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Domingo Sánchez, “Chagüitillo”. LA PRENSA/Archivo

Camarada Chagüitillo

Más de cien veces dio con sus huesos en la cárcel, lo dieron por muerto y guardaron luto por él, lo expulsaron de la ciudad y exorcizaron su casa. La revista Magazine publicó en el 2004 este perfil del legendario sindicalista que falleció este martes 8 de marzo: Domingo Sánchez, “Chagüitillo”.

(*) Publicado originalmente en 2004

Hace ya 57 años de aquella medianoche de enero en que Domingo Sánchez, temblando de frío y miedo, cruzó las calles de Matagalpa rumbo al cementerio. Esa debió ser su última noche, si no era una broma macabra la intención de los dos guardias que rifle en ristre lo escoltaban, o si no se le ha ocurrido gritar cuando pasaba por la cantina de la Mariíta, justo antes de entrar a despoblado:

–Mariiiíta. ¡Soy Chagüitillo, me llevan preso al panteón..! Mariíta…

Quiso la providencia que la Mariíta abriera la puerta y que los guardias aceptaran beber guarón hasta caer como muertos, para que Domingo Sánchez, Chagüitillo, el legendario líder sindical, esté ahora, a sus 89 nueve años, contándonos su vida.

Tiene rostro afilado y ojillos vivaces. Se ha vestido adomingado para la entrevista, y espera acicalado y sudando en la salita de su modesta casa a pesar del bochorno que entra desde la calle. Un vendaje en el ojo derecho testimonia una reciente operación de cataratas. “Tal vez así las fotos quedan más risibles”, dice exponiendo su sentido del humor.

No ha perdido la grandilocuencia que le dejó una vida de “discurseador”. Luce extraordinaria memoria para recordar fechas y lugares y cuando esporádicamente olvida algún dato se queja: “Estoy teniendo lapsus”.

CHAGÜITILLO

Domingo Sánchez Salgado casi perdió su nombre desde 1923 cuando en el salón de clase de primer grado un cura le preguntó de dónde venía. Desde entonces se le conoce más por Chagüitillo y, en entornos de más confianza, por derivaciones de éste apodo: Chagüite, Chagüi…

Nació en 1915 cuando Chagüitillo era apenas una aldea de ocho familia, dedicadas al cultivo de maíz, frijoles, millón y guate. La comunidad era un lugar de convergencia para viajar a Matagalpa y Jinotega. El café se sacaban a lomo de mula hasta Chagüitillo y de ahí, en carreta hasta León.

Su padre, Filadelfo Sánchez, era un “indio sebaqueño legítimo”, mientras su madre, Juana Salgado, llegó de Jinotega. “Tal vez no sea indio puro, porque no tengo ni la fisonomía indígena pero pertenezco a la comunidad indígena de Sébaco. Étnicamente soy un poco revuelto. Pero, eso sí, mi familia Sánchez es de la casta indígena de Sébaco. Herederos de la comunidad indígena. Luis (su hijo) está inscrito en la comunidad indígena, porque eso va por apellido”, proclama solemne.

Para que Domingo Sánchez se haya convertido en líder sindical fueron determinantes tres cosas: uno, que estudiara la primaria, algo poco común entre las familias campesinas de aquella época; dos, que recibiera la influencia política de un abogado conservador de quien fue mensajero; y tres, que se haya metido a trabajar de albañil.

“En febrero de 1944, poco antes de que muriera mi esposa, hubo una huelga de albañiles. Fuimos a reclamar que nos pagaran salarios iguales a todas las empresas. Y ganamos. Ese fue el inicio de mi carrera sindical”.

Ya para ese tiempo había leído el libro Orígenes del socialismo en Cuba. “Como era campesino, me habían robado las tierras, era campisto, me agradaron las ideas del socialismo”.

Para el 2 de abril de 1945 estaba en una disyuntiva: la convención del Partido Conservador lo iba a nominar candidato a diputado suplente del doctor Julián Guerrero por el distrito de Muy Muy, Matagalpa, pero ese mismo día estaba también invitado a la reunión del comité central del Partido Socialista en un lugar llamado Gota de Leche. Se fue a Gota de Leche.

