En el siglo XVIII el mundo no era tan conflictivo, corrupto, bélico ni plagado de tantos seres que llevaban genes con signo y símbolo de destrucción y muerte, sustentados en patología esquizofrénica o paranoica.
Pero en el siglo siguiente dos guerras mundiales asolaron a la humanidad por la ambición de líderes de potencias mundiales que querían imponer sus doctrinas, sistemas políticos y económicos en otros países.
Los siglos XX y XXI han sido desastrosos para el mundo y el planeta Tierra y sus habitantes son los que han sufrido las peores consecuencias.
Más guerras con nueva tecnología, más ambiciosos, más muertes y más dictadores con genes desequilibrados para cometer errores y horrores, sin importarles que los pueblos sufren hambre, sed y carencia de lo más preciado, como es la libertad en todas las formas.
Ejemplos son las invasiones a Iraq, Libia, Afganistán y otros países, donde la muerte ha sido el denominador común.
Estos conflictos bélicos, en vez de terminar, más bien se multiplican e intensifican en los últimos años y meses. Ahí están los frentes de guerra sin que nadie pueda detener estos genocidios.
Y lo asombroso es que medios de comunicación, especialmente internet, están sirviendo de vehículo complementario para reclutar a jóvenes para la guerra, para contactar, amenazar y hasta matar a alguien que no le simpatiza a determinado psicópata que transita por las redes internacionales a manera de hacker.
La situación se está volviendo insostenible, incontrolable y temeraria, donde los criminales, dictadores y otros psicópatas envían mensajes amenazadores a sus pueblos y víctimas.
Estados Unidos (EE.UU.) es el mejor ejemplo, donde los ciudadanos están sufriendo las peores consecuencias del terror que están imponiendo los que quieren destruir a la nación que ha sido muestra de respeto a la democracia, derechos humanos y de todas las libertades del ser humano.
Hoy los de pensamiento y conducta torcida llegan a esta nación y con la complicidad de algunos que ahí viven se han empecinado en causar el mal en cualquier sitio y de cualquier forma.
Bombas en sitios de gran concentración de ciudadanos, en medios de transporte colectivo terrestre y aéreo, son sitios escogidos por los terroristas para matar y destruir.
No escapan artistas, deportistas, cantantes, trabajadores y muchos otros civiles inocentes que se ganan el pan de cada día con su trabajo digno y honrado.
Pero los seres sin escrúpulos ni conciencia están dispuestos a destruir a la nación que ha sido la potencia económica, política y militar del mundo, y que a pesar de sus múltiples intervenciones en otros países, ha logrado mantener un equilibrio en el mundo mediante el respeto a instituciones como OEA, ONU, FMI y otras.
Sin embargo, en el mismo EE.UU., la situación no anda bien en los últimos años y meses, especialmente en lo relativo a los debates entre los candidatos a la presidencia de la nación.
Se han ofendido y exteriorizado datos de corrupción de su vida política, personal y profesional, lo que ha causado desconfianza entre los electores que concurrirán a las urnas el próximo mes de noviembre de este año.
No se puede obviar que en algunos de los candidatos hay expresiones fuera de tono y ponen de manifiesto cierto grado de desequilibrio personal.
Sin embargo, gran mayoría de los votantes son personas que han entendido la situación que se está viviendo en esta nación y en otras partes del mundo.
Ojalá los nuevos gobiernos traten de ayudar a sus pueblos y no permitan que individuos ajenos a sus naciones destruyan su sistema de gobierno, sobre todo cuando se basan en los principios de igualdad, libertad y legalidad.
Los psicópatas de genes patológicos siguen en su afán de destruir a grandes naciones con grandes recursos humanos y naturales, como Francia, Siria, Libia, Iraq, EE.UU., y otros importantes países.
Los pueblos de los países agredidos no deben dejar que extraños de ideas extremistas y saturadas de signos de desequilibrio mental se apoderen de sus naciones. De lo contrario el panorama que se vislumbra es de destrucción, desolación y muerte del planeta Tierra por culpa de los tiranos que apoyan a los psicópatas y sus seguidores.
El autor es médico.