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Managua 16 de Junio del 2016. Anita Villanueva, Habla del Dr Azarias H. Pallais Bermudez, Sacerdote y poeta Nicaraguense , Historia en ciudad Corinto .Foto Uriel Molina/LA PRENSA

Azarías H. Pallais: El “santo” de Corinto

Cuenta la leyenda que la figura delgada y esbelta del padre Azarías H. Pallais aún custodia el pueblito costero del que se enamoró. En Corinto le rezan, le piden y lo invocan. “Nuestro santo”, le dicen, quienes fueron testigos de su rostro “intacto” y su vida de humildad.

Cierto día en Corinto dos hombres que habían llegado a buscar trabajo al puerto no pudieron regresarse a su natal Estelí y no tenían dónde dormir. Estaban en la estación, donde doña Emma tenía una fresquería. Ella los vio preocupados y les ofreció las mesas que usaba para vender fresco para que se “acomodaran” y pasaran la noche.

Cuando doña Emma regresó a la mañana siguiente los hombres preguntaron si el padre de la iglesia no dormía, pues lo habían visto caminar toda la noche frente a la acera de la iglesia. Iba y venía. Doña Emma preguntó si era un padre bajito, como el padre Asaín, quien entonces era párroco de la iglesia. Los hombres le dijeron que era alto. Entonces ella mostró el monumento del padre Pallais que está frente a la iglesia; los hombres afirmaron que a ese habían visto, pero casi se mueren del susto cuando doña Emma les aseguró que ya estaba muerto.

Doña Yolanda Cassar, de 83 años, cuenta casi de memoria la historia que ella escuchó cuando trabajaba en la Alcaldía de la ciudad. Y como esa hay muchas: Que el padre Pallais ha hecho milagros, que su cuerpo está intacto, que es un santo que protege a Corinto de los desastres. La leyenda ha corrido en el pueblo desde su muerte, en 1954.

Doña Anita Villanueva asegura que el padre Pallais se le apareció a su hijo en México cuando estaba a punto de cruzar la frontera, y que le ayudó a hacerlo. Desde entonces le reza y se encomienda a él todos los días. Para ella es un santo. LA PRENSA/Uriel Molina
Doña Anita Villanueva asegura que el padre Pallais se le apareció a su hijo en México cuando estaba a punto de cruzar la frontera, y que le ayudó a hacerlo. Desde entonces le reza y se encomienda a él todos los días. Para ella es un santo. LA PRENSA/Uriel Molina.
LOS “MILAGROS” DEL PADRE

En Corinto al padre Azarías H. Pallais se le ve como un santo. “Para nosotros la gente de Corinto (él) tenía un aire de santidad. No es un señor todo místico y ausente, es más bien un santo que está presente en los problemas cotidianos”, dice don Wilfredo Luna, quien ha sido fotógrafo en Corinto por más de 40 años.

Aunque no es un santo oficial, hay gente devota que le reza y le atribuye “milagros”. Doña Anita Villanueva es una de ellas. Cuando su hijo Leonardo se encontraba en México durmiendo envuelto en papeles para que no lo encontraran, pues iba a cruzar hacia Estados Unidos como mojado, se le apareció un hombre para consolarlo.

“Él salió y dice que encontró un señor alto, con unas grandes entradas que le dijo: ‘No llorés, no estés triste que vos vas a pasar y te vas a ir. En este momento tu mamá está orando por vos’”, cuenta doña Anita. Nueve años después, cuando ella fue a visitarlo a Estados Unidos, su hijo le contó que había visto a padre Pallais y que, de todos los que iban a cruzar, solo él pudo hacerlo. “Me dieron ganas de llorar. Sentí una satisfacción, porque me le
ayudó en la pasada a él, pero me impresioné mucho”, cuenta la ancianita de 83 años.

Desde entonces, en su casa tiene un altar porque todos los días se encomienda al sacerdote. Aún recuerda cuando lo conoció. “Era una muchachita. Tenía unos 7 años cuando lo conocí. Íbamos a misa todos los domingos y sus prédicas eran muy lindas. Y así lo fuimos conociendo. Hizo amistad con todos nosotros”, cuenta la ancianita. Todos los días desde su casa lo observaba pasar hacia la costa a recibir aire fresco del mar después de oficiar su primera misa a las seis de la mañana. El padre llegó a Corinto allá por 1940, prácticamente a pasar los últimos años de su vida.

