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Hambre Cero

Yahaira Hernández le da de comer a La Parda, la vaca que le dieron como parte del bono productivo alimentario. LAPRENSA/ Jader Flores

El programa Hambre Cero es un paliativo para sus beneficiarias

El Programa Hambre Cero ha puesto comida en la mesa de las beneficiarias, pero no las ha logrado sacar de las penurias en las que viven.

La Parda se acerca con miedo. Es claro que su reacción no es la misma ante la presencia de extraños. Yahaira Hernández, jefa de familia y madre soltera de un niño, se le aproxima llevando una taza con sal. La Parda se anima. Junto a ella viene su cría, La Cachona. Dos vacas más y un pequeño ternero se acercan también a Yahaira. Pero La Parda es especial para Yahaira. Fue la vaca que le dieron allá por 2007, cuando ella fue de las primeras cien beneficiadas para recibir el Bono Productivo Alimentario en Río Blanco, Matagalpa

El bono es el componente principal del programa insignia del gobierno del presidente inconstitucional Daniel Ortega, denominado por el mismo mandatario como Hambre Cero. Junto a Yahaira fueron 670 beneficiarias del programa en Matagalpa en 2007, de acuerdo con cifras oficiales. El componente del bono variaba, según la cantidad de tierras que poseía la familia beneficiada.

Junto a La Parda también vinieron diez gallinas, dos pelibuey, una cerda “cubierta” (preñada), alambre y alimento para los animales. Ocho años después, La Parda sigue siendo el principal motor de la economía de la familia de Yahaira Hernández. Ha tenido dos partos. El primer ternero fue vendido. La Cachona, nacida en el segundo parto, está llamada a ser la que sustituya a La Parda.

Las gallinas fueron intercambiadas por Yahaira por gallinas indias. Las primeras (que eran de granja) tuvieron “murriña” porque no estaban acostumbradas a la vida en el campo. Los cerdos y los pelibuey fueron vendidos también, con eso se compraron otros animales que hoy todavía siguen con Yahaira.

Hambre Cero

Siguen siendo una familia pobre. Yahaira reconoce que su subsistencia depende principalmente de lo que puedan darle sus animales. No tiene un empleo fijo que garantice un ingreso constante, y aún así ella es la que carga con la mayor responsabilidad económica de su familia. Pero, no duda en afirmar que el bono fue de gran ayuda en su vida, porque con este pudo garantizar la alimentación de ella, su mamá, su hijo y otros dos miembros de la familia que viven con ella.

“Uy claro que el bono sí me ayudó, cómo no me va ayudar si con eso ya por lo menos pudimos sacar la comidita para la familia y sacar cosas para vender y ahí estamos, luchando todos los días”, dice.

EL SUSTENTO FAMILIAR

Sin embargo, más allá de la “comidita para la familia”, el hecho de ser una de las primeras beneficiadas del Hambre Cero no ha cambiado sustancialmente la vida de Yahaira. Sus ingresos no han sido suficientes para mejorar su vivienda por ejemplo o convertirse en autosuficiente económicamente.

“El bono del Gobierno fue una gran ayuda, pero me gustaría ver si ahora nos pueden ayudar a legalizar la tierra para que podamos trabajarla tranquila. La cooperativa ayudó mucho para aprender a manejar el bono, nos dio capacitaciones que nos sirvieron bastante”, añade.

Yahaira es asociada a la Cooperativa Agropecuaria de Mujeres de Río Blanco, que ha sido un factor clave en el manejo del bono productivo. Fue por medio de esta cooperativa que ella ha recibido capacitaciones para manejar a los animales y aprender a hacer derivados de la leche que le ofrece La Parda, como queso, cuajada y crema.

“Gracias a la cooperativa es que yo aprendí a hacer muchas cosas con la leche, como queso y crema, y me ayudaron también a capacitarme para cuidar a los animales”, cuenta.

SIN SEGUIMIENTO DEL GOBIERNO

Yahaira Hernández confió que luego de que fuese beneficiada por el bono, no ha recibido visita de algún técnico o empleado de Gobierno para ver como le ha ido con el mismo. No ha tenido un seguimiento de parte de las autoridades sobre el manejo del bono.

Sin embargo, las mujeres de las cooperativas sí han estado pendientes de revisar si las capacitaciones que le han brindado se han aplicado en la economía familiar de la casa de Yahaira.

“Sé que han habido casos de mujeres que han vendido las cosas del bono o se las comieron, pero aquí gracias al apoyo de las compañeras hemos aprendido a cuidar bien las cosas que nos dieron con el bono. Pero del Gobierno no han venido a ver cómo me ha ido”, menciona.

Info Hambre Cero1

DEL BONO, YA NO QUEDA NADA

De la humilde vivienda de madera y plástico sale Juan Ramón García Zeledón. Le explicamos el motivo de nuestra visita y llama a su compañera, María Elsa García Hernández. Igual que Yahaira, ella fue de las primeras beneficiarias del bono productivo alimentario en la zona de San Ramón, Matagalpa. De aquel bono que le dieron en 2008, ya no tiene nada.

