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El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, en el Palacio de la Moncloa. LA PRENSA/EFE

Rajoy se reúne con el presidente catalán casi dos años después de enfrentamiento

"Que se mantengan abiertos los puentes de diálogo es una buena noticia", celebró por su parte el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo.

El jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, recibirá este miércoles en Madrid al presidente catalán, el independentista Puigdemont, la primera reunión a este nivel tras casi dos años de enfrentamiento por las aspiraciones separatistas de los líderes de esta región.

“Voy con buena voluntad, siempre partiendo de un razonable escepticismo”, explicó este 20 de abril Puigdemont, que acaba de cumplir sus primeros cien días en el cargo tras ser escogido en enero como sustituto de Artur Mas, el impulsor del proceso independentista catalán.

“Que se mantengan abiertos los puentes de diálogo es una buena noticia”, celebró por su parte el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, en la radio Onda Cero.

Pocos resultados concretos se esperan del encuentro debido a las posiciones antagónicas entre ambos y a la incertidumbre política de España, sin gobierno electo desde las elecciones de diciembre y abocada probablemente a repetir comicios en junio si los partidos no alcanzan un acuerdo en dos semanas.

El último encuentro a este nivel se remonta a julio de 2014, cuando Rajoy se reunió con el entonces presidente Artur Mas, que le pidió un referéndum de independencia en esta rica región nororiental y reclamó mejoras económicas y más inversión para Cataluña.

Lejos de acercar posiciones, el encuentro inició una escalada de la tensión entre Barcelona y Madrid: en noviembre de 2014, el ejecutivo catalán impulsó una votación simbólica sobre la independencia prohibida por Madrid y que terminó con una querella contra Mas y tres miembros de su gobierno.

En las elecciones de septiembre de 2015, los independentistas consiguieron la mayoría absoluta del parlamento regional, dividida entre una gran coalición de liberales y progresistas y la izquierda radical, y aprobaron una moción impulsando un plan de secesión de 18 meses y declarando su insumisión a las instituciones españolas.

Pero tras la renuncia de Mas, que retiró su candidatura a presidente para facilitar un acuerdo entre su coalición y la izquierda radical, Puigdemont, a priori más independentista, imprimió un tono más moderado.

En las últimas semanas, el nuevo presidente se reunió con los principales líderes políticos españoles y este miércoles lo hace con Rajoy, con quien sólo había hablado unos pocos minutos en un acto oficial en Barcelona.

En su reunión, además de reclamar mayores inversiones para Cataluña y aumentar el techo de déficit para la endeudada región, el presidente catalán planteará de nuevo la necesidad de negociar un referéndum de independencia, algo que para el nacionalismo era agua pasada hace tan sólo unos meses.

“Las 16 veces que lo hemos pedido no impedirán que lo hagamos una decimoséptima vez”, aseguró este miércoles en el parlamento regional. Pero “mientras no se pacta, este gobierno seguirá impulsando su hoja de ruta”, añadió.

Esta hoja de ruta en principio contemplaba declarar la independencia en 18 meses. Sin embargo, en las últimas semanas, matizaron el mensaje: ahora el objetivo es preparar los órganos administrativos necesarios para “situar a Cataluña a las puertas del Estado propio”.

“Están empezando a tomar conciencia del principio de realidad. Es evidente que en 18 meses no habrá independencia”, opina el analista político Josep Ramoneda.

Éste subraya la “delicada” situación financiera del gobierno regional: su deuda está calificada como bono basura, no puede financiarse en los mercados y su liquidez depende de los préstamos del ejecutivo español con quien quieren romper.

Tampoco disponen de un apoyo indiscutible: en las elecciones del 27 de septiembre sólo obtuvieron el 48% de los votos y su mayoría absoluta en el parlamento depende del voluble apoyo del pequeño partido radical CUP.

Por ello buscan aumentar sus votantes con un programa muy social, con medidas como erradicar los desahucios, prohibir los cortes de suministros en hogares vulnerables o aumentar la inversión en sanidad pública, que contrastan con la austeridad aplicada durante la crisis tanto desde Madrid como desde Barcelona.

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