Un día después de verlo escalar la cima de la montaña sin otro equipaje que su voluntad, resulta imposible permanecer indiferente ante Byron “El Gallito” Rojas y la gran lección de determinación que nos ha ofrecido.
El chavalo que partió en medio de la penumbra, acentuada por nuestra incredulidad, regresa ahora para alumbrar el futuro y animar al país. Se volvió luz ferviente y ejemplo de fe y tenacidad.
Solo así se podía salir victorioso frente a Hekkie Budler, el exmonarca sudafricano que defendió su corona con todas las fuerzas de su corazón, la fortaleza de sus puños y hasta con su cabeza, usada como punta de lanza.
Pero nada detuvo a Rojas en su marcha hacia el futuro. Desde que sonó la campana se fue encima de Budler hasta agobiarlo con cruzados y volados, ganchos y rectos, pero sobre todo, con su valentía a prueba de balas.
No obstante, Rojas probó que para ser héroe no basta tener valor y entrar a la línea de fuego. Es necesario estar preparado para mantener el ritmo, aplicar variantes y no ceder un centímetro.
Ese muchacho no paró de tirar. Buscó el título. Supo que era el retador y peleaba en la casa del campeón. No podía dejar dudas. Y así lo hizo, a pesar de lo apretado que fue la decisión al final.
El presente de Rojas está escrito. De las comparaciones se encargará el futuro. Ni siquiera sabemos qué tanto durará su reinado, pero por ahora solo hay que celebrar.
A pesar de nuestra incredulidad, él se mantuvo firme en su propósito y ha dejado de ser un peleador corriente, para convertirse en héroe, de su barrio La Chispa, y también del país.