Una mayoría de la Cámara de Diputados de Brasil ha aprobado la apertura de un proceso de destitución o “impeachment” contra la presidenta de gobierno, Dilma Rousseff. El caso será remitido al Senado, que definirá si la mandataria finalmente responderá a un juicio político que le puede costar el cargo.
El Sí al “impeachment” recogió 367 votos en la Cámara, 25 más de los 342 que representan los dos tercios necesarios para aprobar la moción de destitución. El No obtuvo 137. Hubo 7 abstenciones y dos diputados ausentes.
Partidarios y detractores de Rousseff defendieron sus posturas con encendidos discursos en la tribuna del Parlamento, que se transformó en un singular acto en el que se impusieron los gritos, las descalificaciones, las banderas brasileñas y las bandas verdes y amarillas, que identifican a los partidarios del juicio.
El líder de la bancada oficialista en la Cámara de Diputados de Brasil, José Guimaraes, admitió la victoria de los partidarios del “impeachment” contra Rousseff. “Los golpistas vencieron aquí en la Cámara”, pero “esta derrota provisoria no significa que terminó la guerra”, dijo.
Ningún tribunal ha acusado a Dilma Rousseff, pero la oposición sostiene que existen motivos para su destitución por maquillar las cuentas públicas en 2014 y 2015, modificar los presupuestos por decreto y contratar créditos con la banca pública.
JUICIO FINAL
El Senado formará una comisión de 21 miembros, que dará su opinión sobre la admisibilidad del proceso. Para que un dictamen de destitución sea aprobado en el plenario de la Cámara alta y se instaure el proceso, necesita una mayoría simple sobre el número de los presentes, una vez conseguido un quórum de 42 senadores. De no lograr ese respaldo, el proceso se archiva.
Analistas consideran improbable que el Senado rechace el dictamen que ya tuvo el visto bueno de la Cámara de Diputados y de una comisión propia en la que están representados todos los partidos de la Cámara alta.
Si el Senado valida una moción de destitución, Rousseff sería apartada de manera provisoria de sus funciones durante un máximo de 180 días, para dar lugar al juicio propiamente dicho. Sería reemplazada por su vicepresidente, Michel Temer, del partido centrista PMDB. Según los especialistas, sólo en ese momento empezaría la verdadera recolección de pruebas y testimonios.
La sesión final del juicio tendría lugar en el plenario del Senado, bajo la dirección del presidente del Supremo Tribunal Federal (STF). Son necesarios dos tercios de los votos del Senado (54 de un total de 81), para destituir definitivamente a la mandataria, cualquiera sea el número de los presentes. De lo contrario, ésta reasumiría inmediatamente sus funciones.