Román “Chocolatito” González, quien ha probado ser no solo un artista del boxeo, sino el mejor de cuantos púgiles suben al entarimado, tendrá hoy otra oportunidad para seguir agrandando su figura, cuando exponga su corona mundial mosca (112 libras) del CMB.
González, quien seduce por la brillantez de sus exhibiciones, la versatilidad de sus recursos y la elaboración de su boxeo, se mide a McWilliams Arroyo, un destacado pugilista amateur, pero que aún intenta sacar la cabeza del anonimato en el profesionalismo.
Román es el claro favorito. Su boxeo sin fisuras, que suele mezclar exquisitez con poderío y velocidad con sentido del momento, le da ventaja. Ha probado ser inteligente, hábil y corajudo, mientras construye un resplandeciente legado que ha de sostenerlo en el tiempo.
Arroyo no es ningún flan. Es un pugilista con un respetable recorrido como aficionado y con una gran ética de trabajo. Sus armas son su cruzado de izquierda y volado de derecha, los que dispara sin cesar. Parece fascinado por estar en la línea de fuego.
Claro, aún no ha tenido un oponente de la magnitud del nica, quien ha arrasado con púgiles de todos los calibres y estilos, pero eso no significa que se le deba subestimar, y menos todavía, creer que ya está vencido. Hay que subir y darle duro para derrotarlo.
Pero el boxeo de González es de otro nivel. Matiza su agresividad con pinceladas inteligentes de técnica a un ritmo cadencioso, mientras acosa, acribilla e inmoviliza. Es un castigador fiero, que combina golpes de manera prolongada y mortífera hacia todos los ángulos.
El nica no es invulnerable. En algún momento será vencido, pero a juzgar por los antecedentes de ambos, uno cree que, al menos hoy, vamos a seguir celebrando su reinado como el mejor del mundo.