Humberto Antonio García, de 38 años, mejor conocido como Tony García, vivió su niñez y adolescencia en el Reparto Schick, uno de los barrios más peligrosos de la capital de Nicaragua. Sin embargo, creció rodeado de sus dos pasiones: la música y la radio. Y un día de buenas a primeras tuvo la oportunidad de viajar a Estados Unidos y él sin pensarlo aceptó, sin saber que ese viaje sería sin boleto de regreso.
A finales de los años 90, él estudiaba Comunicación y trabajaba en una radio capitalina. Además, en su tiempo libre tocaba en un grupo musical de la iglesia a la que acudía. Y en una actividad a la que fue, asistieron unos amigos de California, Estados Unidos, lo escucharon tocar y vieron talento en él. Entonces, le propusieron viajar a ese país.
Su papá era taxista y su mamá ama de casa. Él fue el tercero de seis hijos. A simple vista, no tenía los recursos para irse del país. Pero algo pasó. Uno de sus amigos estadounidenses le ofreció pagar todos sus gastos: la visa, el boleto, el hospedaje y la comida, una oportunidad que no podía dejar pasar.
Sin más preámbulos, gestionó todo y se fue. Pero cuando estaba cerca de vencerse su visa, su amigo lo convenció de quedarse a vivir en San Francisco, California, le dijo que con ayuda de la Iglesia podía conseguir la residencia y él decidió quedarse, aun sabiendo que podría ser deportado en cualquier momento. Ese fue solo el inicio de su historia pues con el pasar de los años y con ayuda de Dios y un poco de suerte, se convirtió en locutor oficial de varias cadenas internacionales.
“En ese entonces trabajaba para una emisora y pude haber dicho que no, estaba tranquilo en Nicaragua, nadie me estaba sacando, no tenía ningún problema pero resulta que consideré la posibilidad de quedarme, porque me pareció buena en ese momento”, recuerda Tony García, vía telefónica, desde Miami, Estados Unidos.
Penas y alegrías
La decisión que tomó cambió su vida radicalmente, pasó de caminar por las calles de Managua a vivir en una ciudad que parecía un país dentro de otro país. Además, la vida como ilegal no era lo que había previsto, pues al no tener documentos no podía trabajar ni conducir, vivía de la ayuda que le daban en la Iglesia y de un trabajo informal como repartidor de vegetales en un supermercado, que realizaba dos veces por semana.
“Llegó un momento en que le dije a mi mamá que me quería regresar a Nicaragua, aquí no veía oportunidades, y ella me dijo: ‘Venite que aquí aunque sea arroz y frijoles comemos’”, cuenta.
Esa situación duró por dos años, pues finalmente con ayuda de la Iglesia, obtuvo la residencia estadounidense. Y nuevamente vio una oportunidad en Estados Unidos, y a pesar que la música lo llevó a ese país jamás se interesó en desarrollarse como músico, más bien comenzó a escuchar las radios y a ver canales locales con la esperanza de poder trabajar algún día ahí.
“Recuerdo que apliqué a un puesto de traductor en un canal local de San Francisco, pero como no tenía mucho dominio del idioma fallé la prueba, pero a ellos les gustó mi voz y me ofrecieron un puesto (que no buscaban) como locutor”, recuerda entre risas.
Sin embargo, trabajar en San Francisco era un reto para Tony porque en este lugar viven muchos mexicanos y los locutores debían hablar con ese acento y él no se sentía cómodo con eso. Por ello, en el año 2003 decide emigrar a Miami, Florida, donde están ubicadas varias cadenas internaciones.
Salto profesional
Durante un tiempo estuvo sin empleo, luego comenzó a trabajar como asistente de programación de una radio local de Miami y dos años después, lo contrataron en Univisión.
“Un amigo me comentó sobre un casting para Univisión, grabé un demo y lo envié, semanas después me llamaron, yo sentía unos nervios terribles porque yo decía ¡wao!, trabajar para una cadena internacional. Recuerdo que ese día me llevaron a una oficina y me decían ‘mira vas a firmar estos papeles’. Yo me decía ¿qué pasó aquí? ¿Están jugándome una broma?”, recuerda Tony, aún incrédulo.
Tiempo después se da cuenta que en ese casting habían aplicado casi 400 locutores, pero su voz sobresalió más y comprende que era su voz la que estaban buscando. “Eso fue una cosa impresionante, ellos buscaban un tono específico y gracias a Dios que ese tono fui yo”, confiesa aliviado.
Entrar a Univisión despegó su vida profesional, pues primero aprendió el estilo de locución por dos o tres meses y cuando ya estaba listo se integró a más proyectos como los Latin Grammys y Premio Lo Nuestro, incluso cuando se realizó el Mundial de Futbol del 2010 lo escogieron para ser la voz oficial.
Hoy, Tony García vive con su esposa y sus hijos en Miami, trabaja para Telemundo y de vez en cuando visita a su familia en Nicaragua. “Cuando viajo me fijo que son las mismas calles, la misma gente y me digo, ‘yo pude ser una de esas personas también’. Sin embargo, las cosas se dan y uno tiene que estar atento a tomar las decisiones de ese momento”.