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Marvin Benard. LA PRENSA/Jader Flores.

Marvin Benard es una apasionado por el beisbol. LA PRENSA/Jader Flores.

Marvin Benard: “Todo lo hice por amor al juego”

Después de nueve años en las grandes ligas con los Gigantes de San Francisco y ocho años siendo "amo de casa" Marvin Benard regresó al beisbol como manager de la Selección Nacional.

Marvin Benard tiene ocho operaciones en total: tres en la rodilla izquierda, una en la rodilla derecha, dos en la muñeca derecha, una en la muñeca izquierda y una en la espalda. Después de nueve años en Grandes Ligas quedó “todo parchado”.

Benard pertenece al “Muro de la Fama” de los Gigantes de San Francisco, el equipo con el que jugó bajo el número 7 durante toda su carrera. 891 juegos en total. A los 12 años llegó como inmigrante a Estados Unidos y más tarde se codeaba con grandes como Barry Bonds y Jeff Kent, pero también tuvo momentos difíciles que lo llevaron a decisiones de las que hoy se arrepiente. Después de retirarse y ser “amo de casa” durante ocho años regresó al beisbol para ser mánager de la Selección Nacional de Nicaragua.

En esta entrevista habla de los inicios de su carrera y sus peores momentos, del futbol en el país, de sus comienzos como mánager y de la reciente actuación de la Selección en el preclásico de Mexicali.

¿Cómo es estar del otro lado ahora, siendo mánager?

Es más complicado. Vos sos el encargado de toda cosa que pasa en el juego. A vos te culpan. Se ponchó, ¿por qué lo pusiste a jugar? Sacaste al pícher, ¿por qué lo sacaste tan temprano? Al otro le metieron un jonrón. Son decisiones que uno toma. Es fácil decir “yo sabía que iba pasar eso”. Cuando su equipo no gana se enojan y empiezan a culpar.

¿Le pasó ahorita por la actuación de la Selección en el Preclásico?

A mí no me importa, no le pongo atención. No me lleva y no me trae. Mi vida va a seguir.

¿Y cómo se sintió usted con la actuación de la Selección?

Me gustó. Estaba contento. Claro, me hubiese gustado ganar ese juego y terminar más fuerte, pero no se pudo. Los muchachos se pusieron demasiada presión y las cosas no le salieron bien.

¿Que ganaran o que jugaran bien?

Ganar siempre. De perder, me hubiese gustado que hubiésemos perdido el juego pero jugando mejor.

¿Estaban preparados para el Preclásico?

Sí estábamos. Al pelotero de Nicaragua se le hace más dura la cosa en mi opinión porque es todo un país entero el que está encima de uno. Querían ganar tanto que se echaron esa presión encima. Si vos vas a México puede que ni la mitad del país sepa que existe ese torneo.

¿Cree que quizás hizo falta la presencia de jugadores como Cheslor Cuthbert, Erasmo Ramírez en el equipo?

Puede que nos hubiese ayudado. Tal vez sí, tal vez no.

Se enfrentaron a Adrián González, un jugador Grandes Ligas…

Estaban Oliver Pérez y González. Los demás son de doble A, triple A. El beisbol en México es superior al de nosotros: más recursos, más equipos, más ligas. Y al tener más dinero se juega mejor el beisbol porque llegan mejores peloteros. Aquí estamos creciendo todavía. Y nos va a durar un poquito de tiempo por los recursos.

De hecho hace unos meses, en una entrevista, Denis Martínez dijo que el beisbol estaba mal en Nicaragua, ¿qué piensa usted?

Todo mundo ve cosas diferentes. Me hubiese gustado que haya más competencias… Denis tiene su opinión y yo la respeto mucho. Yo tengo la mía y creo diferente.

¿Piensa que está bien entonces?

Suficientemente sí. ¿Que nos faltan cosas que aprender? Sí. Pero usar la palabra mal en mi opinión creo que es quitar todo y no creo que se tenga que quitar todo. Cambiar unas cositas sí.

¿Sigue siendo el beisbol el deporte rey en Nicaragua?

Esa pregunta no la puedo contestar porque yo no me paso todo el año aquí. Nunca se va a sacar una buena respuesta, porque el fanático del beisbol te va a decir que están locos los que juegan futbol, y los que juegan futbol te van a decir que están locos los que juegan beisbol. No pudiese darte una respuesta.