CÁRCELES

De la mano de su debut como líder sindical y militante del Partido Socialista vinieron las carceleadas. La primera aquella del 12 de enero donde según su relato se salvó de la muerte con guarón en la cantina de la Mariíta. Al año siguiente, lo llevaron preso a Managua en uno de los episodios más “crueles, duros e inhumanos”, que recuerde.

“Me trajeron de Matagalpa y pasamos como 40 días sin salir de la celda, sin bañarnos. En un una celda que era para 18 presos nos metieron a 79. Un poquito de agua. Casi nos moríamos de sed. Hasta que nos sacaron a la medianoche a bañarnos. Me amarraron con una manila de los pulgares que casi me revientan los brazos.”

Fue en esa ocasión cuando a doña Juana alguien le aseguró haber enterrado el cadáver de su hijo en la cuesta El Coyol. Su madre y sus hijos vistieron de luto hasta que uno de los compañeros de prisión llevó a Matagalpa la noticia que Domingo Sánchez estaba en realidad preso “por comunista”.

Un día de tantos llegó el obispo de Matagalpa escoltado por matronas, hijas de María y de miembros de la juventud obrera católica a la casa donde doña Juana vivía con sus nietos. Iban a practicar un exorcismo.

–La casa está en poder del diablo, por que Dominguito es comunista y eso es del diablo– dijo el obispo.

–Si Domingo es el diablo yo soy la diabla por que yo lo parí, por favor déjeme tranquila.

Aún así, “exorcizaron” la casa.

Salió Chagüitillo de ese encierro, pero desde ese año empezó a vivir a ratos en su casa a ratos en la cárcel.

“Todo el año de 1949 viví bajo la férula del comandante de la Guardia. Le había dado instrucciones a las patrullas, eran dos guardias a pie, que donde me encontraran me detuvieran. ¡Pasa! A veces me devolvían, otras me llevaban al cuartel y sólo una vez me hicieron amanecer preso. A los meses yo estaba amedrentado, apenas salía ya me detenían. No podía ni trabajar. Pasé encerrado, sólo salía al patio a rajar la leña. Un día venía una patrulla y salgo: Oye guardia, soy Chagüitillo, ¿no me andás buscando? Está loco este hombre, le dijo el uno al otro. Se suspendió la orden, pues”.

Lejos estaba sin embargo de poder vivir tranquilo. El Coronel Federico Davidson Blanco, comandante de Matagalpa, lo declaró “non grato” en la ciudad. Sánchez metió cinco recursos de amparo en los tribunales y hubiese seguido intentando buscar protección en la ley si no es que un magistrado le habló claro: “No seas tonto Domingo. ¿Quién te va a hacer caso? Mejor andate”. Davidson Blanco llegó incluso a su casa a intimidar a su madre: “Señora convenza a su hijo que se vaya de Matagalpa, porque sino me voy a ver obligado a aplicar la ley por desacato…”

–Hijito vamonos–, le rogó y así llegaron a Managua.

EL BICICLETÓN 

“Llego a Managua y salgo a buscar trabajo. La albañilería yo no la dominaba. Porque en Matagalapa éramos albañiles de lodo, y aquí era cemento. Pasé sin comer todo el día. Tenía a mi familia viviendo de la caridad en un hospital. Paso por la esquina de la Compañía Nacional de Seguros y veo a un Cuadrita, con quien en una ocasión habíamos estado presos. Ideay Cuadrita, hombre fijate que estoy fregado. No podés encontrarme aquí algo, en cualquier cosa. Miguel Ángel García “Cosita suelta”, el papá del actual viceministro de Educación era jefe de personal.

–Preparalo de mensajero. ¿Conoce Managua?

–Si–. Claro, conocer Managua la conocía porque venía a vender cebolla, a ver partidos de béisbol… pero no para ser mensajero.

–¿Sabe andar en bicicleta?

