Esta noche es el encuentro entre la bella y el campeón, una bestia se espera que sea soltada en el Forum Inglewood, un show de destrucción sobre el cuadrilátero se aproxima, ese es el nivel de exigencia que ha alcanzado Román “Chocolatito González y más por el rival que tendrá en frente, sin historia profesional, sin nombre que lo respalde, más que su amateurismo, y sin sangre por la cual rugir. McWilliams Arroyo vive de su pasado y se atrevió a buscar su futuro en un agujero negro. No le bastó medir su nivel en Tailandia y perder, ahora trata de surgir a lo milagroso ante las bayonetas del “Chocolatito”.
No hay que confundir lo caballeroso y la preocupación que muestra “Chocolatito” cuando habla con un respeto desmedido hacia sus oponentes. En 1947 cuando Sugar “Ray” Robinson hizo colapsar a Jimmy Doyle, alguien le preguntó: ¿No pudiste percatarte que estaba muy lastimado? —Señor, respondió Sugar—, mi negocio es lastimar a mis rivales. Ese es el negocio de González y sin contemplación alguna se espera que destroce al puertorriqueño, quien es muy cauteloso e inteligente, no obstante se medirá a un ser superior en todas las habilidades del pugilismo.
CÓMO PREVENIR LA SORPRESA
Aquí hay que cambiar el casete de lo acostumbrado. Nicaragua ha vivido casi toda su vida deportiva de la sorpresa, sin embargo, hay sus excepciones como Alexis Argüello y Román González.
Actualmente no hay que buscarla como sucedió con Adonis Rivas, Byron Rojas o Eduardo Márquez, llegó el momento de prevenirla y para González ceder mucho terreno en los primeros asaltos frente a Arroyo puede descarrilar la teoría.
No se deben repetir los errores del pasado como ocurrió ante Brian Viloria, ¿tres asaltos de estudio? ¡Por Dios! Eso debe ser tarea en casa, sobre las cuerdas no hay nada nuevo que ver del contrincante, solo es ejecutar la estrategia previa.
¿CORRERÁ ARROYO?
La intriga es qué tipo de pelea implementará Arroyo, de Román no es ninguna incógnita, está listo para el choque, seguir a una presa, tiene piernas y resistencia, además de la habilidad de achicar los espacios para descargar las largas combinaciones hasta que el cuerpo del oponente se mueva como una pera loca y se derrumbe.
“Arroyo va a fajarse en los primeros tres asaltos, cuando sienta la pegada empezará a correrse”, cree Arnulfo Obando. “A Chocolatito nadie se le ha parado y hacerle sentir el golpeo”, aseguraba el hermano de McWilliams, McJoe Arroyo, dando pistas de lo que podría mostrar. A pesar de ello, el boricua no parece tener el corazón para entregarlo sobre la tarima, el exceso de cautela lo hace retroceder.
EL DESENLACE
“Los hombres duros no bailan”, decía el escrito Norman Mailer. “Chocolatito” no tiene nada porque especular ni bailar.
El desenlace de la función no tendrá otro final que el nocaut, a menos que Arroyo pelee a la sobrevivencia y que después de 12 asaltos diga, “le sobreviví a Chocolatito”.
Parado y en ataque es impecable Román en la armonización de sus movimientos. La lucha la planteará Román con una pauta definida, ir hacia delante sin descanso, evitar ese cruzado de Arroyo y ripostar con su gancho de panteón y derecha alucinante.
Si se faja Arroyo se suicida. Al puertorriqueño le dicen campeón fuera del ring, lo cual significa que es campeón de la nada, es la bella y Román la bestia.