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Hortalizas en serios aprietos

Aunque Nicaragua es un país eminentemente agrícola y las hortalizas pueden producirse incluso en los patios de las casas, hay temporadas —cuando no es época de cosecha o el producto escasea— en las que los precios al consumidor se disparan y se convierten en un ingrediente inaccesible para los hogares más pobres y el productor nunca ve elevar sus ganancias en la misma proporción.

Son ingredientes insustituibles en cualquier receta. Desde el plato más simple hasta el más sofisticado las incluyen. Resulta difícil concebir un gallo pinto sin cebolla, una ensalada sin tomate, un chile relleno sin chiltoma o un puré sin papas.

Aunque Nicaragua es un país eminentemente agrícola y las hortalizas pueden producirse incluso en los patios de las casas, hay temporadas —cuando no es época de cosecha o el producto escasea— en las que los precios al consumidor se disparan y se convierten en un ingrediente inaccesible para los hogares más pobres y el productor nunca ve elevar sus ganancias en la misma proporción.

Esta situación las autoridades la resuelven autorizando la importación de volúmenes adicionales a los programados. Esto refleja, según la Fundación para el Desarrollo Tecnológico Agropecuario y Forestal de Nicaragua (Funica), la ausencia de estrategias y políticas públicas para incentivar la producción nacional.

Y mientras el país depende de importaciones para abastecer el mercado local y presionar la baja de los precios, el sector apuesta por un incremento en sus exportaciones, que en los últimos años en lugar de avanzar, se han reducido.

“Nuestra meta es apostar por nuestro crecimiento y este depende de que vendamos a quien nos pague el precio más alto. Y si las crisis de precios se dan a nivel de la región centroamericana, como suele ocurrir, aprovechamos para enviar nuestros productos al país que nos pague mejor, que generalmente es El Salvador”, admite Narciso Montenegro Lanzas, productor y exportador de hortalizas de San Rafael del Norte, Jinotega.

cebolla

ESCASEZ ELEVA PRECIOS

Según Montenegro, el alza que registró el precio del tomate, cebolla, chiltoma y repollo, y otras hortalizas en las primeras semanas de este año —y que aún no se normalizan— es consecuencia del temor que provocó entre los productores el año pasado la caída del precio de estos productos.
Temor que se sumó al que ya había generado el déficit de lluvias y el incremento de plagas que enfrentó el sector en el ciclo anterior, dice Néstor Jiménez, fiscal de la Comisión Sectorial de Hortalizas de la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua (APEN).

A esto hay que sumarle además que en los últimos años las variaciones del clima han obligado al sector a recurrir al riego y en el caso del tomate, ya casi solo puede producirse en estructuras bajo techo, por la cantidad de plagas que han proliferado. Y por sus precios, ambas tecnologías no son accesibles para todos los productores.

“Otro problema que se enfrenta en el país es el desorden de los productores. Hay momentos en los que todos están sembrando. Antes habían etapas bien marcadas para el inicio de la siembra pero ahora, por la inestabilidad de las lluvias, el calendario de siembra ha variado y muchas veces todos coinciden, entonces el mercado se satura y los precios se caen”, sostiene Jiménez.

A esto se agrega, según los productores y exportadores, que generalmente cuando entran las importaciones los intermediarios se aprovechan y mantienen los precios altos, entonces el precio del producto local se cae porque los compradores prefieren el producto importado.

INTERMEDIARIOS GANAN MÁS

“Además en el mercado local los productos pasan por muchas manos, hay demasiados intermediarios, y las ganancias les quedan a ellos. Por eso tenemos que optar por enviar nuestros productos al extranjero en busca de mejores precios ya que los costos de producción han subido mucho y es la única forma de recuperar la inversión”, afirma Montenegro.

Pero colocar estos productos en el mercado internacional no es tan fácil. “Hemos hecho varios intentos, teníamos una oportunidad para entrar a Estados Unidos pero no se concretó. Afortunadamente logramos que el supermercado La Colonia nos compre la producción. Ahí se entrega el producto de primera y el resto, y el rechazo se le vende a intermediarios que llegan a los plantíos a comprar”, dice Ernesto Navarrete, presidente de la Cooperativa La Amistad, en Chimborazo, Jinotega, que aglutina a cien productores.

