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Karen Rappaccioli-Tünnermann

¿Por qué las naciones fracasan?

Estudios y análisis plasmados en las páginas de nuestra historia exponen el ¿por qué del fracaso de nuestras Naciones?

Es acaso un mal genético, instituciones ineficientes, o el ambiente, lo que coadyuva a instaurar una mente oculta y totalitaria.

Lo cual propicia sociedades sumidas en la pobreza, e ignorancia de intelecto y de espíritu.

¿Porqué algunas naciones han tenido un saludable desarrollo socio-económico, y otras han permanecido en el subdesarrollo y pobreza? En los mismos Estados Unidos (EE. UU.) versus América Latina, desde tiempos de la colonia, los primeros ciudadanos no permitieron que se les impusiese condiciones antiéticas ni situaciones que hayan postergado el desarrollo de esta gran nación. Paradójico en América Latina hemos tenido el yugo de muchas prácticas, que por ciertas condiciones sociológicas y culturales condujeron a casi que un endémico mal manejo, y corrupción de las instituciones. Inclusive grandes millonarios originarios de América Latina, han intentado sin éxito hacer negocios en EE. UU., y al sucumbir en prácticas viciadas y nocivas han tenido que retirarse y regresar a sus países. Para así continuar el incremento de sus fortunas, sin seguir ninguna norma deontológica.

Inclusive saliendo del cuadro geográfico de América, encontramos países como Corea del Sur y Taiwán, los cuales han logrado un desarrollo económico y social, mientras otros países de América Latina continúan atascados en el desasosiego económico, y caos social.

Científicos que han escudriñado e investigado la mente por muchas décadas, concluyen que en efecto muchos complejos, y obviamente anomalías físicas en los lóbulos del cerebro moldean, y propician ciertas características sin moral en el comportamiento de estos individuos.

En el siglo XX desfilaron un sinnúmero de movimientos, y tendencias ya sean de izquierda, o de derecha. Que contribuyeron a instaurar una plataforma débil e inestable, en los cimientos socio-económicos y políticos de América Latina, Europa, Asia y África. Estos regímenes totalitarios tenían muchas similitudes, sobre todo un control insaciable de poder, un ímpetu progresivo a la malignidad. “La mente de un dictador”. https://www.psychologytoday.com/experts/james-fallon-phd-0

Al fin y al cabo la diferencia entre un psicópata y un dictador es el equilibrio entre instintos, intereses, ambiente y sus emociones. Incluyendo carencia de compasión, empatía, y honestidad. Estructuras y químicas que modifican los pensamientos, como los sentimientos narcisistas y ególatras. Una combinación de genes, comportamiento y ambiente.

Hoy más que nunca en estas peculiares elecciones presidenciales del 2016, llamándoles las de Aquí en esta gran nación del norte. Donde en la mayoría de sus colectividades, por tradición sus instituciones han prevalecido estables, y han sido respetadas. Actualmente sus participantes han sido trastornados de una manera contraproducente en el tiempo, y espacio de su historia. Por lo tanto encontramos un gran peligro en tomar decisiones desacertadas en esta contienda electoral.

Llamándoles las de Allá, a nuestra América Latina, por el contrario en su ámbito político, desafortunadamente desde tiempos de la colonia muestran que sus
instituciones, han estado plagadas de vicios. Evitando así un éxito económico, y equidad social. Actualmente  sobresalen con un alto desarrollo socioeconómico
sostenible Uruguay, Chile, Costa Rica, Panamá, más recientemente Perú.

Por lo tanto me atrevería a comentar, que las naciones fracasan indudablemente por un mal manejo de sus instituciones, pero estas mismas han tenido un
contaminado manejo por sus comunidades, quienes son sus habitantes, su pueblo, su idiosincrasia…

Enfatizo, lo que se percibe como bueno o malo se mantiene, y se promueve en una sociedad por sí misma. Somos nosotros las sociedades, y comunidades quienes hemos originado fantasmas, quienes luego nos asustan e inclusive pueden ser los que inician nuestro funeral.

Por qué las naciones fracasan un interesante ensayo, que va más allá de una opinión, es tu experiencia, la mía, y la de todos, la que sin lugar a dudas orquestara el entorno en nuestras futuras generaciones a seguir.

Todas estas respuestas están ahí en la esencia de nuestras memorias y es deber de cada identidad ciudadana, que las reconozca e identifique. Tome conciencia y promueva nuevos pensamientos filosóficos y políticos.

Mi esperanza está siempre en nuestros jóvenes los que pueden y deben cambiar esta cruel asimetría socio-política-cultural, que tristemente ha mellado
nuestro sentir y evolución. ¿Será tu sapiencia/ que reboce en tu triunfal amanecer?

La autora es escritora/ consultora.

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