Monumento en honor al padre Azarías H. Pallais en el parque central de Corinto. LA PRENSA/Uriel Molina.
Monumento en honor al padre Azarías H. Pallais en el parque central de Corinto. LA PRENSA/Uriel Molina.
VIDA DE SANTIDAD

El 3 de noviembre de 1884 la ciudad de León vio nacer a Azarías de Jesús (Henri) Pallais Bermúdez. Allá pasó su infancia hasta que a los 16 años entró al Seminario San Ramón y a los 21 se recibió en París como teólogo en la Catedral de Notre Dame. Era buen orador, dicen, por eso fue escogido para pronunciar discursos en el centenario de la Universidad de León y en las honras fúnebres de Rubén Darío.

Si usted pregunta cómo era la personalidad del padre Pallais, todos aquellos que lo conocieron dicen lo mismo: era humilde. Regalaba hasta lo que no tenía. Le obsequiaban sotanas porque la suya estaba parchada y ya se veía verde de lo raída que estaba, pero él siempre se las daba a los seminaristas. Cuando viajaba en tren siempre lo hacía en las llamadas “góndolas” de tercera clase, donde viajaban los pobres colados del pueblo.

“Era alegre y platicón, daba muchos consejos, especialmente a las prostitutas. Su voz era fuerte”, recuerda doña Anita Villanueva. Don Wilfredo Luna, fotógrafo corinteño, también lo recuerda así. Tendría quizás 11 años cuando lo conoció, pero recuerdo su figura encorvada, con su sotana raída. Hablaba muy trémulo. Era muy serio, pero no cascarrabias. Era muy efusivo para expresarse: tenía una voz que a veces parecía un trueno y otras una mansa cascada”, cuenta Luna.

Recuerda que la iglesia se llenaba cuando el padre Pallais oficiaba misa. De hecho, los estibadores que trabajaban los domingos le pedían que oficiara una misa especial para que ellos pudiesen asistir. Cuando daba las homilías en la iglesia se subía a unas gradas que estaban en el altar para lograr ver a todos. Al ver a las prostitutas en la puerta temerosas de meterse a la iglesia, se bajaba y las hacía entrar.

De hecho, el apego del pueblo fue tanto, que cuando el padre Pallais murió, los corinteños pidieron que se velara y enterrara en Corinto, pero su familia decidió que se haría en su natal León. Pero eso no impidió que años más tarde los lugareños reclamaran el cuerpo de aquel santo que hasta el día de hoy los sigue custodiando.

El cuerpo del padre Pallais fue trasladado a Corinto por petición de los lugareños en 1966. LA PRENSA/Cortesía
El cuerpo del padre Pallais fue trasladado a Corinto por petición de los lugareños en 1966. LA PRENSA/Cortesía.
SUS ÚLTIMOS DÍAS

Sentado en una mecedora en la acera de una casa solariega y esquinera en Corinto, pasa sus días don Francisco Ramírez, de 87 años. Poca gente lo conoce por su nombre, porque todos se refieren a él como “Chico Pallais”. Conoció al padre Azarías cuando tenía 24 años, en la iglesia, como todos. Se dio cuenta de que el sacerdote era un hombre solitario y decidió irse a vivir con él. “Él fue todo para mí, padre y madre. Yo lo atendí”, dice don Francisco.

Estuvo con él hasta que murió. E incluso, aún conserva una cama donde el padre estuvo cuando enfermó de apendicitis. La tiene como reliquia aún con mosquitero y bien arreglada: nadie se sienta, nadie se acuesta ahí.
Según un escrito del historiador de Corinto, Sergio Iván Cortés, publicado en el sitio web miqueridocorinto.com, el lunes 6 de septiembre de 1954 al padre Pallais le quitaron las puntadas de su operación del apéndice y le dieron de
alta.

Estaban preparando todo para su salida cuando pidió ir al baño y casi inmediatamente salió quejándose de un dolor en el pecho. “Se acostó en su cama y después de contestar dulcemente que sentía opresión, ansiedad y angustia y dolor, súbitamente expiró, por causa probable de un infarto al miocardio, eran las 7:00 de la noche, del lunes 6 de septiembre de 1954”, asegura Cortés.

