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Reos liberados: las dos caras de la moneda

Jessica perdió su ojo izquierdo hace cinco años y Fabio fue a prisión por el delito. Debía salir en 2018, pero es uno de los ocho mil reos que han sido liberados antes de tiempo por disposición del Gobierno de Nicaragua.

Fue todo muy rápido. Jessica bajó del taxi con su hermano y su cuñada y unos pandilleros se abalanzaron sobre ellos. Uno quiso arrancarle la cadena al varón, pero él forcejeó y salió corriendo con su novia. Jessica se paralizó por un instante y comenzó a correr segundos después. Mientras subía por la callecita de tierra escuchaba los rugidos: “¡Corré! ¡Corré!” Le hizo caso a su hermano, pero se volteó para ver la esquina que dejaba a sus espaldas. “Ahí me dieron la pedrada”, recuerda. “Mi rostro estaba irreconocible. Me hicieron una cirugía, me levantaron el pómulo, porque lo tenía hundido. El ojo me estalló”.

Era poco antes de la medianoche del sábado 12 de marzo de 2011. Minutos atrás Jessica Altamirano estaba en algún local capitalino, feliz, mirando la pelea del boxeador nicaragüense Ricardo Mayorga contra el puertorriqueño Miguel Cotto. Ahora estaba tirada en una calle del barrio El Recreo, a media cuadra de su casa, sangrando inconsciente. Su familia llegó al ratito y entre ellos estaba su niña, Janorys, de ocho años. Pasaron meses para que finalizaran los procedimientos médicos.

“Para que no me sacaran el ojo izquierdo y no quedara un hoyo en mi cara me dieron 18 puntadas en la retina. Yo me agarré de Dios y le agradezco por eso. Mi ojo es chiquitito, chiquitito; es blanco por dentro, pero gracias a Dios ahí está, detrás de la prótesis que uso”. Y la señala. Es la segunda prótesis que compra. Le costó mil dólares y antes utilizó una por la que pagó 800. Tardó un año en poder usarla porque al principio no la aguantaba. Pero el dolor no solo fue físico. Jessica cuenta que pasó casi un año encerrada en casa, en estado depresivo, con pena y miedo de salir.

Por el delito de lesiones gravísimas acusaron a un vecino llamado Fabio González López. Pasó más de cuatro años tras las rejas, de los cuales un total de tres años, ocho meses y 22 días los vivió en el centro penitenciario La Modelo. Estaba previsto que saliera en 2018, pero regresó a su casa el pasado viernes 26 de febrero, gracias a la disposición gubernamental que anunció la primera dama de Nicaragua y vocera del Gobierno, Rosario Murillo, con la que se ha liberado a más ocho mil reos desde el 2014.

Jessica Altamirano muestra dónde la piedra impactó su rostro y explica que también le arrancó parte de su cabello. LA PRENSA/Manuel Esquivel.
Jessica Altamirano muestra dónde la piedra impactó su rostro y explica que también le arrancó parte de su cabello. LA PRENSA/Manuel Esquivel.
“ES UNA BENDICIÓN DEL SEÑOR”

Hay una aguja que separa la libertad de la mal llamada vida en una pequeña celda sobrepoblada, húmeda y maloliente. Con hamacas guindando en desorden y aparatos acumulados por el tiempo de 23 y a veces 24 prisioneros que la habitan. Dos docenas de hombres de diferentes edades, colores y delitos, atrapados en un espacio inhabitable. Es la aguja que regula la entrada y salida de la cárcel La Modelo, en Tipitapa. Tras ella está “el infierno”, dice Fabio González, acusado por tirar la piedra que desfiguró el rostro de Jessica.

Fabio aceptó todos los cargos. Pero a inicio de marzo de 2016 aseguró que él no lanzó la piedra.

“Para las autoridades yo lo hice. Mi abogado me recomendó que confesara porque había acusaciones en mi contra y había testigos. Para que no me dieran tantos años me tuve que hacer confeso. Aceptar algo que no hice. Yo miré que todo se estaba poniendo en contra mía y me estaban pidiendo un dinero que no tenía en mis bolsillos. Para que ella (Jessica) retirara los cargos me pedían tres mil o cuatro mil dólares. Yo no sé quién tiró la piedra, pero en ese pleito yo no andaba. Lo que pasa es que te voy a ser sincero”, dice Fabio, en su casa, una semana después de su sorpresiva salida. “Yo fui vago. Anduve en vagancia y me quedó un color. Y me acusaron que andaba en ese grupo de jóvenes de esa noche”.

—¿Entonces sos inocente?

Guarda un largo silencio. Piensa.