¡Que va a ser! Si las calles de Matagalpa eran para mula y carreta. Si como peatón uno instintivamente levantaba los pies por que era pura piedra.

–Si– le digo.

–A las siete y media está acá.

Me da un salbeque (lleno de cartas) y una gran bicicleta. Ahí es que por nada me devuelvo. Señor Fulano de tal, 3ra Av. NE 310… Señor Tal NO de 5ta C SO ¡Jeroglíficos! No entendía nada.

Vengo en la bicicleta, que ni la podía manejar y está un guardia dando la vía. Soy comunista, ¿por qué me voy a amedrentar?, y me di valor. Agarro la bicicleta y salgo contra la vía, cacrequeando, y me pasó llevando al guardia. Caemos los dos.

–No ves que vas contra la vía.

–Hermano, lo que pasa es que yo vengo de Matagalpa.

Le cayó en gracia al guardia y me explicó. Me voy donde Manuel Pérez Estrada, con mi bicicletón a tuto.

–Ay hermano fijate que conseguí trabajo–, le digo y aquel me enseña que Av. quiere decir Avenida. Ya me enseña la Avenida Central, la Calle Central… Aprendí.

Toda la noche pasé practicando en la bicicleta, de tal manera que en la mañana ya me vine a la oficina en la bicicleta. Todo cacreco pero llegué en la bicicleta. Me hice un experto mensajero”.

EL TIBURÓN PEREIRA

El enemigo natural de Chaguitillo fue el Tiburón Pereira. El primero, líder sindical del gremio de la Construcción y el segundo socio director de Sovipe, la mayor compañía constructora de Nicaragua.

Enrique Pereira de Nueda (Q.E.P.D.) se ganó el mote de Tiburón cuando llegó al primer año del Colegio Centroamérica, en 1938. ¡Tiburón, tiburón! le gritó un niño al ver los dientes para fuera.

“Yo me puse arrecho y lo seguí, con tan mala suerte que el chavalo siguió gritando: ¡¡Ahí viene el tiburón!! ¡¡Ahí viene el tiburón!! Como me puse arrecho así me quedé para toda la vida. Al que me puso a mi Tiburón le pusimos después Pata de cabro. Mauricio Argüello Cardenal: Pata de Cabro”.

Pereira ya no dirige la compañía. Tiene 77 años y está retirado, aunque sigue siendo presidente de la misma. Vive en Miami y Managua, y para reafirmar el nombre que lo ha acompañado durante toda su vida, un tiburón metálico descansa sobre su escritorio.

“Yo era el antagonista más grande de Domingo Sánchez”, sostiene Pereira sin pretender ocultar la simpatía que le tiene al viejo líder sindical.

“Para mi lo único malo que tenía Domingo Sánchez es que era marxista, y yo soy antimarxista. Yo lo apreciaba a él y él me apreciaba a mí. Él tenía una importancia tremenda en mi empresa. Venía y yo lo atendía inmediatamente”, dice de su adversario a quien describe como un hombre “pleitisto, de ideas claras, marxista, terco como el solo, honrado a carta cabal”.

–Esa buena opinión que usted tiene de Chagüitillo ¿no será porque representaba a sindicatos blancos?—le suelto a bocajarro para provocarlo.

–¡Que van a ser blancos! ¡Yo no he visto sindicatos más hijueputas que esos! Eran durísimos. Te lo estoy diciendo 50 años después. Me sacaban de mi casilla pero yo los respetaba por que tenían fuerza. Representaban verdaderamente al personal obrero nuestro. ¡Jamás Chagüite fue blanco! Ese jodido fue rojo toda su vida.

Cuenta Pereira que Chagüitillo “viajaba a Rusia como yo a Miami”. Y se ufanaba por ello. Un día, por ejemplo, a su regreso de un periplo por Rusia le dijo a don Enrique Pereira:

–Acabo de pasar un mes en Moscú, Leningrado, Sochi… Todo eso a usted le cuesta 50 mil dólares. A mi me costo sólo 15 días en (la cárcel) El Hormiguero.

