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El Pegaso de Darío

Entre los innumerables seres mitológicos que Rubén Darío menciona en su obra poética se destaca Pegaso, el caballo blanco volador.

Entre los innumerables seres mitológicos que Rubén Darío menciona en su obra poética se destaca Pegaso, el caballo blanco volador.

En su Oración por Antonio Machado, escrita con motivo de la muerte del gran poeta español, Darío dice: “Montado en un raro Pegaso, un día al imposible se fue. Ruego por Antonio a mis dioses, ellos le salven siempre. Amén.”

Pero Darío compuso todo un poema dedicado específicamente a Pegaso, que no es extenso y por eso me permito copiarlo íntegramente:

“Cuando iba yo a montar ese caballo rudo y tembloroso, dije: ‘La vida es pura y bella’. Entre sus cejas vivas vi brillar una estrella. El cielo estaba azul, y yo estaba desnudo. Sobre mi frente Apolo hizo brillar su escudo y de Belerofonte logré seguir la huella. Toda cima es ilustre si Pegaso la sella, y yo, fuerte, he subido donde Pegaso pudo.

Yo soy el caballero de la humana energía, yo soy el que presenta su cabeza triunfante coronada con el laurel del Rey del día; domador del corcel de cascos de diamante, voy en un gran volar, con la aurora por guía,

adelante en el vasto azur, ¡siempre adelante!” Pegaso nació de la sangre de Medusa que regó el suelo cuando Perseo le cortó la cabeza. Y dice Hesíodo en la Teogonía que al nacer Pegaso salió “volando, después de dejar la tierra, madre de los frutos, y se dirigió hacia los inmortales; y vive en las moradas de Zeus llevándole el trueno y el relámpago”.

Se cuenta en una antigua leyenda que las Piérides (las nueve hermosas hijas de Piero, rey de Macedonia) retaron a las Musas a competir en canto y declamación para decidir quiénes eran mejores. La competencia se realizó al pie del monte sagrado Helicón, el cual, por el gusto que le producían los cantos de las Musas y las Piérides comenzó a hincharse y elevarse.

Alarmado Zeus porque el Helicón pudiera alcanzar la altura del Olimpo, envió a Pegaso que voló hasta la montaña, le dio una poderosa patada e hizo brotar una fuente de agua cristalina que detuvo su crecimiento. Hipocrene, Fuente del Caballo, se llamó aquella fuente que quedó consagrada a las Musas y donde los poetas bebían de sus aguas para recibir la inspiración divina.
Pero la historia más conocida de Pegaso es la ayuda que prestó a Belerofonte para matar a la Quimera, un monstruoso ser que era mezcla de león, cabra y serpiente.

Nadie había podido matar a aquel monstruo que asolaba la región de Tirinto y aterrorizaba a sus habitantes. Pero Belerofonto, aconsejado por un adivino, fue al templo de Atenea a hacerle ofrendas, orar ante su imagen y pedirle ayuda para su arriesgada empresa.

La diosa escuchó los ruegos de Belerofonte y le dio una brida mágica de oro con la que podría atrapar y montar a Pegaso, que en aquel momento pastaba y abrevaba en la fuente Pirene.

Belerofonte montó a Pegaso y voló sobre él hasta donde moraba la Quimera, a la que mató introduciéndole un trozo de plomo por las fauces que al fundirse en sus entrañas ardientes le provocó la muerte entre espantosos rugidos de dolor.

Después, con la ayuda de Pegaso, Belerofonte derrotó a las belicosas tribus de los Sólimos y las Amazonas.
Pero el poder que le daba Pegaso se le subió a la cabeza a Belerofonte, quien llegó a creer que podría hacer lo que quisiera. Dominado por la soberbia Belerofonte pretendió volar sobre el lomo de Pegaso hasta la cima del Olimpo, pero un tábano enviado por Zeus mordió al caballo alado que se encabritó y derribó al temerario e imprudente jinete.

Belerofonte no murió al estrellarse contra la tierra, pero quedó cojo y ciego, vagando en la indigencia, huyendo de la gente, castigado por los dioses que no perdonan a los que se dejan dominar por la ambición desmesurada de poder.

El mitólogo y simbologista español Pérez-Rioja dice de Pegaso que “tanto por el origen de su nacimiento como por su misión de transportar a las Musas, simboliza el poder ascensional de elevación gracias a la innata capacidad de espiritualización”. Y al parecer así lo entendía Rubén Darío, según he leído que dicen aquellos que saben de estas cosas.

Columna del día Darío Pegaso archivo

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COMENTARIOS

  1. Wil
    Hace 8 años

    Gracias Señor Sánchez, es un deleite leer sobre mitologia, y ud lo hace muy bien.

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