Los efectos de la variabilidad climática provocaron que en el último ciclo agrícola el rendimiento promedio en la producción de frijol cayera en 21.87 por ciento.
El Anuario de Estadísticas Macroeconómicas 2015, publicado por el Banco Central de Nicaragua, detalla que en el ciclo agrícola 2013-2014 el rendimiento promedio en la producción de frijol se ubicó en 12.8 quintales por manzana y en el ciclo 2014-2015 bajó a diez quintales por manzana.
El retroceso provocó que pese a un incremento de 33,500 manzanas en el área dedicada a la producción del grano en el ciclo 2014-2015 la producción nacional del grano cayó en 13.75 por ciento.
“Esperamos que en el ciclo que viene llueva bien porque ahí no se puede hacer nada, más que esperar que llueva… ya que el frijol depende mucho de la lluvia”, admite Álvaro Fiallos, presidente de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG).
A la escasez de lluvia se agrega el uso de suelos no aptos, la erosión y deterioro de los suelos, la deforestación. “Además, en los frijoles las altas temperaturas son graves porque hacen que las flores se aborten así que si no hay buena lluvia estamos muertos”, advierte Fiallos.
Esta suma de elementos ha incidido en la reducción de los rendimientos, no solo del frijol sino de la mayoría de cultivos y ha provocado también un incremento en los costos de producción.
ENFOQUE AGROECOLÓGICO
“Como hay más plagas hay que usar más químicos para combatirlas esto junto con el cierre de algunos mercados de exportación, como el de Venezuela, reduce los márgenes de ganancia y desincentiva la producción del grano. Por eso lo más indicado es volcarse a la producción orgánica”, dice María Auxiliadora Briones, gerente general de la Fundación para el Desarrollo Tecnológico Agropecuario y Forestal de Nicaragua (Funica).
Para Briones, una alternativa que tienen los medianos y grandes productores, que comercializan su producción, es redirigir su producción hacia el enfoque agroecológico que es más rentable y a la vez más saludable. “Es cuestión de adoptar nuevas prácticas y tecnologías e innovaciones adaptadas a cada zona”, dice Briones.
Briones coincide con Fiallos en que los productores de subsistencia usan este sistema y lo que les falta es una certificación de producción orgánica. “Porque en realidad producen de forma natural, prácticamente no agregan ningún químico. Ese es un beneficio de la pobreza, porque no tienen dinero para comprar químicos”, sostiene Fiallos.
Briones añade que esto sumado a un asunto cultural tiene asegurada la producción de los granos básicos aunque esta no sea rentable. Sin embargo, considera que debe tomarse en cuenta qué tanto garantiza este tipo de producción la alimentación de este segmento de productores y sus familias. “Es ahí donde deben intervenir las políticas públicas”, dice Briones.
Otro factor que puede cambiar esta realidad es el uso de semillas que soporten más la sequía. El Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) ha liberado alguna que ya se utiliza. Sin embargo, Fiallos admite que su disponibilidad todavía es muy limitada.
2.75
millones de quintales es el consumo anual de frijol entre los nicaragüenses, según el Plan Nacional de Producción, Consumo y Comercio del ciclo agrícola 2013-2014. El excedente de la producción es colocado en el mercado internacional.