—No digo que he sido buena persona. He hecho cosas, pues, de las que me arrepiento. No pagué por ellas, pero pagué por otras que no hice. Las cosas pasan y uno tiene que aprender de ellas. La cárcel no es la mejor forma de aprenderlas, pero sirve para moldearse uno. Fue duro para mí estar lejos de mi familia y en un lugar que es una bomba de tiempo. Donde cualquier día puede estallar violencia, pleitos.

La sentencia de Fabio, según él y según Jessica, fue de seis años y medio por lesiones graves. A él lo detuvieron en enero del 2012 en su centro de trabajo, el Grupo Cobra, una empresa contratista de Disnorte-Dissur. Lo llevaron a las celdas de la Subestación Tres de la Policía y el 6 de junio del 2012 una patrulla lo trasladó a La Modelo. En febrero de este año Fabio se enteró, al igual que toda Nicaragua, que por orden del poder ejecutivo se había liberado a más de ocho mil prisioneros desde el año 2014.

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“Yo no agarro raid ahí, porque mi pena es de seis años y medio y dan libertad a reos con penas menores, de cinco para abajo”, se dijo Fabio hace unos días. Pero el viernes 26 de febrero, sin previo aviso, lo llamaron por su nombre, le tomaron sus huellas dactilares, su número de cédula y su firma, y le dijeron “se va libre”, sin darle ningún tipo de documento que avalara esas palabras.

“Me dijeron que iba libre por el beneficio de la convivencia familiar. Eso es una bendición que manda el Señor. Realmente es Dios el que manda eso y lo escoge a uno para que sea otra vez ciudadano. Porque ahí dentro uno no es nada. Allá adentro uno es una lacra, una escoria. No tiene derecho a nada”, relata Fabio.

 

Cárcel atiborrada

Fabio González López, quien acaba de salir de la cárcel La Modelo, en Tipitapa, gracias a la disposición gubernamental que ha liberado a más de ocho mil reos en los últimos dos años, cuenta que en su celda habían 23 personas y que las 90 celdas de su galería estaban en condiciones similares.

El exprocurador de la República, Alberto Novoa, explica que la liberación masiva de reos es inédita en la historia de Nicaragua y que, para él, responde en parte a lo atiborradas que estaban las instalaciones.

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“La infraestructura sí estaba más de cuatro veces rebasada y había miedo a un motín, a una rebelión interna que diera mala imagen del país en seguridad. Pero es que las cárceles se llenaron en parte porque el sistema no aplica el principio de que la prisión es el último eslabón o elemento que se le aplica a una persona”, comenta el experto.

Por su parte, el mismo Fabio relata que en 2009 pasó nueve meses en la cárcel La Modelo de Tipitapa tras una acusación por homicidio. “El proceso dilató nueve meses y el jurado me encontró no culpable. A mí me querían fundir ahí. El juez se declaraba incompetente y todo partía de cero”, se queja.

Fabio González López, reo liberado por la nueva disposición gubernamental. LA PRENSA/Manuel Esquivel.
Fabio González López, reo liberado por la nueva disposición gubernamental. LA PRENSA/Manuel Esquivel.
“ORTEGA QUIERE PASAR POR MAGNÁNIMO”

En el artículo 60 de la Ley 473 o Ley del Régimen Penitenciario y Ejecución de la Pena, se establece el régimen de convivencia familiar como “un período previo a la libertad definitiva. Su objetivo es fortalecer las relaciones del privado de libertad con su núcleo familiar, preparándolo para su vida social al recuperar su libertad”.

En la misma ley, unos párrafos más abajo, se indica que la incorporación de un reo a este régimen debe ser coordinada con un juez ejecutor de la pena con base en criterios y recomendaciones del equipo interdisciplinario. Y este punto, para el exprocurador general de la República, Alberto Novoa, es capital.

“Se está violando el proceso debido. El juez de ejecución de pena es el que debe decir en qué estadio está el preso. Debe recibir información periódica del avance del reo y puede decidir si hay una suspensión o modificación de la pena. Pero aquí se ignora incluso a la víctima. Qué quiere la parte afectada. No hay audiencias. El sistema judicial quedó pintado en la pared y estos 8,200 reos que no cumplieron su condena están en libertad por la voluntad política de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Ellos quieren quedar como buena gente, como si fueran magnánimos. Buscan el agradecimiento del reo y de sus familiares”, explica Novoa.

Murillo, al anunciar el pasado 22 de febrero la liberación de un total de 8,149 reos desde el 2014, dijo que la decisión era parte de una “política humanitaria y de reconciliación y unidad de las familias”, y aseguró que estaba “en estricto apego a la Constitución Política y a las leyes penales de la República”.

