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Joaquín Absalón Pastora

Madre y maestra

Hoy 30 de mayo fluye —se esparce a nivel de tradición— el bálsamo de la maternidad. No solo es propicio ponerle un solo día a la creadora. Madre y maestra cuyas enseñanzas nos llevan por el rumbo correcto de la vida. Lo cierto es que los elementos primordiales se junten para concretar el acto cuya esencia exalta a la existencia a través del poder interno del amor. En la suma del engendro es el de la madre el que más aporte tiene con el vientre antes y después de parir porque la otra parte —la paternidad— es pasiva en proporción al dolor. Empero la naturaleza se empina triunfal cada vez que esos dos factores se ponen de acuerdo para ser el alma del mundo.

Hablar de la madre y principalmente en el día específico de la celebración, no es asunto de sensiblería, de sentimentalismo coyuntural. Una rosa puesta en el pecho que lleve como medalla para volver a la rutina envolvente del calendario, no es compasivo: es un acto frívolo aupado por el recurso volátil de los besos. Lo meritorio es sentirla en los hechos. Entusiasmo personal el mío: los 97 años de vida de mi madre desde la lejana California me hicieron un longevo feliz. Herencia incomparable.

Los ojos interiores clavan la mirada en el fondo del misterio, son los escrutadores invisibles del destino ignoto. En algunos casos —la mayoría— el vientre de la madre con todo el depósito reproductor en formación y desarrollo que ellas tienen hasta llegar al desenlace del advenimiento. Los ojos interiores, esos que están cargados del colorido momentáneo de la pintura cubren a la vanidad. Esas son las mujeres que no han parido pero que están en el tránsito de la ilusión presintiendo la majestad de la maternidad porque toda mujer desde que nace quiere ser madre. Anotada la especificación quiero este 30 de mayo para la mujer aunque no haya tenido la fortuna de multiplicarse, el reconocimiento para su posición de género en las luces y las sombras del mundo.

Acabo de leer los fragmentos de un documento suscrito por el papa Francisco dinámico en sus reacciones ante las calamidades terrenales. Expresa: “Hemos hecho poco por las mujeres”. Yo lo pondría en superlativo, hemos hecho poquísimo. Apreciaciones poco óptimas en relación con la dureza del drama, del cautiverio común. Mayo parece ser la excepción en cuanto a soltar la apertura del corazón para las madres y para las que no lo son.

El resto del calendario corre superfluo por los caminos siendo perceptible el aporte de la mujer y con mayor énfasis de la que es madre en el seno multicolor de la familia. ¿Es suficiente solo reconocerla? Se requiere la visibilidad de pasar más allá del gesto: aplicar la vestimenta igualitaria de los derechos sin discriminación alguna. Ellas son las marginadas, azotadas por la violencia sexual. Se menosprecia entonces la sabiduría natural que bulle en ellas en la superficie de la piel y la hondura del sentimiento. Madres preñadas por el hipotético amor de sus compañeros obligadas a la mediación por la ley actual en la que el Estado es el macho, obligadas a que regresen con su verdugo. Son las quejas de la red contra la opresión.

Conclusión: Hoy es el Día de las Madres. Mañana según el volver de la rutina es otro día.

El autor es periodista.

Opinión madres maestra archivo
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