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Patrón de desarrollo agropecuario, deforestación y desertificación

A partir de mediados del siglo XX las mejores tierras en las planicies del pacífico fueron siendo acaparadas por los cultivos de agroexportación más intensivos en capital y tecnología, con fuerte uso de riego, principalmente en el occidente del país.

El actual patrón de desarrollo agropecuario, de carácter extensivo, está sustentado en diferentes racionalidades económicas que, sin embargo, confluyen en producir la máxima explotación posible de aquellos recursos —suelo, bosques, agua, biodiversidad— que en un momento dado pueden generar al menos de manera temporal, importantes rentas o beneficios, sin consideración alguna acerca de la sostenibilidad de este patrón para el país como un todo.

A partir de mediados del siglo XX las mejores tierras en las planicies del pacífico fueron siendo acaparadas por los cultivos de agroexportación más intensivos en capital y tecnología, con fuerte uso de riego, principalmente en el occidente del país.

Mientras tanto, los rubros en los que han tenido un mayor peso los pequeños y medianos productores fueron siendo desplazados hacia zonas de laderas, en la región montañosa del interior y hacia el Atlántico, particularmente en su vertiente oriental, más húmeda, generando, de manera permanente, nuevos frentes de avance de la frontera agrícola.

Luego de ser contenida por el conflicto bélico en los 80, en los 90 se reinició con fuerza la expansión de la frontera agrícola, a costa de la cobertura boscosa remanente, por cuenta de la expansión del área cultivada de granos básicos, pero sobre todo de la dedicada a la ganadería extensiva.

Este desplazamiento de la pequeña y mediana producción campesina hacia el interior del país, y posteriormente a la nueva frontera agrícola del trópico húmedo en el este, junto con la expansión de la ganadería extensiva, la presión demográfica y el empobrecimiento rural, que fuerzan a los campesinos pobres a migrar hacia los nuevos frentes de expansión de la frontera agropecuaria, se constituyeron en los factores más importantes que propulsan el proceso de deforestación.

Sin embargo, la explotación forestal que avanza sobre los bosques naturales, buscando extraer el máximo de madera y de redituabilidad a corto plazo, está desempeñando un rol cada vez más evidente en la desaparición de los bosques.

Se han generado así avanzados procesos de deforestación, pérdida de fertilidad, del espacio para el desarrollo de raíces y de la capacidad para el almacenamiento de agua, y procesos de erosión del suelo desde un grado leve a severo en la mayor parte de estas áreas.

Pero en estos días se están manifestando, de manera muy clara, signos básicos del agotamiento de este patrón tradicional de crecimiento agrícola. Los mapas muestran que el avance de la producción agropecuaria de las zonas de trópico húmedo ya está alcanzando sus límites, y está dando origen a conflictos inter-étnicos sumamente graves.

En lo que respecta al suministro de agua, aunque a nivel nacional la disponibilidad de agua todavía es suficiente para cubrir la demanda, para las cuencas que drenan al pacífico si bien la disponibilidad todavía es mayor que la demanda, la brecha existente es poco significativa y apunta a un agudo problema de escasez futura.

Las sequías recurrentes están contribuyendo a reducir el nivel de los acuíferos, lo cual disminuye el caudal base. Las lluvias torrenciales de poca duración, producto de la variabilidad climática, no contribuyen a una recarga completa.

Los pozos someros se secan y el bombeo de los pozos para riego se incrementa. La recarga sub-superficial y subterránea decrece y numerosos ríos, manantiales y quebradas desaparecen, dejando un alto porcentaje de la población desabastecida.

La deforestación y el deterioro de los recursos naturales, principalmente el suelo, han causado la reducción en la infiltración del agua. Con el aumento en los periodos de sequía y la insuficiente recarga los problemas se acentúan.

En estos momentos de crisis se hace patente la necesidad de cambiar, finalmente, el patrón de crecimiento agropecuario, haciendo realidad la frase que nos convoca a “convertir la crisis en oportunidad”. Después, lamento repetirlo, será demasiado tarde.

*Economista

Economía Agropecuario Desarrollo Nicaragua archivo

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