Según Navarrete el mayor problema que enfrenta la cooperativa es para vender unos 50,000 quintales de zanahoria que se producen en la zona de Jinotega. En algunas ocasiones la comercialización de la papa nacional también enfrenta dificultades.

Pese a estos obstáculos en torno al cumplimiento de requisitos de calidad que exige el mercado internacional, Montenegro, Jiménez y Navarrete consideran que la mejor opción para asegurar la recuperación de los costos de producción sigue siendo la exportación. Independientemente que el país no sea autosuficiente para abastecer la demanda local.

Esto refleja que los costos de producción están rebasando la capacidad de los productores. El problema es que la estructura de costos no solo para las hortalizas sino para los productos agropecuarios no está claramente definida.

Papas

DETERMINAR CUELLO DE BOTELLA

“No se sabe si es la energía, la parte arancelaria o la tecnología, entonces habría que hacer un estudio muy fino para determinar dónde está el cuello de botella que está frenando la capacidad del sector para abastecer el mercado nacional, que es lo primero que se debe asegurar para después pasar a la exportación”, indica María Auxiliadora Briones, gerente general de Funica.

A esto, según Briones, se suma un “asunto sociocultural” de creer que el principal nicho está en el mercado internacional cuando el nacional es sumamente importante y en él se pueden aprovechar mejores oportunidades, sobre todo cuando los productos no tienen la calidad ni la competitividad necesaria para pelear un espacio y posicionarse.

“Porque la competitividad depende de los costos, calidad y productividad y nosotros en esos temas andamos muy por debajo del promedio de los países vecinos”, señala Briones.

Para Briones toda esta situación refleja la ausencia de “estrategias y políticas para incentivar la producción nacional, con ciertos beneficios que ayuden a los productores a alcanzar niveles que les permitan competir con los productos que vienen de afuera con mejor calidad y mejores precios, porque tampoco se deben cerrar las fronteras, sino incentivar al sector para que se pueda desarrollar”.

Dicha estrategia también tiene que garantizar la producción permanente de estos productos. Con tecnologías adecuadas pueden dejar de ser de estación para convertirse en permanentes.

“Lo que se necesita es hacer una reconversión tecnológica del sector, habría que introducir un plan de reconversión para que se produzca con tecnologías más eficientes que garanticen la producción permanente… Creo que a pesar de que el costo de la energía ha bajado todavía sigue siendo un freno para el desarrollo de estos cultivos con tecnologías más avanzadas de riego”, advierte Briones.

La última proyección

22,240 manzanas destinó el Plan Nacional de Producción, Consumo y Comercio del Ciclo Agrícola 2013-2014 —último que divulgó el Gobierno—, a la producción de hortalizas y legumbres en general, pero las áreas más extensas se destinaron a los productos de mayor demanda:

1,656 manzanas se destinaban para la producción de 993,600 quintales de tomate, cuyo consumo para ese período se fijó en 675,500 quintales. El excedente, 322,645 quintales, se exportaría. Pero también se contempló la importación de 112,580 quintales de tomates.

1,652 manzanas producirían 610,800 quintales de cebolla de los cuales 345,800 quintales se exportarían a la región. Pero por ser este un cultivo estacional una vez concluida la cosecha se importarían 324,600 quintales.

950 manzanas producirían 850,000 quintales de repollo. El consumo nacional según el plan es de 675,488 quintales. El excedente de 174,512 quintales se exportaría.

2,107 manzanas producirían 547,820 quintales de papa, pero como el consumo nacional estaba calculado en 675,500 quintales se anunció la importación de 196,925 quintales para ese periodo.

511 manzanas se destinaron a la producción de 178,850 quintales de zanahoria. Para completar el consumo nacional de 320,400 quintales se importarían 171,987 quintales.

Clima eleva costos

Según la Fundación para el Desarrollo Tecnológico Agropecuario y Forestal de Nicaragua (Funica), en 2007 el costo de producción de una manzana de tomate era de unos 130,000 córdobas y actualmente supera los 300,000 córdobas. Esto obedece al incremento en el uso de los insumos, y a las nuevas condiciones climáticas han proliferado plagas y enfermedades. Otra forma de protegerse de ellas es el uso de estructuras techadas, pero según los productores con ellas el costo se eleva hasta 500,000 córdobas por manzana.

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