Pereira asegura que nunca pidieron que la Guardia Nacional echara presos a los obreros en huelga. “Respetábamos el derecho del obrero a tener sindicato y de irse a la huelga si le parecía correcto, de acuerdo con la ley”, dice, aunque reconoce que a Domingo Sáchez en cierta ocasión se le se le metió que yo lo quería conquistar, que lo quería comprar.

–Si llego al poder al primero que fusilo es al Tiburón—habría dicho según la versión de Pereira.

–¿Por qué?

–Por sanidad social.

Cuenta Pereira que cuando el terremoto del 72 Somoza mandó a echar nuevamente preso e Domingo Sánchez. Pereira estaba como jefe distribución de comida y agua, y mientras sostenía una reunión con Somoza en el Hospital El Retiro, un amigo común le pido que intercediera por Chagüitillo:

–No, hombre, está bien que este preso.

–¿Por qué?

–Por sanidad social, hom.

“SIGO SIENDO MARXISTA”

–Tantos años de lucha sindical, ¿qué cree usted que heredó al trabajador actual?– preguntamos a Domingo Sánchez.

(Suelta una carcajada) Mucho, mucho, mucho. Vacaciones proporcionales, que antes al que no cumplía (el año) no le daban vacaciones. Ahora si tiene un mes le liquidan lo que le corresponde ¡Por favor! Pago del séptimo día. En aquella época lo ganaban los trabajadores del Estado que ganaban por mes, el obrero no. Ahora lo gana sin trabajarlo. Y, ¡importantísimo! el décimo tercer mes para los trabajadores anuales, de la industria, empleadas domésticas, etc, su año es de trece meses. ¿No cree usted que es una gran conquista? Además consolidamos el derecho a la contratación colectiva. Fui yo, al frente de SCAS (Sindicato de Carpinteros, Albañiles y Similares), el primero que estableció la convención colectiva, con la industria de la construcción. Esa fue una herencia que le dejamos a la clase obrera, por aparte, esas prestaciones fundamentales económicamente. Por aparte, el respeto a la dignidad de los trabajadores. Otra herencia: sobre la seguridad social”.

–¿Cuántas veces estuvo preso?

“Yo llegué a contar 105 detenciones. Me echaban preso, me sacaban. Pero prisiones largas, de seis meses, ocho meses, fueron siete. Prisiones de peligro que yo puedo, tal vez malpensar, trataron de asesinarme en algunas ocasiones”.

–¿En algún momento pensó en la lucha armada como opción?

“En una ocasión. Ya al final. Mantuvimos una línea pacifista, porque era la línea general del movimiento comunista internacional. La lucha armada no fue lucha para nosotros. Cuando el Frente Sandinista surgió, nosotros los socialistas éramos más enemigos que el propio Somoza porque no estábamos de acuerdo con la lucha armada. Ya en los finales, el partido quisimos (ir a la lucha armada), y yo anduve en Europa y tuve la oferta del Partido Comunista mundial de dinero para comprar armas. Eso fue en 1978 o 79…”

–¿Usted fue comunista?

“¡Ah sí! Y sigo siéndolo. Yo no he detestado de mis ideas. Ahí estoy, ¿qué pasó con el movimiento socialista mundial 70 u 80 años después de haberse consolidado aparentemente? Ni lo discuto ni me interesa porque ya estoy en las últimas. Pero yo sigo siendo marxista”.

–¿Qué piensa ahora del comunismo?

“No hallo ni qué pensar. No estoy atolondrado, pero aún no concibo cómo y por qué perdió el poder”.

–¿Tiene o tuvo vicios?

“Tomar licor Mmmm.. Claro que me emborraché algunas veces. No fui borracho, borracho… La obligación de mi hogar nunca la perdí. No fui fumador…”

-¿Qué opinión tiene de Somoza viejo?

“Somoza cometía los errores de reprimir políticamente pero como gobierno fue progresista”.

–¿Y del hijo: Tacho Somoza Debayle?

“Desviado un poco. Fue más represivo. Luis Somoza si fue un gran presidente. Que soy somocista. No. Soy honrado”.

