Pensará: “¿Pero cómo, si no me alcanza ni para la comida?”, o “tengo demasiados gastos y gano muy poco”… Pero esas solo son excusas, si no tiene ahorros es porque simplemente carece de voluntad.
El problema radica en que generalmente asociamos la palabra ahorro con grandes sumas de dinero, lo que provoca que haya un rechazo casi inmediato a la posibilidad. Esto ocurre porque lamentablemente hemos querido importar “fórmulas” o “recetas” extranjeras, que al no tener capacidad de cumplirlas, frustra y tira por la borda la intención.
A finales de 2015 empezaron a circular en las redes sociales publicaciones europeas sobre el reto de ahorrar en euros el número de la semana en curso y mucha gente quiso aplicarlo en dólares aquí. Se supone que la idea es adaptarse a ahorrar gradualmente; la primera semana un dólar, la segunda dos dólares, luego tres y así sucesivamente. Pero… ¿qué ocurrirá cuando llegue, por ejemplo, a junio? Según el número de semanas ese mes (23, 24, 25 y 26)tendría que ahorrar 98 dólares. ¿Y en noviembre? Ese mes tendría que ahorrar 186 dólares. Puede que sea factible para un porcentaje reducido de la población, pero no a la mayoría. Esa mayoría que lamentablemente, por querer seguir la corriente, desiste a medio camino y termina en nada.
Los datos más recientes de la base de datos del Banco Mundial Global Findex muestran que en 2014 solo el 8.1 por ciento de la población de Nicaragua mayor a 15 años decía tener una cuenta de ahorro. Esto nos refleja la baja importancia que se le da en el país. ¿Cómo cambiamos esto?
1. Lo primero es cambiar la idea errónea de que los ahorros pequeños no valen la pena. Cualquier cantidad es mejor que cero. A nivel internacional hay recomendaciones de porcentajes “mínimos” ideales para el ahorro, pero si vamos a empezar, lo haremos con montos realistas. Recuerde que el primer paso para ordenar su vida financiera es hacer su presupuesto, pues ahora nuestro próximo paso será garantizar que siempre en nuestro presupuesto haya una partida para el ahorro y, sobre todo, respetarla.
No subestime ninguna cantidad. Si su capacidad inicial de ahorro son 100, 200 o 300 córdobas, con eso iniciaremos. Y conforme vayamos adaptándonos al hábito revisaremos cómo recortar gastos menos necesarios y los completamente prescindibles, de modo que podamos ir aumentando gradualmente sin provocar déficits.
2. Evite los excesos y gastos innecesarios. Cuando quiera hacer una compra impulsiva aplique tres pasos. Uno: vea el precio y cuantifique cuántos días y/u horas debería trabajar para comprarlo. Si su salario bruto son 10,000 córdobas, su paga por día son 333.33 córdobas. Imagine que fue a un centro comercial y se enamoró de un pantalón de 40 dólares. Serían unos 1,135 córdobas, es decir cerca de 3.5 días de trabajo. ¿Trabajaría casi cuatro días por un pantalón nuevo? Paso dos: suponga que sí está dispuesto, entonces pregúntese: ¿realmente lo necesita? Si cree que sí, espere al menos una semana antes de llevar a cabo la compra. Probablemente después de ese tiempo no pensará igual. Paso tres: si no logró superar la prueba con los dos pasos anteriores, piense en la rentabilidad de la compra: ¿qué uso le dará? Si se lo pondrá si acaso una vez cada tres meses, ¿vale la pena?
3. Haga rendir su dinero. Si quiere ahorrar debe darle peso hasta a su último peso, ¿cómo? En columnas anteriores hemos dado varios tips, entre los que destacan: comparar siempre los precios, buscar alternativas más económicas o sustitutos y finalmente revisar —y en la medida de lo posible recortar— esos “pequeños” gastos del día a día que a la larga nos suman considerables montos. Ese café de la tarde, el postre, la gaseosa… Formas de ahorrar siempre hay.
*Editora de Activos
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