Aunque la vela y el entierro fueron en León, llevaron el cuerpo del padre a Corinto para que sus feligreses lo vieran y se despidieran de él. “El pueblo esperaba en la estación, y el sentimiento total conmovía, lloraban ricos y pobres, jóvenes y viejos, ahí se supo por lo que cada uno platicaba, la caridad inagotable y escondida de su generoso corazón, muchachos que debían sus estudios, mujeres a quienes había sacado del fango de la mala vida, ancianos y viudas a quienes mantenía”, cuenta en su escrito biográfico Sergio Iván Cortés.

Don “Chico Pallais” dice que el cuerpo estaba mal preparado, que él pudo ver su cara y sus dedos hinchados. La gente llegaba a verlo y tenía que taparse la nariz por el hedor que desprendía, por lo que tuvieron que llevarlo a León y enterrarlo. Pero no era el adiós de los corinteños a su párroco “santo”.

Managua 16 de Junio del 2016. Wilfredo Luna, Fotografo, Habla del Dr Azarias H. Pallais Bermudez, Sacerdote y poeta Nicaraguense , Historia en ciudad Corinto .Foto Uriel Molina/LA PRENSA
Wilfredo Luna, fotógrafo corinteño tomó una fotografía del cuerpo intacto del padre Pallais. LA PRENSA/Uriel Molina.

 Para nosotros, la gente de Corinto, tenía un aire de santidad. No es un señor todo místico y ausente, es más bien un santo que está presente en los problemas cotidianos. El tiempo ha pasado y la gente ya no conoce tanto del padre Pallais porque las generaciones nuevas no lo conocieron muy bien. Pero él tenía connotación de santidad. Eso es real. Sí, hay gente que es devota, que lo invoca, yo mismo, alguna vez lo he hecho”, Wilfredo Luna, fotógrafo originario de Corinto.

UNA FOTOGRAFÍA HISTÓRICA

La historia va más o menos así. Muchos años después de la muerte del padre Azarías, un grupo de profesoras organizaron una directiva para solicitar que los restos del padre fueran llevados a Corinto, el puerto donde había sido párroco desde 1940. En 1966 las gestiones fueron aprobadas y los restos del padre Pallais fueron trasladados al pueblito costero.

Cuando su ataúd fue reubicado en Corinto muchos testigos aseguraron que su rostro estaba intacto. “Fue algo grandioso para Corinto ver que el padre estaba intacto. Creo que se rompió la caja y para pegar el vidrio le echaron alquitrán y le cayó en el rostro, pero estaba intacto y se enterró en la iglesia”, cuenta doña Yolanda Cassar.

En la foto, los testigos observan el rostro del padre manchado de algo negro. La parte de atrás de la fotografía reza que fue tomada por el Fotoestudio leonés Romat, de Róger Macías Terán, sin embargo, su custodio ha sido don Wilfredo Luna, quien ha sido fotógrafo durante 40 años. “Esto fue tomado cuando a él lo trajeron a Corinto y ya comenzaba a chorrearse la brea, porque ahora tiene 63 años de fallecido”, explica mientras muestra la fotografía almacenada en su estudio en Corinto.

LA PRENSA tiene copia de la fotografía pero por no tener derechos de reproducción no se publica en este trabajo.

Cuando sus restos fueron trasladados de León a Corinto don Wilfredo cuenta que aún era un niño, pero hace unos veinte años, cuando José Guillermo Delgadillo, el diácono de la iglesia, falleció decidieron enterrarlo en la misma fosa del padre Pallais en la iglesia de Corinto, porque ambos eran muy unidos. Sacaron el ataúd del padre Azarías, y su estado era igual que la fotografía que habían tomado. “Wil, andá traete la cámara y le tomás una foto al padre Pallais para ver cómo está”, le dijo a don Wilfredo el padre José Schendell, quien entonces era párroco de la iglesia.

“Me fui a traer la cámara. Llegué al punto donde estaba él, en una urna metálica. Usaron una brea negra para pegar el vidrio a la urna y se ha ido chorreando la brea con que pegaron el vidrio. Asomé un poquito más y se miraban unos huesitos”, dice mientras se señala los hombros. Sin embargo, en la fotografía se distingue perfectamente el rostro del sacerdote.