María Elsa no recibió una vaca, pero sí le dieron cuatro pelibueyes, dos cerdos, diez gallinas y cereal para los animales. “No sé por qué no me dieron la vaca, porque yo tengo más de una manzana de tierra. Me dijeron que me la iban a dar, pero después ya nada me dijeron”, cuenta.

“Los pelibueyes los tuve que vender, porque viera qué animalitos más necios. Por todos lados andaban brincando y haciendo desastres y la malla que me dieron no era buena para controlarlos. Por eso los tuve que vender. Las gallinas se me murieron, se amurriñaron, porque esas gallinas no eran buenas, no eran gallinas de monte”, nos relata.

La cerda tuvo dos partos. Las crías se vendieron y el dinero se usó para comprar alimentos para la familia. Juan Ramón no tiene un empleo fijo y su nivel de escolaridad es de tercer grado. Su trabajo es el machete. Para esto se auxiliaba de una vieja yegua comprada con el dinero de la venta del último parto de cerdos. Fue la última vez que la cerda pudo parir. Luego se puso enferma y no se tuvo más opción de venderla. Al final, solo la vieja yegua sigue en la casa y es la que sirve para conseguir la comida.

GALLINAS SE “AMURRIÑAN”

“A mí me da pesar que se me hayan fregado los animales, pero es que ellos dan unas gallinas que se amurriñan con todo, no es como la gallina india. Además, cuando aquí vino un técnico del Gobierno y le conté lo que pasó con las gallinas, me dijo, ni modo, se le murieron. Después de eso no he recibido más ayuda”, continúa María Elsa.

Sin embargo, pese a su mala suerte, María Elsa dice que el bono es una “bendición”, pero también lamenta que el Gobierno no les haya enseñado cómo cuidarlo mejor.

“Pues sí es algo muy bueno. Con eso le di de comer a mi familia. Tal vez si me hubiesen ayudado más a cuidar a los animales, tal vez ahí no se me hubieran fregado. Espero que el Gobierno siga dando bonos, y nos ayude con otro para seguir adelante”, añade.

Los testimonios de Yahaira Hernández y María Elsa García muestran los resultados paralelos que ha mostrado el programa del bono productivo alimentario en aquellas zonas en que fue distribuido desde el principio de la iniciativa en 2007. En menor o mayor término, las beneficiarias no han logrado salir del círculo de pobreza, pero el bono ha sido un paliativo que ha garantizado el sustento alimentario de estas familias.

Es evidente que las instituciones gubernamentales ejecutoras del programa no han desarrollado un seguimiento con las beneficiarias del bono para constatar o apoyar su buen manejo.

Un factor determinante en el buen o mal uso del bono es la organización comunitaria de las mujeres. Es evidente que aquellas mujeres que han contado con el apoyo de cooperativas comunitarias han sabido sacarle mejor provecho al bono productivo, ante la falta de seguimiento del Gobierno.

Hambre Cero

IMPACTO MODERADO

Una investigación publicada por el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) en mayo pasado, reveló que el Programa Hambre Cero no tiene el impacto social pregonado por el gobierno de Nicaragua.

Según el estudio, el programa tiene un 35 por ciento de fuga, es decir, que los componentes del bono no son recibidos por familias en pobreza, sino que debido a fallas en su ejecución son entregados a otros estratos. “Son entregados a familias que no son pobres”, cita el mismo informe.

Otro estudio del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp) en julio del año pasado reveló que debido a recortes presupuestarios y otros ajustes, desde 2007 al 2015, 12 mil familias pobres han quedado fuera del programa del bono productivo.

El estudio del Icefi establece que un 65.1 por ciento de la población en pobreza (es decir con un ingreso menor a cuatro dólares diarios) es beneficiado con el programa.

Este mismo estudio determinó que por zonas urbanas y rurales de Nicaragua, las fugas del programa son del 55.3 y 32.8 por ciento respectivamente.

PROBLEMA DE FOCALIZACIÓN

Además, igualmente llama la atención sobre lo que se denomina “problema de focalización”, es decir que los beneficios del programa estarían desviándose a las zonas urbanas, cuando fue un programa pensando para beneficiar al campesinado del país.

“Un resultado que llama la atención es que el Programa Hambre Cero evidencia ser un programa no propobre y progresivo solo en términos relativos, lo cual podría estar indicando graves problemas de focalización”, cita el estudio del Icefi.

El estudio reitera que el programa falla en enfocarse en un grupo en particular a los establecidos, de acuerdo con su nivel de ingreso económico diario.

El Hambre Cero atiende sin un orden lógico o estadístico a sectores que van desde aquellos pobladores que tienen ingresos menores a 1.25 dólares diarios, pasando por aquellos con ingresos menores a 2.5 dólares diarios, los que reciben menos de cuatro dólares diarios e incluso cubriendo a aquellos con ingresos mayores a los cuatro dólares diarios.

“El Hambre Cero contribuye positivamente a mejorar el ingreso, pero su aporte es poco significativo y focalizado en el área rural; los grupos de bajos ingresos que se benefician de él son los primeros tres (de menor a mayor ingreso diario) del área rural, añade el estudio del Icefi.

