El papa Francisco les abrió las puertas de la Iglesia católica a los divorciados que vuelven a contraer matrimonio, para que puedan acceder según sea el caso a la comunión.
Además, aceptó las uniones de hecho y rechazó con firmeza el matrimonio entre homosexuales en un documento donde la Iglesia fija su visión sobre la familia.
Al pedir su inclusión en la Iglesia, la exhortación apostólica de Francisco sobre la familia responde a las expectativas de los divorciados que se vuelven a casar, por lo civil.
“No es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación llamada irregular viven en una situación de pecado mortal”, sostiene Francisco en su texto.
La segunda exhortación apostólica del papa, “Amoris Laetitia” (“La alegría del amor”), fija las líneas de la Iglesia sobre la familia y el matrimonio, e invita ante todo a “acompañar, discernir e integrar”.
El documento es el fruto de dos ciclos de consultas y de dos tensos sínodos celebrados en octubre de 2014 y octubre de 2015 sobre la crisis que vive la familia.
El pontífice argentino decidió convocar dos sínodos sucesivos sobre un mismo tema para instar a la Iglesia a reflexionar y actualizarse ante las transformaciones de las sociedades modernas.
Francisco invitó a la Iglesia a hacerles sentir a los divorciados que se vuelven a casar “que son parte de la Iglesia” y recuerda claramente que “no están excomulgados”.
SÍ A UNIONES DE HECHO
En la segunda exhortación de su breve pontificado, Francisco acepta las uniones prematrimoniales como un paso adelante “hacia el camino de la plenitud del matrimonio y de la familia” y reconoce las numerosas razones por las que las parejas, según el contexto social y cultural, deciden convivir.
Dividido en nueve capítulos y 325 párrafos, Francisco reitera que la Iglesia que “no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas”.
En el capítulo que aborda las relaciones homosexuales, reitera que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, debe ser “respetada en su dignidad” y evitarle “discriminación injusta”.
Sin embargo, considera “inaceptable” la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio entre un hombre y una mujer, y subraya que “no existe fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas”, entre ambas realidades.