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Sergio Boffelli

Imponen agenda al oficialismo

Las denuncias documentadas sobre despale indiscriminado, sequía y falta de agua potable, llevadas a cabo por pobladores y activistas en redes sociales, y reportajes en medios independientes, apabulló al oficialismo de tal manera que intenta arrebatarles la bandera y eximirse de responsabilidades por el deterioro de nuestros recursos naturales.

Los vacíos no se crean, sino que existen. El reto es descubrirlos y llenarlos. De ahí que, si no se está preparado, es contraproducente anunciarlos, pues sobrará quienes querrán ocuparlos. A menos que la intención sea —precisamente— atraer al adversario al terreno contrario, hacerle creer que se apropia de iniciativas, sin enterarse que le han dictado una agenda que lo obligará a caminar sobre arenas movedizas, invertir tiempo, energía, dinero, y demostrar resultados convincentes. O fracasar a la vista de todos.

El libro El arte de la guerra, descubierto en 1972 y atribuido al general chino Sun Tzu, de hace más de 2,000 años, alecciona al mundo occidental incluyendo estrategias políticas y de comunicación. Por ejemplo: “Cuando se está cerca, se debe parecer lejos, cuando se está lejos, se debe parecer cerca. Se muestran carnadas para incitar al enemigo. Se finge desorden y se lo aplasta”.

A simple vista las denuncias de la sobreexplotación de bosques y sus efectos, señalaron un vacío, permitiendo que el oficialismo se maquille ayudado por su maquinaria propagandística junto a modelos, cantantes, diseñadoras de moda, misses y partidarios. Conocedores de las enseñanzas de Sun Tzu, aplican la máxima: “Sustituye las banderas y estandartes de tu enemigo por los tuyos, mezcla sus carros de guerra con los propios y móntalos”.

Sin embargo, me parece que los movimientos ambientalistas conocen a Sun Tzu mejor que los publicistas gubernamentales, y los han conducido a un callejón oscuro al aplicar otro sabio consejo del general: “Conquistará quien haya aprendido el arte de la desviación. Tal es el arte de las maniobras”.

Si bien para algunos la impresión es que facilitaron al Gobierno una causa que agita entusiasmado, en realidad su respuesta es producto de saberse descubierto. Sabido es que no van a revertir el deterioro de bosques y ríos con vedas tardías ni improvisadas siembras de arbolitos al descuido y a su suerte. Para ellos es asunto de imagen. Y esa es su gran debilidad. ¿Por cuánto tiempo sostendrán esta campaña fantasiosa? ¿Cuáles impactos medibles y creíbles podrán ofrecer?

La soberbia es el talón de Aquiles de los poderosos. Les nubla la vista. Y el problema de unos se convierte en ventaja para otros. Eventualmente la mentira y manipulación no funcionan, pues sabemos de “la pulpería” de sus negocios, el desperdicio en arbolatas que cuestan millones, la falta de previsión, regulación y supervisión de las autoridades, oídos sordos al clamor de expertos y desprecio a las demandas de la población.

Los científicos y activistas ambientales deberán medir el impacto de la campaña gobiernista, que cree se trata de declaraciones, promesas, etiquetas en redes sociales, videos, canciones, fotos posadas y afiches. Pero esto es asunto de hechos concretos, verificables y duraderos.

En un tema de tanta trascendencia e implicaciones, mientras el oficialismo sigue una agenda impuesta —a lo que no está acostumbrado— es indispensable fiscalizarlo, continuar denunciando abusos al medioambiente y desarrollar acciones ciudadanas.

El autor es periodista, con posgrado en Mercadeo y Publicidad.

Opinión Nicaragua oficialismo archivo
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