BANCOS NO LAS TOMAN EN CUENTA

Adilia del Socorro Vega preside la Cooperativa Agropecuaria de la Producción de la Mujeres Productoras de Río Blanco, la misma que capacitó a Yahaira Hernández. Reconoce que aunque el programa no ha tenido la efectividad esperada por el Gobierno para disminuir los márgenes de pobreza de las beneficiarias, es evidente que el bono le brinda una oportunidad económica a sectores que no son tomados en cuenta por la banca tradicional.

“Es un programa que viene a ayudar muchísimo a las familias más pobres que no tienen acceso a un préstamo bancario. Nunca una persona que tenga una manzana (de tierra) el banco le va a tomar en cuenta y siempre pone miles de trabas para dar un financiamiento. Creo que es un programa que vale la pena continuar ejecutándolo y darle una mejor asistencia técnica, porque lo primero que debería hacerse es motivar a las personas a que se les va a dar este tipo de proyectos, cómo ellas puedan garantizar la alimentación, el cuido y el manejo que le tienen que dar a esa vaca, por ejemplo”, opinó.

Socorro Vega estima que el programa tiene que ser fortalecido en promover la siembra de semillas, cuyo cultivo pueda estar más al alcance de ser cosechado por las beneficiarias y que para lo mismo no sea necesario tener una gran cantidad de tierras.

Igual considera que el programa tiene que tomar en cuenta a líderes comunitarios para seleccionar a las familias beneficiarias, aunque sí aclara que desde su perspectiva, la escogencia de estas ha sido sin tomar sesgo político o partidario.

“Quienes deciden sobre a quién van a beneficiar con la entrega de bonos productivos deben más que todo saber especificar a las familias a la hora de la selección. Ver detalles como si esta familia tiene tierras, si tiene alguien que le alquile tierras. No ponerle tantas trabas sobre si las beneficiarias tienen una mamá o un papá, un hermano. Creo que son las oportunidades que hay que darle y no puede ser tan estricto el programa en determinar que si no tienen tierras, no les dan”, añadió.

Yahaira Hernández, María Elsa García Hernández y Adilia del Socorro Vega confirmaron a este Diario que la coordinación en la entrega de los bonos es manejada por los Gabinetes de la Familia de Río Blanco y San Ramón. Sin embargo, ningún miembro de estas organizaciones estuvo disponible para ser entrevistado por este Diario.

115,696 familias habrían sido las beneficiarias del 2007 al 2013 del bono productivo alimentario en todas sus modalidades, de acuerdo con un informe del Mefcca al que tuvo acceso LA PRENSA.

INESTABILIDAD EN LOS EJECUTORES DEL PROGRAMA

El programa Hambre Cero fue lanzado en mayo del 2007, en la remota comunidad de Raití, Bocay, en un acto al que solo fueron invitados medios controlados por la familia presidencial. Sin embargo, los primeros bonos fueron entregados en comunidades de Río Blanco, San Ramón, Muy Muy y Matiguás, en Matagalpa, por ser consideradas zonas altamente productivas.

El sociólogo sandinista Orlando Núñez Soto es el ideólogo del Hambre Cero y estuvo a cargo del Consejo de Seguridad y Soberanía Alimentaria, entidad a cargo de ejecutar el desarrollo del programa durante sus inicios. Sin embargo, Núñez Soto fue removido del cargo y posteriormente nombrado asesor para Asuntos Sociales del presidente inconstitucional Daniel Ortega. Pese a nuestros diversos intentos, Núñez Soto no estuvo disponible para este reportaje.

El financiamiento del programa se ha sostenido por medio de un préstamo de 20 millones de dólares aportado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) concertado a finales del 2009, y que estaba programado a ser desembolsado a lo largo de cinco años.

El programa estuvo pocos meses bajo la coordinación del Consejo de Seguridad y Soberanía Alimentaria. Luego pasó a manos del Ministerio Agropecuario y Forestal. En 2013, pasó a ser manejado por el entonces recién creado Ministerio de Economía Familiar, Comunitaria, Cooperativa y Asociativa (Mefcca).

El año pasado el Mefcca atravesó una severa crisis que significó el despido de dos de sus titulares, además de al menos 40 empleados de la institución. Se señaló al sindicalista y diputado sandinista Gustavo Porras de ser quien estaba detrás de la “barrida”, y que él supuestamente es el verdadero poder a lo interno del ministerio.

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COMENTARIOS

  1. Valladares
    Hace 8 años

    El programa del todo no es malo, sin embargo hay q capacitar mentes y manos al pobre, no se puede dar todo servido, por eso nunca acaba el clientelismo. Quizas ha faltado focalizacion de cada región y así apalear las situación económica. Hay mucho q discutir y corregir, no hay sociedad perfecta. Saludos

  2. juan
    Hace 8 años

    nunca fue una solucion para ls problemas pero es mejor tener hambre zero que morirse de hambre como antes lo hacian los campesinos del Tuma la Dalia

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