La historia es casi una leyenda. “Dicen que le tomaron fotos…”, “dicen que muchos lo vieron…”, se escuchan los comentarios entre los lugareños del pueblo.

“El tiempo ha pasado. La gente ya no conoce tanto del padre Pallais porque las generaciones nuevas no lo conocieron muy bien. Pero él tenía connotación de santidad. Eso es real. Sí, hay gente que es devota, que lo invoca… Yo mismo alguna vez lo he hecho”, dice Luna, mientras sonríe.

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Doña Yolanda Cassar es devota del padre Pallais y asegura que le ha concedido “milagros”. Su hermano, el diácono Guillermo Delgadillo, está enterrado en la misma fosa que el padre Azarías. LAPRENSA/Uriel Molina.
ENCOMENDARSE AL PADRE PALLAIS

A doña Yolanda Cassar su medio hermano José Guillermo Delgadillo, el diácono a quien enterraron con el padre Pallais, le insistía en que se encomendara a el padre Azarías. “Mi hermano decía que él hablaba con el padre Pallais. Y yo le decía: ‘Ay, Memo, ahí la gente se va a reír de vos’. Yo viví en Costa Rica y cuando hablaba con él me decía, ‘mirá, cuando tengás una necesidad, invocá al padre Pallais, vos sabés que él te conoció desde chavala’”, dice doña Yolanda.

Ella le atribuye varios hechos a las intercesiones del padre: por ejemplo, cuando vivía en Costa Rica su esposo se fue a la universidad un día y ella no tenía nada qué comer. Se acordó de lo que su hermano le había dicho y empezó a orarle al padre: “Ay, padre ¿qué hago? fijate, no tenemos para comer”, le dijo, cuando en eso sonó el timbre de la casa donde vivía. Le llevaban una esquela de un certificado del correo, su papá le acababa de mandar 70 dólares.

Otra leyenda que se cuenta del padre Pallais, de la que doña Yolanda también fue testigo, es que protegió a Corinto para el huracán Mitch. El mar estaba enfurecido y los pobladores asustados. Doña Yolanda fue junto con su esposo a asomarse cómo estaba todo en la costa. “Llovió y llovió para el Mitch. Yo llegué a Costa Azul y, vos mirabas el mar, y hacé de cuenta que lo estabas viendo a través de un vidrio: alto, alto pero estático. Esas cosas solo son milagros. Y yo me quedé asustada. Parecía que algo lo estuviera deteniendo”, dice.

No es un santo oficial, y de eso están claros, pero para ellos es el santo del pueblito, al que le rezan, al que conocieron y al que hoy se invocan. Cada vez que las alarmas de evacuación por alerta de tsunami suenan en aquel pueblito costero, doña Yolanda Cassar, obedeciendo a su hermano, cierra los ojos y se encomienda al padre Pallais, el cura poeta en el que los corinteños creen.

Poeta y sacerdote
Azarías H. Pallais es considerado junto a Alfonso Cortés y Salomón de la Selva, uno de los tres grandes después de Rubén Darío, exponente del posmodernismo.

Obras publicadas:
Poesía: A la sombra del agua, Espumas y estrellas, Caminos, Bello tono menor, Epístola católica a Rafael Arévalo Martínez, Piraterías o caminos que están por debajo de la historia , Antología, Obras completas. Tomo I, En los bellos caminos del silencio.

Prosa: El libro de las palabras evangelizadas. El padre Pallais y sus glosas (Compilación de J.J. Minguez).

Servicio en Corinto

Desde 1940 hasta 1954, el año en que murió Azarías H. Pallais fue párroco de la iglesia Santo Tomás Apóstol en Corinto, Chinandega, Nicaragua. Se dedicó especialmente a aconsejar y acoger a los más vulnerables: prostitutas, ancianos, niños y alcohólicos, a quienes aconsejaba y daba lugar en la iglesia para protegerlos. Frente a la parroquia de Corinto hay un monumento en su honor, y está enterrado junto al padre José Schendell y el diácono José Guillermo Delgadillo en la iglesia de la ciudad.

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