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‘Lava Jato’ revienta la burbuja brasileña

La operación anticorrupción “lavado de carros” golpea directamente al expresidente Lula da Silva, mientras el país enfrenta al virus Zika y una profunda recesión a cinco meses de los Juegos Olímpicos de Río

La operación Lava Jato (lavado de carros, en español) cumplió esta semana dos años convertida en la mayor investigación policial de la historia de Brasil y en el desencadenante de un terremoto político que ha reventado la burbuja de bienestar brasileño, ha destapado un complejo engranaje de corrupción y amenaza al gobierno de Dilma Rousseff.

Las cifras del Lava Jato son contundentes: casi mil años de condenas, cientos de investigados —entre ellos el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva— y unos 3,000 millones de reales (828 millones de dólares) recuperados en un fraude que, según estimaciones policiales, puede superar los 30,000 millones de reales (unos 8,300 millones de dólares) y que, solo en sobornos, alcanza los 6,000 millones (1,650 millones de dólares).

La investigación que inició el juez Sergio Moro el 17 de marzo de 2014 sobre blanqueo de capitales a través de una red de “lava jatos”, establecimientos de lavado rápido de autos, terminó golpeando de lleno a la petrolera estatal Petrobras, la “joya de la corona” de la economía brasileña, y a varias de las más importantes empresas del país.

Las delaciones en cadena de los implicados en la trama a cambio de beneficios penitenciarios han permitido a Moro tirar del hilo de una madeja que amenaza los pilares del sistema.

EJES PRINCIPALES

Fraude, lavado de dinero, sobornos a cambio de favores políticos, ventajas fiscales o contratos con el Estado, financiación ilegal de los partidos, campañas electorales y cuentas en paraísos fiscales son los ejes principales del proceso.

La investigación salpica a empresarios, funcionarios y políticos de todos los colores y a distintas instancias del Estado, pero buena parte de la atención se centra en el expresidente Lula, investigado por blanqueo de dinero y falsificación de documentos.

Lula ha conseguido, por el momento, escapar de la mano de Moro al asumir, el pasado jueves, el poderoso Ministerio de Presidencia en el gobierno de Rousseff, lo que le convierte en la práctica en un virtual primer ministro y le protege porque, por su condición de aforado, su causa pasa automáticamente al Tribunal Supremo —única institución autorizada para investigar, acusar o encarcelar a los miembros del Gabinete—, donde los procesos tienen un ritmo propio.

POBLACIÓN ENFURECIDA

Pero inmediatamente después de asumir, Lula se ha visto de nuevo en el centro de la polémica por dos denuncias que piden la suspensión de su nombramiento. Ambas fueron revocadas por un tribunal superior, pero este viernes un juez federal de Sao Paulo volvió a anular de manera cautelar el nombramiento del expresidente.

El nombramiento de Lula enfureció a la población y dio lugar a marchas en las que participaron unos tres millones de ciudadanos en Brasilia y Sao Paulo, con muñecos inflables de Lula vestido como presidiario. El fin de semana pasado también se registraron manifestaciones en todo el país.

La presidenta tomó la ofensiva en la juramentación de Lula, al calificar de “golpistas” a los que buscan su dimisión y acusar al juez Moro de violar la Constitución por estar al servicio de intereses partidistas. “Sacudir la sociedad brasileña por medio de mentiras, maniobras furtivas y prácticas muy criticadas viola las garantías constitucionales y sienta precedentes muy graves”, dijo Rousseff. “Así comienzan los golpes” de Estado, agregó.

La mandataria insiste en que el nombramiento no tiene que ver con problemas legales y que quiere la ayuda de Lula para encarrilar la economía y rechazar los intentos de derrocarla mediante juicio político ante denuncias de mal uso de fondos fiscales.

Tanto Rousseff como Silva han negado reiteradamente haber cometido delito alguno, mientras que Brasil, el país más poblado de América Latina con 200 millones de habitantes, enfrenta varias crisis en diversos frentes: una creciente y profunda recesión y a un poderoso brote del virus del Zika. Todo a cinco meses de los Juegos Olímpicos de Río.

ZIKA Y ECONOMÍA

Los barrios pobres del noreste de Brasil han sido víctimas de un brote del virus del Zika que científicos creen que está ligado al nacimiento de cientos de niños con una extraña malformación congénita que hace que las cabeza de los bebés sean más pequeñas de lo normal.

La economía brasileña, motor de las de los países vecinos, se ha contraído en un cuatro por ciento, la inflación ha aumentado y los anuncios de despidos masivos atemorizan a la población y se han vuelto en parte de la vida cotidiana.

Aunque el Tribunal Supremo, la máxima autoridad judicial en el país, diera por válida la asunción de Lula y el expresidente lograra esquivar la sombra de Moro, el juez tiene todavía en sus manos a políticos no aforados y a buena parte del empresariado brasileño.

CÁMARA DE DIPUTADOS

Entre los políticos investigados como beneficiarios de la trama figura Eduardo Cunha, el presidente de la Cámara de Diputados, segundo en la posible sucesión de Rousseff y quien el jueves conformó el comité que decidirá si se debe seguir adelante con el juicio político contra la mandataria.

La decisión fue celebrada en la plenaria de la Cámara de Representantes por opositores que sostenían pancartas que decían “Juicio político ahora”, mientras que aliados de Rousseff coreaban “No habrá un golpe de Estado”. Este es el primer paso en un largo proceso que incluye múltiples votaciones en la Cámara de Representantes y el Senado. Analistas consultados dicen que, de seguir adelante, el proceso podría llevar meses.19MarBrasilCaosPolitico

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