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Salvador Ampié Calero

En la carrera de la vida

1. Dereck Redmon, corredor en las Olimpiadas del 1992 en España, entrenó cuatro años y medio y en la carrera se lastimó un tendón y se desplomó. A pesar del gran dolor y sabiendo que no ganaría, decidió terminar la carrera; mientras cojeaba una persona entró en la pista para que se apoyara en su hombro, era su padre. Cuando finalmente cruzó la meta todos en el estadio se pusieron de pie para aplaudir su gran esfuerzo.

En las Olimpíadas de 1968 en México, el corredor africano John Akhwari llegó una hora después del último corredor, sus rodillas estaban ensangrentadas y hasta tenía algunas vendas, al ser entrevistado contestó: “Mi país no me envió a esta olimpiada para quedarme sino para terminar el maratón”.
Hay mensajes en la experiencia de estos especiales y abnegados atletas que compiten en eventos internacionales; pero nosotros estamos compitiendo en la carrera de la vida en una época y un lugar determinado.

2. En las competencias mundiales, si una persona ayuda a un atleta, el atleta queda descalificado; pero en la vida del cristiano, en la carrera de la vida con fe espiritual, Dios espera que ayudemos a los necesitados, a los que tienen problemas y dificultades, para que ofrezcamos la mano o el hombro a aquel que se ha detenido en su carrera, para que llegue.

La mayoría de las personas corren en todas direcciones en la búsqueda del poder, de premios, de bienes, de dinero, de prestigio y de belleza; y nos vamos llenado de ansiedad y frustración porque no tenemos lo que queremos ya, en este momento. En la carrera no nos detenemos, avanzamos codeando y abusando porque el fin justifica los medios o manera de lograrlos. Por eso se nos cultiva el individualismo y el egoísmo en un mundo consumista que solo beneficia a las millonarias ganancias de las empresas.

3. Los cristianos que comenzamos a poner los ojos en el Señor, comenzamos también una carrera importante para nuestra vida material y espiritual, individual y de servicio, de amor a Dios, al prójimo y uno mismo. El entrenador es un ejemplar sacerdote o pastor y el Espíritu Santo que está en este planeta administrado por el enemigo. Necesitamos poner en práctica la palabra que está en la Biblia, la pista que escogemos es la de Cristo con su ejemplo y enseñanza. Algunas veces nos distraemos y nos quedamos por las ofertas, promociones de los placeres del mundo y de la carne, pero nos hemos levantado y con ayuda seguimos corriendo.

Cuando un cristiano empieza la carrera, en cualquier edad de la vida, lo primero que tiene que hacer es bajar las banderas del orgullo y del egoísmo, para después despojarse de todas las cargas que lo impidan correr bien. En general llevamos las cargas de muchas personas: de la esposa, familiares, hijas, las cargas del qué dirán, de las apariencias, de nuestros fracasos y vicios pasados, de las preocupaciones del día del mañana, del fin de semana, de tu ansiedad y enfermedad. Estas cargas a cualquier persona lo desvían, lo atan y no permiten vivir una vida en Cristo. En una sincera transformación sentimos que el Señor quita ataduras y dependencias.

4. He aprendido que no todo lo que acontece es de acuerdo a la voluntad de Dios, pero nada acontece sin su permiso. Por eso se dan cosas que no comprendemos, por eso es que la Biblia dice que Dios se encarga de restaurar el pasado.

La fe espiritual es un don divino, pero todos conocemos la fe humana y con ella queremos abrir las puertas espirituales; entonces pedimos o mandamos o reclamamos las cosas para ya, para este momento. Dios honra la oración con fe espiritual que viene de lo profundo del corazón y la mente; no es una corazonada, ni con presentimiento, tampoco es un deseo inmediato. Es la fe de que Dios nos está escuchando y no duda de nada.

La fe espiritual es “la certeza de lo que esperamos, la convicción de lo que no se ve”. Esa es la fe que requerimos y debemos pedirla para consolidarla. Caridad, la generosidad y la bondad son frutos del árbol espiritual.

5. Francisco dijo: “Con el corazón mundano no se puede entender la necesidad del otro, y es un mal que enferma el alma en estos tiempos globales de un mundo consumista. La mundanidad avanza, transforma las almas, hace perder la conciencia de la realidad, viven en un mundo hechos para ellos”. En Nicaragua muchas personas, especialmente rurales viven en pobreza y serias dificultades, pero si yo tengo un corazón mundano nunca entenderé esto.

Este es un trabajo personal de educación en valores del tema: “Ayudar al caído y a necesitados”. Como un compromiso personal de mi crecimiento espiritual para el servicio y ayuda. Como dice la educadora Marloes Oclheten, el último paso de un aprendizaje significativo es el pensamiento creativo que cambia la conducta y la vida.

El autor es exasesor de la Dirección General MED.

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