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Intercesión papal por Venezuela

En su mensaje con motivo del Domingo de Pascua, de toda la América Latina el papa Francisco únicamente mencionó a Venezuela.

Concretamente, el papa llamó al diálogo entre los venezolanos y subrayó que “la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco (es) lo único que puede asegurar el bienestar material de los ciudadanos”.

Pero no ha sido por casualidad que Francisco solo se ocupó de Venezuela en su mensaje pascual, sino por la situación crucial en la que se encuentra este país. Tampoco esta es la primera vez que el papa muestra públicamente su preocupación por el pueblo venezolano.

En junio de 2013, Francisco recibió a Nicolás Maduro en audiencia oficial y cinco meses después se reunió también con el líder opositor, Henrique Capriles.

A fines de febrero de 2014, cuando las fuerzas represivas del gobierno de Maduro masacraban a los venezolanos que salieron a las calles a demandar un cambio de gobierno, Francisco llamó “al cese cuanto antes de la violencia y las hostilidades y sobre todo que el pueblo venezolano, empezando por los políticos y las instituciones, trabajen por lograr la reconciliación a través del diálogo sincero, respeto por la verdad y la justicia”.

A mediados de octubre de 2015 el papa dialogó por separado y en dos miércoles consecutivos —durante sus audiencias públicas en la Plaza de San Pedro—, con las señoras Mitzy Capriles de Ledezma y Lilian Tintori de López, esposas de Antonio Ledezma y Leopoldo López, los más emblemáticos presos políticos venezolanos.

“Pude llevarle al papa un mensaje en nombre de todos los venezolanos, de las familias que hoy somos víctimas del régimen, de las familias que han sido separadas por pensar distinto… familias que han sido atacadas por oponerse y denunciar los abusos de un sistema que fracasó, le conté sobre las torturas a los presos políticos, a los estudiantes. El papa Francisco me dijo que tiene presente a Venezuela y que reza por los presos políticos”, declaró Tintori después de conversar con el sumo pontífice romano.

Pero el pronunciamiento del papa en su mensaje del Domingo de Pascua recién pasado ha tenido una significación especial, debido a la crisis terminal que sufre Venezuela. El socialismo autoritario chavista ha demostrado ser absolutamente inviable. Maduro y su partido no pueden resolver la crisis que ellos mismos crearon. Más del sesenta por ciento de la población — según la última encuesta de Datanálisis divulgada el fin de semana anterior— quiere que Maduro renuncie al poder este mismo año, o que sea destituido mediante un referendo revocatorio, como propone la Asamblea Nacional en la cual la oposición democrática es ampliamente mayoritaria.

Ante esta situación el papa podría —o debería— pasar de las palabras a los hechos, ofrecer su gestión mediadora para facilitar una salida constitucional y pacífica de la crisis y asegurar una transición ordenada hacia la restauración de la democracia y la reconstrucción económica de Venezuela.

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