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Minicuentos de Bayardo Quinto Núñez

Las calles del barrio son estrechas, sinuosas, muy sucias, la gente tira desechos a ella. Calles rudimentarias, su única intención es de conducirnos a nuestro destino.

EL RESTO ES SUGERENCIA

Las calles del barrio son estrechas, sinuosas, muy sucias, la gente tira desechos a ella. Calles rudimentarias, su única intención es de conducirnos a nuestro destino. Una fuerza que actúa sin tomar en cuenta sus intenciones, y el aroma de unos de los desechos inunda el ambiente. José acercó mis pasos a los suyos, imperando el ambiente. Ja, ja, le perdonaste la vida, le dijo los pies a la calle descalza.

Escribiste con frases demasiado cortas, que hace una escritura telegráfica, contestó la calle pisoteada por el deambular de los pasos de la gente y los vehículos.

Replicó José, en tu primer párrafo es verdad que nos conduces a nuestro destino, la vida o la muerte. Claro, no podría decir eso, y si bien hasta ese momento no se sabe quién es, hay que ajustar el registro al personaje para no confundir al lector, replicó la calle. El resto son sugerencias o imponencia. Pero siempre es calle y vida o muerte.

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TERMINÓ LA ORACIÓN

El tío José Ángel espetó un discurso, fue recibido con aplausos. Ustedes no es que sean inútiles para el pueblo, es triste, terminó la oración y la frase con un disparo al aire con su revólver. Desde el auditorio se escuchó que venga el diablo, era la voz gruesa de don Filemón. Mas ladrón sos vos, dijo Jacinto a José.

Cada amonestación era una invitación a más desorden. En ese momento los perros del vecindario ladraban y ladraban sin cesar, eran las ocho de la noche, y desde el cielo amenazaba con llover a torrenciales con una luna llena en todo su esplendor, que se observaba osca y furtiva en su mirar.

Al fin de cuentas, la asamblea terminó, todos exhalaban pasiones al resquebrajado beso de la noche, aunque eran hechos rústicos, pero misteriosos. Todos salieron descontentos, no llegaron a ningún acuerdo y era que el tipo José no entregó las cuentas, con su tenacidad de gran sinvergüenza.

Entonces, un visitante dijo en altas y claras voces, el próximo mes inviten a satanás, tal vez este entregue cuentas claras.

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