Hoy se cumple el 42 aniversario del histórico manifiesto titulado “No hay por quién votar”, que 27 prominentes ciudadanos nicaragüenses emitieron al aproximarse la farsa electoral somocista del primero de septiembre de 1974.
Aquellos 27 nicaragüenses no se representaban a ellos mismos. Suscribieron la proclama en nombre de siete partidos políticos y dos centrales sindicales, tres por cada uno de estos. Vale la pena recordarlos en esta ocasión, por sus nombres y representaciones:
Pedro J. Chamorro Cardenal, Ramiro Sacasa Guerrero y Uriel Argüello Pasos, por Movilización Nacional; Rafael Córdova Rivas, Manuel Bermúdez y Emilio Álvarez Montalván, por Acción Nacional Conservadora (ANC); Alejandro Abaunza Espinoza, Pedro J. Quintanilla y Leopoldo Navarro, por el Movimiento Liberal Constitucionalista (MLC); Juan Manuel Gutiérrez, Víctor Manuel Ordóñez y Rodolfo Robelo Herrera, por el Partido Liberal Independiente (PLI); Manolo Morales Peralta, Edgard Macías Gómez y Eduardo Rivas Gasteazoro, por el Partido Social Cristiano Nicaragüense (PSC); Wilfredo Montalván, Rigoberto Palma y Orlando Blandino, por el Movimiento de Salvación Nacional; Luis Sánchez Sancho, Álvaro Montoya Lara y Federico Kraudy Salgado, por el Partido Socialista Nicaragüense (PSN); Adolfo Bonilla, Carlos Huembes y Donald Castillo, por la Central de Trabajadores de Nicaragua (CTN); y Domingo A. Sánchez Salgado (Chagüitillo), Sebastián Castro Cruz y Domingo Vargas Morales, por la CGT Independiente.
La oposición no tenía derecho de participar en las elecciones (más bien farsa electoral) del 1 de septiembre de 1974. Los ciudadanos solo podrían votar por Anastasio Somoza Debayle o por el candidato conservador zancudo, Edmundo Paguaga Irías.
Todos los que no eran somocistas ni partidarios del zancudismo no tenían por quién votar, como se dijo en el manifiesto de los 27, cuyo argumento central se resume en el siguiente párrafo:
“El Gobierno se empecina en apartarnos a los nicaragüenses del camino electoral, al reservarse inescrupulosamente el manejo de todos los mecanismos que, desde las inscripciones hasta el escrutinio, conforme normas preparadas ad-hoc, le permitirán hacerlo desembocar a donde él quiera o cerrarlo a importantes y mayoritarios sectores ciudadanos que conforman la opinión del país. Ese empecinamiento constituye una abierta provocación al pueblo, que se verá obligado a buscar legítimamente otros procedimientos, para encontrar sus propias soluciones, de lo cual el mismo Gobierno será directamente responsable”.
Los 27 fueron acusados de promover la abstención electoral y condenados a la pérdida de sus derechos políticos. A la farsa electoral, del 1 de septiembre de 1974, no concurrieron los ciudadanos opositores ni los independientes dignos. Y cinco años después la dictadura somocista fue abatida por un huracán de violencia, destrucción y derramamiento de sangre, como advirtieron los 27 pero Somoza no los quiso escuchar.
Ojalá que esta parte de la historia no se vuelva a repetir.