–¿De Fernando Agüero?

“Tuvo su momento de realce como dirigente político. Fue líder. Su perdición fue que empujó al pueblo a aquel fatídico 22 de enero. Ahí murió Agüero. Después se servilizó”.

–¿Y del doctor Pedro Joaquín Chamorro qué opinión tiene?

“Con el doctor Chamorro nos combatimos, naturalmente él en LA PRENSA y nosotros en una cuartilla. Sin procacidades. Me combatía como comunista, ideológicamente. Yo era el blanco. Pero sin el insulto, sin la denigración. Escribía del comunismo de acuerdo a su percepción del comunismo. Después nos hicimos amigos”.

–¿Usted se mantiene informado aquí en su retiro de la política actual?

“Muy poco. Muy poco”.

–¿De qué vive ahora?

“De una pensión de mil córdobas… Me la pasa el INSS. A mí me dan de comer mis hijos. Tengo un juicio en la corte (para que me aumenten la pensión) pero me dijeron que mi caso está perdido… Ahí está engavetado”.

¿Cómo un comunista como usted discute de política con sus hijos que tienen ideas políticas opuestas?

“No discutimos. No”.

–¿Por qué?

“Es que tenemos discrepancias. Para qué vamos a discutir política si discrepamos. Yo no estoy de acuerdo con la línea de Luis. Él no está de acuerdo con la mía. Soy su padre, nos vemos como padre e hijo. ¿Política? ¿Para qué?”

–¿Nunca han hablado de política?

“Antes sí, por que andábamos juntos”.

–¿Y cuando empezaron a discrepar?

“Nosotros estábamos en el Partido Socialista con Luis. Entonces la junta directiva del partido comienza discrepar con los sandinistas. Una vuelta ideológica contra los sandinistas, pero como cayendo en brazos de la reacción derechista”.

“El doctor Gustavo Tablada, era el secretario general del partido, y aparece con Alejandro Solórzano en Guatemala y con el coronel Enrique Bermúdez… (Suelta una carcajada) ¡Dando el viraje total del Partido Socialista con la contrarrevolución! Escribo una carta: me doy de baja del partido, no renuncio, quiero morir fiel a los mártires del Partido Socialista. Daniel (Ortega) me ofreció un escaño (dentro de la lista de diputados del Frente Sandinista) . Yo tengo movimiento comunal, un movimiento obrero en mis manos… Yo tenía una oficina que yo mismo pagaba. Y le digo a Daniel: si cinco sandinistas se oponen, no acepto, y además no seré chi cheñol… ¡Vamos a entendernos, Daniel, vamos a entendernos! Tendré disciplina, pero no seré de sólo firmá…”

“VALIENTE Y EXHIBICIONISTA”

Onofre Guevara conoce a Domingo Sánchez desde 1945, cuando compartieron trincheras en las luchas del movimiento obrero.

Guevara, de 74 años, describe a Sánchez como un hombre de origen campesino, muy decidido a la lucha, que el llama “económica reinvidincativa”. Valiente y exhibicionista toda la vida, dice.

“El tiene una tendencia a hacer mucho bombo, a hacerse notar. Había actividades que no merecían mayor bulla pero él las hacia y terminaba preso”, dice. “Somoza siempre lo vio como un peligro y por eso tiene el récord de carceladas en el país”.

En la historia del movimiento sindical, dice Guevara quien ha escrito varios libros sobre el tema, Domingo Sánchez es una persona que no puede ser ignorada. “No es el más importante líder sindical, pero lo ubicaría en las primeras líneas”, sostiene.

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COMENTARIOS

  1. mauricio
    Hace 8 años

    va a morir enganado con el marxismo pues se cayo solo, nadie lo bot y eso es lo bueno, poruqe si hubiera habido una guerra entonces dirian que les ganaron la guerra por alguna excusa….pero se cayo el solo por su propio peso!!!

  2. mauricio
    Hace 8 años

    otro enganado mas por el comunismo. que se conteste que piensa de los comunistas burgueses y millonarios como hay tantos en nicaragua hoy.

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