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Jóvenes entre el subempleo y la emigración

En la última década casi un millón de nicaragüenses ha pasado a engrosar el mercado laboral. Esto ha implicado que hasta el tercer trimestre de 2014 la Población Económicamente Activa (PEA) se haya incrementado 44.8 por ciento, pasando de 2.2 millones en 2010 a 3.2 millones en el 2014, según el Banco Central de Nicaragua (BCN).

En la última década casi un millón de nicaragüenses ha pasado a engrosar el mercado laboral. Esto ha implicado que hasta el tercer trimestre de 2014 la Población Económicamente Activa (PEA) se haya incrementado 44.8 por ciento, pasando de 2.2 millones en 2010 a 3.2 millones en el 2014, según el Banco Central de Nicaragua (BCN).

Al incorporarse al mercado laboral nicaragüense esta oleada de mano de obra joven se ha topado con empleos precarios, mal remunerados y que requieren de muy poco nivel de tecnificación y educación. Tal es el deterioro que de cada diez empleos que está creando la economía, siete son informales, según estimaciones del economista Adolfo Acevedo, sobre la base de cifras oficiales.

“Para los cientos de miles de jóvenes —particularmente aquellos de los hogares de menores ingresos, que son la absoluta mayoría— las perspectivas al alcanzar la edad laboral no son muy alentadoras”, afirma el economista, quien señala que la situación en los ingresos es peor para los jóvenes porque dentro de esta estructura tienen los ingresos más bajos por grupo de edad; una distorsión de ingreso económico que se encuentra en todos los niveles educativos, incluido el universitario.

Por ejemplo, según cifras facilitadas por Acevedo, en Nicaragua los ingresos de los que tienen entre 15 y 50 años son extremadamente inferiores a los que tienen entre 51 y 69 años.

Según estas cifras que recoge la estatal Encuesta Continua de Hogares, en el país una persona con grado universitario que tiene más de 50 años de edad su ingreso se ubica en el rango de los 8,000 y 10 mil córdobas, pero en los que tienen entre 30 y 39 años este se reduce a entre 6,000 y 8,000 córdobas en promedio y si tiene entre 15 y 29 años este cae a poco más de 4,000 córdobas.

En Nicaragua el 75.9 por ciento del empleo lo generan sectores como el agropecuario, comercio y servicios sociales y personales, “cuya productividad como porcentaje de la productividad media de la economía es la más reducida”, afirma Acevedo.

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NO SE TRADUCE EN CRIMINALIDAD

Aunque a nivel internacional estudios sobre el desempleo y la delincuencia apuntan hacia una relación entre ambas variables, Elvira Cuadra, directora ejecutiva del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp), señala que en el caso de Nicaragua la reducida oportunidad de conseguir un empleo de calidad no se ha traducido en un aumento de la descomposición social.

Cuadra dijo que muestra de ello es que los datos de la Policía Nacional reflejan que en los últimos años ha habido un descenso en los índices delictivos, pese a que más jóvenes están entrando al mercado laboral en busca de oportunidades, sin encontrarlas.

No obstante, la investigadora y especialista en temas de seguridad reconoce que la Encuesta de Percepción de Seguridad que cada año realiza esa entidad arroja que hay mayor temor entre los nicaragüenses, cuyo miedo radica principalmente en los asaltos con armas de fuego, los robos a las casas y comercios, así como los homicidios.

¿A qué se debe la disparidad entre los datos que registra la Policía y la percepción ciudadana? Cuadra cree que esto se debe —en el caso de la percepción ciudadana— a que si bien los casos se ha reducido según los datos oficiales, el grado de saña de los delitos se ha agravado, y al aparecer en los medios de comunicación repercute en la percepción de la gente.

No obstante, Cuadra afirma que los delitos están siendo cometidos principalmente por hombres y Personas Económicamente Activas, es decir en edades de entre 20 y 40 años. Pero no significa —precisa— que haya una relación entre la falta de oportunidad de empleo de calidad y la descomposición social.

NICARAGUA NO ES LA EXCEPCIÓN

“En realidad históricamente en Nicaragua se han manejado tasas de desempleo altas y explicar la tendencia del crimen y la delincuencia a partir de eso, creo que no es coincidente. Si una particularidad tiene Nicaragua es que este país es la excepción de dos de las principales hipótesis sobre delincuencia y la criminalidad, que dicen que en los países posguerra se incrementa la violencia y Nicaragua es la excepción y lo podemos comparar con El Salvador y Guatemala, donde los niveles de violencia son muchos más altos que en Nicaragua y son países de posguerra; y la otra hipótesis es esa que te relaciona pobreza y desempleo y altos índices de criminalidad ”, enfatiza.

El director ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), Juan Sebastián Chamorro, señala al respecto que si bien en los últimos cinco años el gasto en seguridad y defensa ha crecido (en 2014 su aumento fue de 19.7 por ciento respecto al año anterior), esto no significa que se deba a un incremento en el gasto para combatir la criminalidad.

“En 2014 los gastos del sector público relacionados a la defensa, seguridad y orden público fueron de 6,875.1 millones de córdobas que representó el 2.2 por ciento del PIB. Hay que tomar en cuenta que no todo este gasto (fue) para cubrir criminalidad, ya que también se incluye defensa nacional propiamente dicha”, apunta.

