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Grave retroceso en Honduras

La Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Honduras, dictó esta semana una resolución que deja sin validez la prohibición constitucional de la reelección.

Nos referimos al artículo 239 de la Constitución hondureña, que dice textualmente: “El ciudadano que haya desempeñado la titularidad del Poder Ejecutivo no podrá ser presidente o designado. El que quebrante esta disposición o proponga su reforma, así como aquellos que lo apoyen directa o indirectamente, cesarán de inmediato en el desempeño de sus respectivos cargos y quedarán inhabilitados por diez años para el ejercicio de toda función pública”.

De manera que los magistrados que han declarado nulo ese artículo constitucional, deberían ser destituidos e inhabilitados para ejercer cargos públicos. Por atentar contra esa norma constitucional fue destituido, en junio de 2009, el entonces presidente Manuel (Mel) Zelaya, quien mediante estratagemas pretendía reelegirse al menos para otro período presidencial. Esa pretensión de Zelaya, quien había metido a Honduras en la alianza de gobiernos autoritarios Alba, provocó una aguda crisis que sacudió a toda la América Latina y el Caribe. Inclusive, los gobiernos del Alba que estaban muy fuertes para esa época encabezaron una agresiva intervención política regional contra Honduras, en la que arrastraron a Estados Unidos, para tratar de restaurar a Zelaya en el poder.

Pero no lo lograron. El presidente Roberto Micheletti, quien había sustituido a Zelaya de acuerdo con lo establecido en la Constitución, resistió la presión regional, hizo valer la norma constitucional y garantizó la pronta realización de elecciones justas y limpias para la continuidad del proceso democrático hondureño.

Ahora, las mismas instituciones que en 2009 defendieron la norma suprema de la no reelección (o sea los partidos políticos, la presidencia de la república y el poder judicial), han anulado mediante una simple resolución judicial el precepto sagrado de que en Honduras nadie debe ser presidente más de una vez.

El expresidente Micheletti ha dicho que “el tema (de la reelección) no está a la altura en un país como el nuestro, no hay ningún beneficio o alternativas que pueda generar esta decisión a tomar… El país tiene suficientes elementos, mucha capacidad e intelectualidad en miles de hondureños que pueden aspirar para gobernar el país”.

La reelección presidencial ha sido nefasta en Honduras, igual que en Nicaragua. Ya sea por debilidad de las instituciones, por fallas de la cultura política o por falta de educación democrática de los ciudadanos, la reelección solo ha servido para perpetuar en el poder a políticos autoritarios y corruptos y para causar ruina y violencia.

Por eso se estableció en Honduras la regla constitucional de que quien ejerce una vez la presidencia no puede volver a ejercerla, una conquista democrática preciosa a la que la clase política y judicial hondureña está renunciando de manera vergonzosa y lamentable.

Editorial Honduras Manuel Zelaya Roberto Micheletti archivo
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