A punto de terminar un segundo puente aéreo abierto por México para que cubanos varados en Panamá continuaran su viaje a Estados Unidos, un líder de ellos ya ubicado en Syracuse, New York, resume el sentimiento de los migrantes: “nos gustaría que se hiciera un corredor humanitario permanente aéreo o terrestre”.
Pavel Fernández, pastor evangélico que asumió liderazgo el último grupo de 4 mil cubanos varados en el país canalero, considera que la migración desde la isla no se va detener aún con el cierre de fronteras que han hecho países como Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
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“Yo creo que la migración cubana va seguir por una u otra vía. Quizá sea más difícil hacer la ruta una vez para quienes lo intenten, se habla que muchos están ingresando por Alaska después de atravesar Siberia (Asia).
La migración cubana va seguir, es un fenómeno que nada tiene que ver con el tema de la economía, todo mundo sabe que es el tema político y con base a ese tema se está haciendo la migración”, analiza Fernández una semana después de haber abandonado Panamá por medio del puente aéreo habilitado por México.
“Es muy difícil predecir lo que harán los países involucrados, a nosotros los cubanos nos gustaría que se hiciera un corredor humanitario permanente aéreo o terrestre, lo cual creo que dentro de las políticas de gobierno de los países no estaría estipulado. No sabría decirte con certeza cuál es el pensamiento político de esos países, no pienso que Centroamérica vaya abrir sus fronteras y más bien creo que harían lo mismo que Nicaragua que la cerró”, añadió.
Desde que se agravó la crisis con cubanos en Costa Rica, por el cierre de fronteras en Nicaragua para ellos, a mediados de noviembre anterior, los países centroamericanos y México han colaborado para la salida de unos 9,800 de ellos haciendo corredores terrestres y aéreos.
Aún en Panamá hay 157 cubanos que deberá salir en un vuelo programado a más tardar para este miércoles 25 de mayo, para completar la partida hacia Ciudad Juárez de los 3,995 isleños que permanecían varados desde que Nicaragua y Costa Rica les cerraran la ruta.
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Con menos estrés mental, intentando adaptarse a la vida de un nuevo mundo después de la desesperante condición en la que estuvieron a lo largo de la ruta migratoria que incluye países como Guyana, Venezuela, Colombia y Panamá; Fernández dice que tal experiencia les ha marcado de por vida a todos.
“El paso por todos estos países marca aun cuando se haga pensando en forma positiva. A la mayoría de todas estas personas que pasaron sobre todo Colombia y Panamá, ha sido algo que los ha marcado, he conversado con muchos de ellos y dicen que si les tocaran volverlo hacer aun recibiendo un pago de millón de dólares, no lo harían”, reseña el pastor.
“Porque cruzaron selva, vieron cadáveres dentro de la selva, estar perdidos dentro de la selva sin saber que iban a sobrevivir son experiencias que marcan toda la vida y siempre van estar ahí y cuando ellos estén con familiares, van a recordar eso siempre porque lo tienen dentro”, añade.
El líder evangélico recuerda que aún en las precarias condiciones que estuvieron varados en Panamá, donde estaban hacinados en albergues y pequeños hoteles, recibiendo alimentación y asistencias de salud deficientes, a veces a la intemperie; la mayoría tuvo esperanza de que habría una solución como la que finalmente resultó en la salida de los 3,995 por México.
Siempre hubo esperanza de llegar a Estados Unidos, nunca se pensó en que nos iban a deportar, pero sí estábamos con la expectativa de qué pasaría con nosotros porque las autoridad de Panamá no nos informaban nada. Algunos decidieron esperar la negociación con muchas expectativas creadas, hubo desesperación u otro grupo que se fueron con coyote”, recuerda sobre la estadía de la mayoría de ellos en Chiriquí, norte de Panamá.
“Ahora solo hemos pedido a Dios que nos enseñe a vivir en un nuevo país, exploras nuevos caminos, donde no solo es aprender un nuevo idioma, sino costumbres y estar acá hasta que Dios disponga”, concluye.