Me gustaría tener los ñeques de Alicia Pilarte y Rodrigo González, de Cultura UCA, para montar un festival de calidad donde las obras comiencen a hora GMT y no a hora nica, pero a estas alturas ya estoy contagiado por el espíritu del güegüense, la guatusa y el yoquepierdo.
Asimismo me gustaría tener el coraje y la firmeza del padre Fernando Cardenal, en cuyo honor se celebró el Festival, pero soy un acomodado y un flojo, que lo único que tiene en común con el tayacán que acaba de dejarnos es su llamado esperanzado al despertar de la juventud.
Hechas las presentaciones, aquí viene la reseña.
Como conocía ya varias de las obras, voy a empezar por la que más me sorprendió.
EL FORMATO BUFONESCO
“Pim pam clown” desorienta a cualquiera con su título. Incluso suena a banalidad cómica. Sin embargo, bajo un formato bufonesco y entre bromas y veras, la sátira es un disparo de misil certero a la línea de flotación del barco militarista y autoritario.
La obra estuvo a cargo del grupo nica-argentino “Zakin”, orquestado por un prestigioso dramaturgo que vive entre nosotros (Esteban Mihalik) y de cuya dirección y conocimientos me he beneficiado yo mismo no hace mucho.
LAS HIJAS DEL MAÍZ
A quienes pensaban que, herido de desprestigio y apatía, el sociodrama había arrastrado en su caída al teatro político, siento darles una mala noticia. Las dos presentaciones del grupo “Las hijas del maíz” no pudieron ser más amenas y a la vez más políticas.
En Divorciadas, evangélicas y vegetarianas mostraron que el sistema es combatible con sutileza, ironía y picaresca. En Ellas porfiadas, ellos tan sordos fueron mucho más directas, recordando al poder real del que emanan las leyes, que estas se dictan para cumplirse y aplicarse, con la dotación presupuestaria correspondiente.
PLUMA Y LA TEMPESTAD
El espectáculo que forja Pilarte a partir del texto de Arístides Vargas en Pluma y la tempestad es el enfrentamiento de los débiles frente al aparto ideológico del Estado.
En la pieza, lo onírico y etéreo termina aterrizando brutalmente en el piso de la realidad; es una composición de estéticas contrapuestas donde lo celeste y el barrio deciden darse la mano para no sucumbir ambos o sucumbir juntos, pero resistiendo.
No podía faltar el homenaje dariano con El velo de los sueños-El ideal. Una puesta en escena de estética renacentista para unos textos entre el barroco y lo modernista, con un plantel de convincentes actores de la Escuela de Teatro que a uno le permite suspirar aliviado: el relevo generacional está asegurado.