Pero Novoa insiste en que se trata de “una voluntad política y no un ejercicio jurídico”. Y señala que no solo en Nicaragua sino en el mundo, las víctimas de delitos quieren que se les pague por el daño ocasionado y a falta de ello, “quieren que se castigue el delito. Es el principio de la justicia”, explica el experto.

Jessica Altamirano no fue consultada ni avisada de la salida de Fabio González. Ella ya no vive en El Recreo y fue porque una hermana que aún es vecina de Fabio —lo vio en la iglesia— que supo de su salida de La Modelo.

“La juez que atendió mi caso era bastante corrupta porque decía: ‘Ya, negocien, que te den tanta plata y vos te vas para tu casa con tu plata y él se va para la suya’. Para ese entonces yo estaba con el rostro desfigurado. ¿Usted cree que yo me iba a ir así no más? No hay palabras para explicar el daño ocasionado por él… Sin embargo él es humano y también tiene familia. Y dentro de todo lo que cabe no me siento tan mal para que él muera en la cárcel”, dice Jessica en el porche de su casa, con su bebé Elián, de seis meses, en sus brazos. Se lo da a su hija Janorys, quien hoy tiene 13, y añade: “Para mí fue nuevo que salió ese chavalo. Él ya pagó, pero no salió porque cumplió su condena sino por lo nuevo que el Gobierno estipuló”.

 

“En estas semanas yo esperaba audiencia para liquidar años de condena de todos modos, porque trabajé tres años y tres meses en La Modelo y por cada año trabajado te quitan uno”. Fabio González López, reo puesto en libertad bajo régimen de convivencia familiar en febrero de 2016.

La prótesis que usa Jessica Altamirano sobre su reducido ojo izquierdo tiene un costo de mil dólares. LA PRENSA/Manuel Esquivel.
La prótesis que usa Jessica Altamirano sobre su reducido ojo izquierdo tiene un costo de mil dólares. LA PRENSA/Manuel Esquivel.
NO ENCUENTRAN SU EXPEDIENTE

Fabio ha pasado los días en su casa. Solo fue el primer domingo a misa porque su abuela y madre de crianza se lo pidió. Prefiere no salir a la calle para que la gente “no hable” y porque cree que eso fue lo que le orientaron: quedarse en casa. No está seguro porque no le dieron ni documento ni instrucciones oficiales. Salió sin nada de la cárcel, solo con su ropa. El lunes 29 de febrero fue a la Policía a preguntar y lo citaron para el viernes 4 de marzo. Fue ese día y le dijeron que no encontraban su expediente, y lo citaron para otra fecha.

“Salen presos en grupos de cinco. De cinco en cinco. A mí no me dio tiempo de agarrar nada de mi celda ni me dieron nada”, cuenta, sentado en una mecedora en la sala de su casa.

Recuerda que el día en que la patrulla lo llevaba a La Modelo, el 6 de junio del 2012, iba despidiéndose de las calles e iba llorando. “Yo sabía que iba a ser duro. Iba culpable con una pena de seis años y medio. Sabía que me iba a costar salir de ahí”.

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El día que salió, por el contrario, fue como un sueño. “Yo no creía que estaba afuera”, relata. “Era como un sueño para mí. Me sentía alegre. La mamá de otro muchacho que iba libre me regaló para el pasaje y tomé el bus. Cuando me subí me sentí diferente. Extraño. Nadie sabía que yo venía de La Modelo. Yo iba rumbo a mi casa. Para mí fue el mejor día de mi vida porque regresé con mi familia. Lloramos de la emoción. Vi a mi abuelita todavía con vida. Delfina Argüello se llama. Mi mamá se llama María Luisa López. Estoy muy agradecido con ella porque durante los más de cuatro años que pasé encerrado en ninguna de mis visitas me falló. Llegó a todas. Yo me decía ‘chocho, lo que está pasando mi madre por mí’. Porque los guardias a uno y a los familiares que visitan los manosean”.

Fabio tiene 30 años y es padre de un niño de 14 llamado Ángel. Se alegra de que “no salió rebelde” y asegura que es buen estudiante y que lo respeta como padre. “Yo ahora le sirvo de modelo de que la vagancia no deja nada”, expresa. “Y lo que quiero es buscar cómo limpiar mi vida. Tratar de recuperar el tiempo perdido, ayudarle a mi hijo y tratar de formar mi hogar. La madre de mi niño tiene su pareja formal y yo no tengo nada que ver ahí. Quiero trabajar y limpiar mis papeles”.

