La corrupción se ha definido como el uso de un cargo —sobre todo en el Gobierno— para beneficio personal. Un estudio de Transparencia Internacional (TI) señala que la corrupción es un cáncer del mundo que data desde hace 3,500 años.
En Brasil, cuyo sistema de gobierno no es autoritario políticamente hablando, pero sí ceñido de corrupción desde el gobierno de Luiz lnácio Lula da Silva, 25 personas fueron condenadas en 2012 por usar fondos públicos para conseguir respaldo político. Entre ellas estuvo el que en su momento fue el segundo hombre más fuerte de ese país sudamericano, el exjefe del gabinete de Lula da Silva, José Dirceu, quien tuvo que abandonar el gabinete, o lo renunciaron. Y ahora al parecer la mandataria brasileña Dilma Rouseff está atrapada sin salida. Más de un millón de personas han protestado en las calles demandando su renuncia por el caso de Petrobras.
La corrupción no tiene talla solo en América Latina si no también en otros países del mundo, como Corea del Sur, donde, en 1995 murieron 502 personas al desplomarse un edificio mal construido. Los investigadores descubrieron que los constructores sobornaron a los funcionarios edilicios para que dejaran pasar la construcción y usar materiales de baja calidad, violando las normas de seguridad. En el 2013, 22,000 funcionarios en Sudáfrica fueron acusados de malversación, ¡qué horrible!
En Guatemala asomó este vicio de la corrupción. La exvicepresidenta Roxana Baldetti fue sindicada de comandar la trama del ente regulador de los impuestos, un caso en el que supuestamente también está implicado el expresidente guatemalteco, Otto Pérez Molina. Ambos están procesados y ni siquiera terminaron su periodo porque el parlamento de ese país centroamericano los destituyó
Nicaragua tiene también un alto índice de corrupción de exfuncionarios públicos que causaron perjuicio al Estado pero ninguno de ellos está tras las rejas. Sus procesos pasan por un colador llamado Fiscalía General de la República y poder judicial y son beneficiados por nuestra “justicia”. No es justo que estos exfuncionarios corruptos por favores políticos anden sueltos. En el gobierno de Enrique Bolaños hubo pruebas y evidencias ante la Fiscalía General de la República de que se causó perjuicio al Estado nicaragüense por más de 10 millones de dólares, pero la justicia duerme en el sueño de los justos.
Los abusos siguen, se están dando a diestra y siniestra. Los exfuncionarios acusados en el gobierno de Enrique Bolaños (2002-2007) fueron puestos a la orden de la Fiscalía y en la actualidad andan sueltos, repito, como si nada hubiera pasado.
Rise-Ackerman, estadounidense y profesora de la Universidad de California en Los Ángeles, experta en la lucha contra la corrupción, dice que para remediar la situación se necesitan “cambios fundamentales” en la forma en que funcionan los gobiernos, aunque parece que no hay esperanza. Es cierto. Si los funcionarios salen de la sociedad y la sociedad es corrupta, es inevitable que los gobiernos sean corruptos. ¿No les parece? Así anda el mundo.
El autor es director de relaciones Exteriores de la Asociación de Periodistas, APN y editor de Noticias Diario Nica.