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Humberto Belli Pereira

El trauma de Daniel

Se lo ha pedido todo el mundo: obispos, nuncio apostólico, Cosep, partidos políticos, sociedad civil, embajadores, el pueblo en las encuestas; pero Ortega se resiste a garantizar elecciones honestas o transparentes. No reforma al Consejo Supremo Electoral (CSE), no invita a la observación internacional; ni a la OEA, ni al Centro Carter, ni a ninguna organización independiente y de prestigio.

¿Por qué no lo hace si las encuestas confirman, una tras otras, que sería el indiscutible ganador en los próximos comicios? ¿Por qué no, si una victoria electoral, supervisada y limpia, le daría una gran legitimidad?

No hay explicaciones fáciles. Algunos lo atribuyen a que Daniel no cree en la democracia representativa; a que es admirador del comunista Fidel Castro y Cuba, país que se pronunció en favor del partido único. Por tanto, si acepta elecciones es porque no tiene más remedio; el entorno internacional se las impone; pero en el fondo las detesta y no quiere institucionalizarlas.

Sin embargo, lo anterior no es razón suficiente. Pues si está jugando a la democracia, aunque sea por pragmatismo político y no por convicción, una victoria electoral inobjetable solo ventajas le traería. La explicación tiene pues que ser otra. Y esta es la más creíble: Daniel es un hombre traumado.

Repasemos un poco lo que le ocurrió. Antes de las elecciones de 1990, numerosas encuestas y medios internacionales habían pronosticado que las ganaría por un gran margen. En septiembre de 1989, nada menos que el New York Times, había publicado en primera página que “los votantes prefieren a los sandinistas sobre la oposición por aproximadamente dos a uno”. En octubre el Washington Post, en palabras de su director, Lee Hockstader, concluyó que de acuerdo con las encuestas “los sandinistas inician su campaña con una ventaja sustancial”. De nuevo el Post, a un mes de las elecciones, publicó los resultados de una encuesta realizada por Greenberg-Lake, “firma de impecables credenciales profesionales”, que ponía a Ortega con 51 por ciento contra 24 para la oposición. Otra, de Univisión, daba a los sandinistas una ventaja de tres a dos, añadiendo el comentarista que “el 92 por ciento de los respondientes habían declarado sentirse libres de participar en campaña a favor de cualquier candidato”. La única encuesta discrepante fue la de Borge y Asociados, firma costarricense a la que no le dio crédito.

Mareados por las encuestas, y por elocuentes manifestaciones de apoyo popular, Daniel y sus compañeros estaban seguros, absolutamente seguros, que vencerían en forma aplastante. En su cierre de campaña, en Managua, una multitud gigantesca, nunca antes vista, lo aclamó con júbilo, confirmándole la inevitabilidad de su triunfo.

Por eso, cuando al anochecer del 25 de febrero de 1990, los resultados anunciaron que doña Violeta Chamorro lo había derrotado por un gran margen, ni Daniel, ni sus compañeros ni la mayoría de los periodistas internacionales que cubrían las elecciones, lo podían creer. Fue una experiencia traumática, dolorosísima, que, entre otras cosas, grabó en el fondo de su alma una conclusión indeleble: que el nica oculta fácilmente sus sentimientos; en otras palabras, que el Güegüense vive profundamente arraigado en la mayoría de la población.

El Güegüense gritaba ¡viva Daniel!, para que le regalaran la camiseta, como ahora grita lo mismo, y hasta se afilia al partido, para asegurarse su zinc o su chanchito. ¿Pero en el fondo de su corazón? Solo Dios sabe. Algunos, por ingenuos o interesados, creen en las encuestas. Daniel no. Por tanto, aunque perjudique seriamente su prestigio y legitimidad, mejor no se toma el riesgo de elecciones limpias. Recordemos: “Quien se quema con leche hasta las cuajadas sopla”.

El autor fue ministro de Educación en el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro.
[email protected]

Opinión #EleccionesNi2016 corrupción miedo Ortega archivo

COMENTARIOS

  1. Gustavo
    Hace 8 años

    Esa multitud gigantesca en 1990 era una fachada como tantas cosas de este señor y su esposa. Yo estuve ahi curioseando y me encontre a todos los oficiales y clases de la base militar que esta al otro lado del Motastepe, es decir ahi habian como 400 hombres llevados de la base militar a esa manifestación con las camisetas regaladas y como esos estoy seguro que llevaron a muchos más.

  2. Reinaldo
    Hace 8 años

    Sr. Belli, ha dado Ud. Certeramente en el clavo, eso mismo pienso yo, ortega no duerme con esa recurrente pesadilla, cuanto mas cerca las votaciones mas insomne permanecera, despertando alas 2 o 3 de la manana, con esa horrible pesadilla.

  3. Pepe Turcon
    Hace 8 años

    Que dicha que Ortega comete tantos errores! Asi se cumple aquello de que llevan la semilla de su propia destruccion.
    Alegremonos pues de tanto error, grave seria que diese elecciones libres y vigiladas.
    Ya con esto que hace Daniel todos sabemos, perdio las elecciones.

  4. Ramon Salgado Valle
    Hace 8 años

    ¡Qué cobardía la de Ortega!

    Bien se ve que le tiene pánico a los votos. ¿Y qué de las balas, en la guerra, dispararía alguna? ¡Aunque es posible, que más de una, si tenía al prisionero, amarrado y con los ojos vendados!

    Y así, ¿votaran algunos por este cobarde?

    Si, está claro; micomandante, se espanta, cuando le hablan de elecciones libres y supervisadas.

  5. Sebastian
    Hace 8 años

    TOTALMENTE!!!! de acuerdo…..

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