 

“A pesar de todo yo he salido adelante. Dios me ha bendecido mucho después de lo que pasó pero… (llora). Es algo feo. Me quito mi prótesis en la noche y yo no era así… yo era normal”. Jessica Altamirano, víctima de lesiones graves por las que perdió el ojo izquierdo.

Jessica procura tener sumo cuidado y se lava bien las manos al colocarse y quitarse la prótesis. LA PRENSA/Manuel Esquivel.
Jessica procura tener sumo cuidado y se lava bien las manos al colocarse y quitarse la prótesis. LA PRENSA/Manuel Esquivel.
¿EL SISTEMA DE JUSTICIA SIRVE?

A las 8:00 de la noche la casa de Jessica, de 35 años, está totalmente enllavada y ella está al fondo, con sus hijos y su pareja, o se está alistando para dormir. Esa es una de las secuelas que le ha dejado el ataque que sufrió hace cinco años. Tampoco le gusta mucho salir de noche y los domingos va a la Unival, donde cursa el cuarto año de Derecho gracias a una beca que le dio la Alcaldía de Managua.

Ella no está de acuerdo con la resolución que dictó el poder ejecutivo. “No estudiaron mi caso, no me avisaron y a él (Fabio) lo sacaron”.

Y ante la pregunta de si considera que el sistema de justicia sirve en Nicaragua, Jessica dice, resuelta: “No. Ellos le dan prioridad a lo que a ellos les conviene. Los casos pesados son los de droga. Para cualquier otro caso pasan horas y no viene la Policía”.

La respuesta de Fabio, a la misma pregunta, es: “No sirve. No investigan bien. Si se investigara bien, bien, muchas personas no estarían presas. Aquí las autoridades se dejan llevar por lo que las personas dicen y no por pruebas”.

Fabio asegura que no guarda ningún rencor por Jessica y entiende que ella no esté de acuerdo con su salida.

—¿Qué le dirías a Jessica si pudieras?

—Que me perdone por el daño causado que ella tuvo. Que me dé la oportunidad de estar de nuevo aquí… Yo vengo totalmente cambiado de la calle. No le guardo ningún rencor ni a ella ni a su familia. Dios me reprendió.

Con su prótesis puesta es difícil adivinar que Jessica perdió un ojo. A eso de las cinco de la tarde de un día de marzo de 2016, en su nuevo barrio y con su niño Elián en brazos, ella dice: “Yo a Fabio lo perdono. Pero si lo veo en la calle me pondría a temblar. Me daría mucho
miedo”.

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COMENTARIOS

  1. franklin
    Hace 8 años

    esto si que va a costarle miles y miles de votos al comandante

  2. GOBIERNO IGNORANTE OPORTUNISTA
    Hace 8 años

    En nicaragua existe un sistema de justicia que no GOZA DE LA CREDIVILIDAD del pueblo. La gente que comete delitos no pagan sus condenas y por eso se vuleven REINSIDENTES para cometer delitos mas graves. ES UNA VERGUENZA PARA EL PUEBLO TENER UN GOBIERNO QUE SE BURLA DE LOS QUE RECLAMAN JUSTICIA.

  3. El Tecnico
    Hace 8 años

    Le deseamos bien a Jessica…
    Ahora la gran pregunta es: Donde estan los 9 millones de dolares que les confiscaron a los narco-traficantes de Tele-Visa de Mexico ? (o que si quiseron pasar por empleados de Tele-Visa)
    Este evento ocurrió hace como 4 años…tal vez este equivocado en la fecha pero si este fue un evento que la mayoría de ustedes recuerdan.
    Las autoridades de Nicaragua dijeron en ese entonces que iban a utilizar el dinero confiscado para construir prisiones, comprar patrullas de carros, walkie-talkies o radio de comunicacion y mejorar el salario de los policías…pero nada de eso se ha visto

  4. FRANCISCO JIMENEZ
    Hace 8 años

    Es lastimoso, lamentable que se juegue con la dignidad, inteligencia de los nicaraguenses el regimen totalitario de ortega quiere quedar bien con todo el mundo por las elecciones para que voten por el, usa todo el sistema gubernamental, medios oficialistas para su campaña, organiza operaciones medicas, regala viviendas, hace fiestas populares, da prestamos,etc, ahora mismo en los balnearios autorizo que no se cobre a los veraneantes, ni vendedores, y tambien quiere el voto de los que delinquen, es una aberracion jurica que se dejen en libertad a quienes han atentado contra la paz y seguridad de los ciudadanos honrados y trabajadores. no nos dejemos engañar por las falsas promesas y espejismos del dictador.

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