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El futuro de la presidenta Dilma Rousseff está en manos del Senado de Brasil. LA PRENSA/EFE/Fernando Bizerra Jr.

Senado de Brasil vota mientras Rousseff limpia su oficina

El periódico brasileño O Estado de Sao Paulo dice que la presidenta Dilma Rousseff empacó todas sus pertenencias personales en su oficina en el Palacio de Planalto y las envió al Palacio de Alvorada, la residencia presidencial oficial.

El periódico brasileño O Estado de Sao Paulo dice que la presidenta Dilma Rousseff empacó todas sus pertenencias personales en su oficina en el Palacio de Planalto y las envió al Palacio de Alvorada, la residencia presidencial oficial.

La mudanza ocurrió en momentos en que el pleno del Senado de Brasil, en una maratoniana sesión que deberá concluir la madrugada de este 12 de mayo, se comenzó a inclinar claramente en favor de instaurar un juicio político que suspenderá a la mandataria Dilma Rousseff durante al menos 180 días.

El periódico señala que entre las cosas que se enviaron al Palacio de Alvorada estaban libros de Rousseff y fotografías de su hija y dos nietos.

Citando a miembros de personal de la presidencia, el diario dice que durante el día estuvieron funcionando sin parar trituradoras de papel y digitalizadores de documentos.

Las llamadas de The Associated Press a la oficina presidencial en busca de confirmación sobre el reporte no fueron respondidas.

ESTO OCURRE EN EL SENADO DE BRASIL

Cuando casi se habían cumplido las primeras 11 horas de la sesión en la que se juega el futuro de la presidenta, 23 de los 27 senadores que habían ocupado la tribuna declararon su inclinación a aprobar el juicio político, que suspendería a Rousseff del cargo durante los seis meses que puede durar el proceso.

En contra del llamado “impeachment” solo se habían pronunciado cuatro oradores, pero el resultado que se insinuaba aún no podía ser considerado definitivo, pues el pleno del Senado tiene 81 miembros y es necesaria una mayoría simple de 41 votos para aprobar el proceso.

Si así fuera, Rousseff sería separada del cargo durante los 180 días que puede durar el juicio político y su lugar sería ocupado a partir de mañana mismo por el vicepresidente Michel Temer, quien deberá completar el mandato que concluye el 1 de enero de 2019 en caso de una definitiva destitución.

Los únicos senadores que hablaron contra el proceso fueron Angela Portela, Jorge Viana y Fátima Bezerra, todos del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), y Telmário Mota, del Partido Democrático Laborista (PDT), una de las pocas formaciones que permanece en la menguada base política de Rousseff.

En sus discursos, insistieron en la tesis de que en Brasil está en marcha un “golpe contra la democracia”, a pesar de que hoy mismo la Corte Suprema, en su carácter de tribunal constitucional, avaló el desarrollo del proceso al negar un último recurso intentado por la Abogacía General del Estado, que defiende a Rousseff.

La demanda exigía la “nulidad” de todo el proceso y alegaba para ello supuestos “vicios” detectados desde el propio inicio, pero fue negada por el magistrado Teori Zavascki, uno de los once miembros del tribunal.

El principal argumento de la demanda era un supuesto “desvío de finalidad” cometido en diciembre por el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, un declarado adversario de Rousseff que aceptó a trámite las denuncias contra la presidenta.

Lea también: ¿De qué trata el juicio político a Dilma Rousseff?

En su decisión, Zavascki indicó que los alegatos de la defensa de Rousseff, que acusa a Cunha de actuar por “venganza”, están basados en información periodística que puede ser fácilmente contestada.

“No hay cómo identificar en un sinfín de titulares un conjunto probatorio capaz de demostrar, de forma jurídicamente incontestable, que aquellas iniciativas (de Cunha) hayan superado los límites de la oposición política, que es legítima, y hayan herido la validad del proceso de impeachment”, aseguró el magistrado.

En el Palacio presidencial de Planalto, situado en la acera opuesta al Senado, a medida que avanzaba la votación y se percibía su posible resultado, Rousseff aceleraba la mudanza de las pocas pertenencias que aún conservaba en su despacho.

Según comprobó Efe, objetos de la mandataria, como cuadros o adornos, fueron llevados este 11 de mayo hacia el Palacio de la Alvorada, la residencia oficial en la que se atrincherará durante el eventual juicio político.

También han sido instaladas unas cercas en torno a la rampa que conduce desde la acera hasta el primer piso del Palacio de Planalto, en previsión de que mañana, una vez notificada de la decisión del Senado, Rousseff abandone la sede de la Presidencia, que deberá tener a Temer como nuevo inquilino.

Rousseff, junto a su jefe de Gabinete, Jaques Wagner, llegaron a asomarse a una de las ventanas del palacio y pasaron un tiempo observando esos preparativos.

La rampa cercada ahora con vallas tiene una simbología importante en la política brasileña, pues es tradición que por ella suba un presidente cuando inicia su mandato, pero que baje solo cuando concluye su gestión.

Fuentes oficiales han dicho que en los últimos días ha habido polémicas al respecto en el seno del Gobierno, pues hay quien cree que Rousseff debería bajar por esa rampa mañana, aunque otros dicen que eso transmitiría una imagen de derrota y fin de mandato.

Los defensores de esa última opción sostienen que Rousseff aún puede recuperar el poder si fuera absuelta en el juicio político que previsiblemente abrirá el Senado, que puede durar los 180 días en que inicialmente estaría suspendida de sus funciones.

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