Es primordial tener claro que ninguna persona nace con el conocimiento de cómo ser un buen padre ni cómo educar a los hijos, pero sí con la meta de criar y crear a personas con principios y valores, los cuales puedan enfrentar la vida de la mejor forma posible.
La relación de los padres con los hijos, en sus primeros años de vida, es fundamental para su desarrollo integral. De igual manera inculcarles una disciplina que fortalezca sus relaciones interpersonales, para así crear una guía y las herramientas fundamentales para enfrentar los retos y cumplir las metas.
Es importante mencionar que la disciplina también ayuda a que los hijos puedan controlarse y convertirse en adultos integrados, sin problemas de adaptación y en consecuencia de autoestima.
Si no existen normas y reglas coherentes en ellos, habrá confusión en la vida interfiriendo en el camino que desean y viendo esos resultados reflejados en su vida adulta.
Es fundamental recordar que criar incluye enseñar, tener dominio propio, formar hábitos, saber diferenciar lo que es malo y decidir lo bueno, enseñar a dominar sus sentimientos, a usar la razón y a tener principios estables.
La comunicación es un punto de doble vía que conecta los sentimientos, acerca a los padres hacia sus hijos, establece lazos de amistad, respeto, aprecio y valor. Cuando no hay comunicación no se conoce a las personas. Los hijos se convierten en perfectos extraños para los padres y viceversa; nunca se establece la confianza entre ellos perjudicando la relación y el desarrollo de la vida de los menores.
La habilidad de comunicarse los beneficiará en sus vida, ya que es importante recordar que es en este momento donde empiezan a formar sus ideas y opiniones de sí mismos basadas en lo bien que los padres se comunican con ellos.