, obedeciendo a los comunes deberes que le debemos, y de los cuales no podemos prescindir en vista de que la mujer nos genera inspiración para patentizarle lo que es debido con indudable voluntad, y lo que además nos motiva para mantenerla en el santuario de nuestros pensamientos.
Me refiero a un trato caballeroso a la mujer que la haga sentirse estimulada, y comprendida, como una forma de amarla, abrigando por ella las mejores disposiciones. En una sociedad como la nuestra, dominada por un machismo enfermizo, poco valor se le viene dando a la mujer. Es lamentable y repudiable la postura grosera y poco varonil de muchos hombres que olvidan de donde vienen, haciendo a un lado o desconociendo los principios que deberían tener, maltratando infamemente a quien es acreedora a todo respeto e inclusive la ternura que su género demanda y lo estipula.
Debería ser intolerable a la vista de la opinión pública el índice de femicidios que hoy sacude a la sociedad. Pareciera que hemos regresado a épocas atrasadas y superadas; a tiempos oscuros en los que no se vislumbraba conductas aberradas.
Es necesario que el hombre dotado de discernimiento respete la honra de la mujer; que la dignifique inclusive con devoción y que siempre la conceptúe como una embajadora del amor y la belleza, mas nunca una esclava de irreflexivas tentaciones.
Todos los hombres deberían entender que a la mujer por sus debilidades que le son propias, hay que consignarle todos los afectos que sean factibles, y no causarle frustraciones que desembocan en groseros desengaños. Se vuelve preciso que la ley dictada y difundida por el órgano legislativo del Estado se haga sentir efectivamente en esta desconsolada patria, y que los tribunales de la justicia ordinaria la apliquen sin demora alguna.
Es tiempo que cese la violencia contra la mujer; que de sus marchitas miradas provocadas por el dolor y la desesperanza ya no salgan conmovedoras lágrimas clamando justicia, que esta no sea tardía, que persista la esperanza de encontrar en algún tiempo sus beneficios para consuelo de tantas mujeres que logran sobrevivir a pusilánimes procedimientos por parte de esos falsos caballeros que ponen en entredicho la naturaleza de su género mismo.
En la mujer se muestra y explica la obra de Dios, el sentido de la creación. Dios con infinita sabiduría trajo al mundo a la mujer para que se respete su dignidad y se admiren los encantos que le son originales.
Deseo que la mujer reciba en su día el sentido homenaje que nace de una profunda estimación, y que en sus manos sean depositadas simbólicamente las hermosas flores que nacen en los huertos mañaneros, como un homenaje a su figura y al encanto de su alma digna, creadora, dadora de amor y de esperanza en una vida mejor .
El autor es periodista de Somoto.