El espíritu de Salvador Cardenal y su música estuvo presente durante la celebración del XXIV aniversario de la Camerata Bach.
Una orquesta que se ha perfilado desde su fundación, el 21 de marzo de 1992, como un referente de la música clásica y de cámara en el país.
El evento conmemorativo, Salvador Cardenal Barquero Sinfónico, dejó como artistas principales, a la misma Camerata que magistralmente entonó una gama de melodías compuestas por el músico ecologista.
Una puesta en escena con diferentes arreglos bajo la organización de su director fundador Ramón Rodríguez que acertadamente instaló un evento de extraordinaria calidad artística, escénica y musical.
ARREGLOS, ECOLOGÍA Y MENSAJES
Está ocasión sirvió para escuchar la sonoridad de las canciones de Cardenal, sus mensajes, en arreglos de los maestros Andrés Sánchez, Marvin Valdivia, Ronald Hernández, Erick Hernández, Ivan Solís, Eduardo Araica, Raúl Martínez, Iván Solís, Nelson Gutiérrez, con el acompañamientos de diestros en el violín, el chelo, piano, flauta, oboe, entre otros instrumentos que formaron durante ese concierto un oportuno baile de cadencias y notas.
Durante 24 años es evidente que Camerata Bach ha reunido una discografía, quizás la de mayor recopilación de la historia de la música en el país, con la comparecencia de músicos superiores que han sabido llevar las expresiones más genuinas de la música clásica y folclórica nicaragüense y centroamericana.
Las voces de Katia Cardenal, Noel Portocarrero, Mario Sacasa, Tania Campos, Belén Cardenal, Lenin Triana, Nina Cardenal, y Josué Aleksei Monroy acompañaban lo sinfónico, en una noche donde la voz de Salvador Cardenal retornaba hacia viejas canciones como la emblemáticas de los años ochenta Guerrero del Amor, o las ecologistas, Días de amar, Arare el aire (en la sobresaliente interpretación de Nina), Por un mundo justo y las amorosas como Casa abierta, Mi luna, Dale una luz y Verde y morena, entre muchas.
Un concierto que obliga a recordarnos sobre el valor de nuestros músicos, sobre los caminos andados de la Camerata Bach y sobre “la música como sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y tenga pasión, que la música sea el alimento del amor”, como lo dijo Kurt D. Cobain.