¿Y no cree que ya es tiempo de darle un poco más de lugar al futbol como un deporte que está creciendo?

Yo diría que cualquier deporte que está creciendo hay que dársele su mérito, porque no sabés de dónde va a salir el próximo nicaragüense que va a poner la bandera de Nicaragua en alto en el extranjero. Y para mí eso es lo importante, no subir un deporte por el otro. Si estás buscando como poner el número uno, yo diría que el boxeo, porque Nicaragua se conoce por el boxeo más que por el beisbol.

Hablando de sus inicios, ¿cómo fue su infancia?, ¿qué recuerda de ella?

Yo nací en Rosita y viví ahí hasta los siete años. Mi infancia fue normal, como uno no sabe que no tiene nada, entonces estaba contento y era feliz. No le ponía mucha atención a las cosas materiales.

¿Tenían problemas económicos?

No. Fijate que no. En esos tiempos no sabía. La mayoría de los padres trabajaban en la misma compañía, vivíamos en casas iguales, nadie tenía carro, todo el mundo caminaba porque el pueblo era chiquito. Entonces económicamente estábamos igual que todo el mundo.

¿Desde pequeño jugó beisbol? Su mamá jugaba softbol, su papá beisbol…

Sí. El abuelo también jugaba. En Rosita solo hay un campo de beisbol y los padres salían del trabajo y los niños llegaban casi al mismo tiempo y todos se reunían en el campo de beisbol. Entonces desde que me acuerdo anduve en los campos jugando.

¿Y cuándo cae en cuenta de que tiene habilidades para el beisbol?

Como a eso de los 19 o 20 años, me doy cuenta de que puedo jugar el juego. Pero nunca le puse atención a firmar, llegar a Grandes Ligas. Yo jugaba porque me gustaba el juego.

¿Cómo pasa el beisbol de ser un pasatiempo a algo en lo que empieza a trabajar más fuertemente?

Cuando uno se da cuenta que tiene la habilidad, que puede llegar y se está dando cuenta que financieramente sería algo bueno para la familia. Pero el dinero vino por la atención que le puse al trabajo. Nunca le puse atención al dinero. Todo lo hice por amor al juego.

¿Por qué su familia toma la decisión de irse a los Estados Unidos? Usted tenía 12 años…

Nosotros nos vamos en el 82 y está empezando el Servicio Militar. Yo fui de esos niños que siempre lucí más grande y más alto para la edad que tenía, entonces cuando la vecina viene y le dice a mi mamá que van a venir por Servicio Militar mi mama le dijo: “Bueno, lo que tiene el hijo mío son 12 años” y la señora le dice: “No importa, se lo van a llevar por su tamaño”. Creo que yo haría lo mismo, pero no es una decisión fácil.

¿Y se fueron ilegales?

Claro. Nosotros llegamos y estuvimos en el país como nueve u ocho años ilegalmente. Después nos dieron la oportunidad de hacer los papeles y hacernos residentes. Y después de ser ciudadano. Eso es duro. Es más duro de lo que uno piensa, porque uno siendo nicaragüense no quiere abandonar lo suyo. Yo vengo siendo ciudadano americano a los 29 años.

¿Cómo fueron esos primeros meses en un país diferente?

Yo no hablaba. Me pasé la secundaria entera sin decir nada. Callado. Fui por la universidad callado, las Ligas Menores, callado y cuando llego a Grandes Ligas, a los 25 años, yo empiezo a hablar más.

¿Era por timidez o porque no dominaba bien el idioma?

Parte fue porque el idioma no lo hablaba. Nosotros en la Costa hablamos inglés pero con un acento criollo. Allá es los Estados Unidos eso suena raro y los niños son crueles. Cuando escuchan a alguien hablar así se ponen a reír.

Marvin Benard. LA PRENSA/Jader Flores.
Marvin Benard. LA PRENSA/Jader Flores.

¿En la secundaria le hacían bullying?

Bullying no porque siempre he tenido un buen tamaño, pero se reían de mí por la ropa que me ponía y de la apariencia que tenía. Me quedaba apartado. A mí me vienen aceptando por el deporte.

¿Entonces ya empieza a jugar beisbol más seriamente?