Y añade: “Es importante recalcar que los otros costes económicos ligados a la actividad criminal, específicamente los ligados a la pérdida material de las víctimas, no es posible calcularla con los datos actuales debido a la falta de información relacionada a estos hechos delictivos”.

El economista Adolfo Acevedo, sin embargo, cree que sí existe un potencial riesgo de que la delincuencia y la descomposición social pueda ser vista por los jóvenes como una opción ante una falta de empleo de calidad. “Esta opción puede ofrecerle a los jóvenes ingresos relativos mayores que los que devengarían en un empleo precario, pero además, la incorporación a pandillas o clanes delincuenciales puede proveerles con un determinado sentido de identidad y poder”, afirma.

OPTAN POR LA INFORMALIDAD

En lo que sí coinciden Cuadra, Chamorro y Acevedo es que los jóvenes, al no encontrar un empleo de calidad, están optando por el subempleo haciendo crecer rápidamente la tasa de informalidad laboral de Nicaragua.

Chamorro explica que en los últimos años la tasa de informalidad se ha incrementado debido a que el crecimiento del empleo formal es insuficiente para absorber la mano de obra. “El número absoluto de nuevas plazas es insuficiente para darle trabajo a todos los jóvenes que salen al mercado laboral. Por ello es de esperar que se engrosen las filas de los que trabajan en el sector informal y peor aún de los que están subempleados, que es el principal problema del mercado laboral nicaragüense”, afirma.

Según cifras del Banco Central de Nicaragua, entre 2013 y 2014 el empleo informal pasó de 74.4 por ciento a 75.2 por ciento y el desempleo de 5.7 por ciento a 6.8 por ciento.

Dentro de la informalidad, Cuadra recuerda que está el subempleo, que es el que más predomina en el mercado laboral nicaragüense. “Muchos de ellos realizan labores como los que ves en los semáforos, por ejemplo, que realizan una gran cantidad de trabajos informales o lo que se llama subempleo, o bien con emprendimientos económicos como los que andan haciendo rumbos, empleos temporales en el sector rural”, menciona.

Acevedo recuerda que el alto nivel de subempleo “se expresa en el hecho de que los porcentajes de subutilización laboral de la población joven ocupada es la mayor de entre todos los grupos de edad”.

MIGRACIÓN

Otra de las válvulas de escape de los jóvenes que están ingresando al mercado laboral y no encuentran una oportunidad es la emigración, menciona Cuadra.

El problema, según Acevedo, es que gran parte de los jóvenes que optan por no engrosar la informalidad o refugiarse en la delincuencia, prefieren emigrar, en su mayoría personas con mayor grado de escolaridad. “Poco más del sesenta por ciento de los migrantes hacia terceros países es menor de 30 años”, precisa.

POLÍTICA DE EDUCACIÓN ES CLAVE

Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de Funides, afirma que “la educación es la principal política pública de generación de empleo de mayor calidad. Con una mano de obra bien calificada, se asegura puestos de trabajo de mayor productividad y por ende de mejores salarios”.

Y por tal razón considera que “se deben analizar y promover potenciales sectores o industrias intensivas en mano de obra calificada en las que el sector privado podría invertir a fin de poder absorber la cantidad de jóvenes que van entrando al mercado laboral”.

Según datos de Nicaragua en cifras, del Banco Central de Nicaragua, entre 2012 y 2014 el país invirtió entre 2.5 y 2.8 por ciento de su Producto Interno Bruto en educación.

POLÍTICAS EN MARCHA

Entre las políticas que a criterio de Juan Sebastián Chamorro se está promoviendo actualmente para generar empleo en Nicaragua menciona:

—La promoción a la inversión extranjera directa para el establecimiento de nuevas empresas que incrementen la oferta de puestos laborales, en particular las empresas proveedoras de servicios como los call centers. “En este sentido la agencia ProNicaragua ha logrado mantener un alto estándar de atención a potenciales inversionistas y de seguimiento a los que ya están establecidos”, afirma.
—Igualmente hay una promoción a una política tripartita de establecimiento del salario mínimo, en conjunto con la empresa privada. Esto ha conllevado a que el salario real se haya mantenido relativamente estable, explica.

—Se ha promovido el consenso con el sector privado en leyes y regulaciones claves para facilitar la actividad del sector privado, en especial en temas de facilitación comercial, así como en la resolución de problemas con las autoridades aduaneras, fiscales y de regulación, indica.

ES IMPORTANTE TECNIFICAR

Pese a que existe una alta tasa de informalidad, Juan Sebastián Chamorro —con cifras de la Encuesta de Empresas Sostenibles que trabajaron con el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep)—, menciona que “a pesar de este problema de subempleo, las empresas, independiente de su tamaño o ubicación geográfica demandan jóvenes con habilidades específicas. Estas habilidades están todas detalladas en la encuesta, donde destacan por ejemplo hablar inglés y otras habilidades técnicas. Es por ello que una recomendación muy concreta es capacitarse en esas destrezas que están demandando las empresas para que los jóvenes puedan insertarse más fácilmente al mercado laboral”.

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