La Semana Santa es un tiempo especial que la Iglesia católica determina para invitar a conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Por eso, la propuesta de la Iglesia es ocupar estos días para la reflexión y meditación del gran misterio de la redención. “Dios nos libera. Morimos al pecado para resucitar, tal y como lo hizo Jesús, nosotros lo hacemos en esta vida, para saber que somos libres del pecado”, comenta el sacerdote Antonio Saballos, de la parroquia Corpus Christi, en la colonia Villa Libertad, en Managua.
De ahí, comenta el párroco, que el cristiano es invitado a meditar en el triduo pascual que inicia el Jueves Santo con la contemplación del misterio de la Eucaristía y el Sacerdocio, el viernes en la muerte de Jesús y el Sábado Santo (o Sábado de Gloria) con la resurrección de Jesucristo.
LO QUE SE DEBE HACER EN LA SEMANA MAYOR
Para Saballos, todo tiene su tiempo. “El católico se debería congregar en su parroquia, en su capilla para vivir esta propuesta de la santa madre Iglesia católica, en la que el mundo entero conmemora estos hechos, ocurridos hace más de dos mil años, en los que Jesús se entregó a la muerte en la cruz, para redención de nuestros pecados”, afirma.
A partir de este domingo que inicia la Semana Santa en cada parroquia se realizarán procesiones y meditaciones que son parte de las expresiones de piedad popular, pero también se realizarán eucaristías “que nos invitan a vivir el triduo pascual”.
“Es importante, que estos días sean vividos en la pureza del alma y el corazón, por lo que se sugiere aprovechar las jornadas de confesiones, organizadas por cada sacerdote en su comunidad”, dice Saballos.
LA FORMA IDÓNEA DE VIVIR ESTE TIEMPO
Para el sacerdote de la parroquia Corpus Christi, “nuestras actitudes (esta semana), deben ser de alegría por el gran amor que nos tiene Dios. Para los católicos no es recordar un hecho histórico, sino la conmemoración y contemplación de la esperanza después de la muerte. Es la convicción de una vida eterna y verdadera en los brazos del Padre. Es la parábola del Padre Misericordioso (hijo pródigo) hecha vida, que nos permite estar seguros de una vida en Él”.
Por eso, plantea que la forma idónea para vivir la Semana Mayor “es tener esa alegría de espíritu y en el corazón. Es saber que lo podemos vivir y compartir con el resto de hermanos en cada comunidad parroquial… ya habrá tiempo para disfrutar del mar, la arena, en un tiempo con la familia. Estos días son propicios para compartirlos con la familia en cada capilla o parroquia y sentirnos amados por un Creador”.
CONVERTIRNOS EN PEREGRINOS
En los primeros años de las comunidades cristianas peregrinaban a la Tierra Santa donde ocurrieron los hechos del martirio de Cristo, sin embargo, apunta el sacerdote Antonio Saballos, “hoy en día la invitación es a sentirnos peregrinos de nuestra propia historia de vida y concurrir a la convocatoria de las procesiones. Nuestra participación en las diversas celebraciones cobra mayor importancia en la liturgia, que fortalece nuestra esperanza en la salvación dada en la cruz del madero”.