Sí. Los estudiantes empiezan a ponerle atención a Marvin Benard. Entonces ya me vienen reconociendo como atleta todos los profesores.

Y se gana una beca para jugar beisbol en la universidad.

Sí. Y es lo mismo, sin saber lo que tengo, si saber que los otros compañeros de equipo querían ser como yo. Se comienzan a sorprender de la manera en la que yo trabajo, porque el equipo siempre ha sido más importante que lo mío. El equipo primero y después Marvin.

¿Y cómo entra a la organización con San Francisco?

Cuando estaba en la universidad fui escogido en el 92 por los Gigantes en el round 50 del draft. A mí me estaban diciendo que era lo más malo que hay. Y eso siempre me molestó, porque yo sabía que no era primer round, pero sabía que no era un 50 tampoco.

¿Hubo momentos difíciles?

Cuando estaba en la universidad tuve un accidente en un carro. Me desbaraté el brazo y no podía jugar. Yo pensé que ya no iba a volver, pero se me hizo más difícil la cosa en las Ligas Menores que en la universidad.

¿Por qué?

Yo cuando llegué a las Ligas Menores el primer año no jugué del todo. El segundo año comienzo a jugar y me va tan mal que era el primero que llegaba al estadio, era el último que se iba y si yo estaba en un barco y me tiraba al agua no podía darle. Llegaba al apartamento y me ponía a llorar.

¿Pensó en algún momento en abandonar el deporte?

Siempre. Pero esas son las cosas que lo hacen a uno apreciar lo que tiene, dónde llegó, el trabajo que ha hecho.

Hubo un momento en el que su entrenador le dijo que querían sacarlo de la organización…

Sí. Cuando estaba en Ligas Menores llamaron tres veces para correrme y él (entrenador) les dijo que no, que él me había llevado y que él se iba a quedar conmigo. El señor siempre me decía: “Mañana es un día nuevo”. Al final de la temporada ofensivamente los números míos estaban entre los mejores tres o cuatro de la liga entera.

¿Cómo fue su primer turno al bate en Grandes Ligas?

Fue contra los Expos de Montreal el 5 de septiembre del 95 y me enfrenté a Mark Harris. El primer picheo fue una curva, el segundo una curva, el tercero una recta, y después una curva que fue un roletazo a segunda base. Son cosas que uno nunca olvida. Las piernas me comenzaron a temblar después que bateé y me senté.

¿Qué significan para usted los Gigantes de San Francisco?

La oportunidad que me dieron ellos nadie más me la quiso dar. Le tengo mucho aprecio. Pasé los nueve años míos con ellos, son como familia. Yo logré cambiar mi vida y la vida de mi familia entera gracias a la oportunidad que ellos me dieron.

Usted estuvo jugando al lado de grandes figuras como Barry Bonds, Jeff Kent, ¿qué se sintió?

Uno no le pone atención a la magnitud hasta que deja de jugar. Ahora puedo decir ¡wow!, es impresionante, pero no le ponía atención porque tenía un trabajo que hacer. Y el mío es igual de importante que el de ellos. A veces yo digo que el trabajo mío era más importante que el de ellos. Los dos ganaron MVP (Jugador Más Valioso) cuando yo estaba ahí, los dos empujaban más cien carreras, yo anotaba más de cien carreras. Yo bateaba primero, uno bateaba tercero y el otro cuarto. Así que si yo no estoy ahí, tal vez no ganan ellos. También puedo decir que si ellos no están ahí yo no anoto mis cien carreras tampoco. Él me ayudó, yo le ayudé.

¿Y cómo fue enfrentarse a Denis Martínez?

Me enfrenté a Padilla también pero fue más grande enfrentarme a Denis porque era el ídolo de todo pelotero nicaragüense. Yo le dije al entrenador que si metía hit contra Denis que me pidieran la bola por favor. No metí hit, pero eso es lo que quería.

¿Cuál fue su peor momento en las Grandes Ligas?

Para mí fue en el 2002 que tuve la primera operación. Y después de eso, en ese mismo periodo tratando de regresar me meto a lo oscuro que son los esteroides para tratar de rehabilitarme.

¿Se arrepiente?

