Román “Chocolatito” González ya no es el mismo, su semblante ha cambiado por completo, ¿cómo puede el organismo pasar aceleradamente del cementerio a la vida?
Román, a parte de su talento natural para boxear, posee una capacidad inigualable para recobrar la fuerza, la vitalidad y el anhelo de defender la corona, después que salir del obstáculo del peso, está listo para el combate, pretendiendo subir esta noche en las 122-123 libras.
“Estoy bien, ya estoy firme. No habrá problemas para recuperarme”, decía González mientras caminaba por el escenario. Esta vez no fue el primero como ocurrió hace un año, sucedió algo no cotidiano pero tampoco anormal, ¿Qué se hizo aquella alma con un espíritu errante? Desapareció, todo indica que hubo un arreglo entre los manejadores de McWilliams Arroyo y Román González para hacer el pesaje antes a puertas cerrada y posteriormente presentarse frente al público y el periodismo.
“Chocolatito” regresó a la habitación de su hotel con su equipo de trabajo. No confió en la comida del Sheraton y mandaron a comprar rehidratantes y pastas, y como es común para los boxeadores del promotor japonés Akihiko Honda, recibió una misteriosa sustancia. “Chocolatito” bebió un poco de gaseosa y luego se marchó a dormir a su habitación 823.
“Pienso que ahora que veo las cosas con mucha más claridad, que me sentiré igual de fuerte que con Viloria, es el momento y puedo hablar normal y estar tranquilo, así que como ha dicho McWilliams Arroyo, si quiere derrotarme tendrá que hacer casi un milagro, porque yo estoy dispuesto a entregarme por completo. Le agradezco a Dios por haberme guiado hacia el peso”, concluyó un González diferente, sin el estómago grujiendo, sin los ojos resaltados y la boca seca. Este era otro Román, el que pasó de la muerte a la vida.