Sí. La gente dice: “¿Te arrepentís porque te agarraron o porque lo hiciste?” Ahora puedo decir que son las dos cosas. Me arrepiento porque todo mundo piensa que lo hice mi carrera entera, entonces la palabra de uno ya no tiene el mismo valor.

¿Pero lo hizo para aumentar su rendimiento o para sanar?

Para sanar. Yo quería estar en el roster para la Serie Mundial y andaba renqueando todavía. Y una gente me dijo que eso me podía ayudar. De una vez yo empecé a correr bien, pero no me pusieron en el roster de todos modos. Esa parte me afecta a mí, porque hice una cosa y no le saqué beneficio.

Fue de los primeros escándalos por dopaje en Grandes Ligas, ¿cómo se sintió en ese momento?

No me importaba. Yo andaba buscando como regresar a jugar. En ese momento uno no piensa en eso porque está buscando cómo proteger su trabajo y cómo seguir en las Grandes Ligas.

En 2003 terminó su carrera… Después de nueve años ¿qué se sintió dejar de ser un big leaguer?

Esa es la parte del beisbol a la que uno no le pone atención, es la parte del negocio, porque es una compañía, una empresa. Sentís que te usaron, sentís que sos como una ropa vieja que te tiran al lado. Pero económicamente te dieron también. Hay que buscar balances.

¿Termina su carrera y qué pasa? ¿Regresa a Nicaragua o se queda en Estados Unidos?

Yo me quedo en Estados Unidos. Me quedo en la casa por ocho años antes de que yo regresara a un estadio de Grandes Ligas. No veía beisbol. Me afectó tanto en el sentido de que era un trapo viejo y no quería nada que ver con ellos. Pero con el tiempo uno cambia su mentalidad.

Y luego regresa como mánager de la selección…

Ya uno se da cuenta cómo son las cosas, de lo que pasa dentro y fuera del terreno, tengo mejor entendimiento, ideas, mejor material para defenderme y se me presenta la oportunidad y teniendo el amor que tengo por el juego, entonces acepto.

¿De qué vive Marvin Benard? ¿De su salario como mánager?

No. Yo he tenido la suerte de que gané buen dinero en Grandes Ligas.

¿Cómo cuánto?

Yo creo que en mis nueve años, ando por los 14 millones (de dólares) que heganado. Y gracias a Dios los he protegido. Yo vivo de eso. Yo pensé en el mañana y me quedan unos dos pesos todavía.

¿Y de su academia de bateo?

Me sale dinero también. De eso y del salario de los Gigantes vivo cómodo y tranquilo.

¿Es un hombre de lujos?

No, no. La última vez que compré algo para mí fueron dos años, unas camisas. Me da lo mismo, la ropa no me hace, yo hago la ropa. ¿Que me gustaban las cosas lujosas cuando estaba en Grandes Ligas? Sí.

¿Y qué lujos se daba?

Me hacían mi ropa… Pero son lujos babosos. Ya no vivo esa clase de vida. Vivo una vida sencilla.

¿Y de esos 14 millones cuánto tiene ahorita?

(Ríe) Yo te hablo más de lo que fue. Pero esto te puedo decir: Yo trabajo porque quiero, no porque tengo qué. Si yo no quiero trabajar me quedo en mi casa tranquilo y no hay problema. Pero lo hago porque me gusta, porque no me gusta estar sentado haciendo nada.

¿Algún día el beisbol va a abandonar la vida de Marvin Benard?

Siempre va a estar conmigo. Me gusta, le tengo un amor y creo que hago un buen trabajo hablando con los muchachos y los niños. Voy a estar involucrado hasta que Dios me diga que ya no.

 

PLANO PERSONAL 

Marvin Larry Benard nació el 20 de enero de 1970

Está casado desde hace diez años y tiene tres hijos.

Disfruta comer gallopinto, vigorón y nacatamal.

Le faltan dos clases para culminar su licenciatura en Kinesiología.

Ha tenido ocho operaciones durante su vida.

Le gustan las películas internacionales que reflejan la cultura de diferentes países.

En su lista de lugares por conocer tiene Australia, Argentina y Brasil.

Le gusta escuchar a Roberto Carlos cuando se pone melancólico.

Asegura que es un excelente amo de casa. Sabe cocinar, limpiar, cambiar pañales, por eso dice que no necesita a su esposa.

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