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ciudadanía, libertad
Chester Membreño

Tras los pasos de Venezuela

En Nicaragua se podría llegar a sufrir el desabastecimiento de productos y servicios básicos y crisis humanitaria de hambre que sufre Venezuela. En esta reciente sequía por el fenómeno de El Niño el agua de consumo humano y el agua de riego para producción ha escaseado. En Nicaragua al igual que en Venezuela, la carencia fue no solo por la sequía sino por la falta de inversión en infraestructura. El populismo de Ortega ha usado a la empresa Enacal como medio de campaña proselitista, condonando deudas de forma masiva a sus partidarios y eso tiene a Enacal en un estado calamitoso.

Por otro lado, la caída de los precios internacionales del petróleo y la crisis humanitaria de hambre que persiste en el país sudamericano ya está perjudicando la economía nacional, especialmente con el encarecimiento de los costos de producción. Ortega ante la falta de financiamiento de sus “programas sociales” (llámense clientelistas)  no dudará en incrementar aún más los precios de los combustibles, a un precio cuasi confiscatorio de los salarios del pueblo.

La alianza empresa privada y el Estado es un arma de doble filo. Si bien es cierto para la empresa privada es un espacio de exponer sus intereses e inquietudes, también es cierto que en una sector privado dócil y sumiso es mudo ante un gobierno autoritario y se crea una pared, un muro de aislamiento de estas instituciones corporativas ante la voz de un pueblo que clama por una verdadera mejoría de sus vidas y salarios. Al mismo informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre el deterioro del clima de negocios en el país afectado por el deterioro del Estado de Derecho, expulsión de funcionarios estadounidenses y de otras nacionalidades, y el presidente de Cosep se hace oídos sordos de esta grave situación.

Pero lo más grave ha sido el tema de la confiscación a manos de Ortega de la voluntad popular, confiscación del camino cívico y democrático para decidir los designios del país. Con la prohibición de la observación electoral internacional y el despojo de la representación legal y casilla electoral del PLI a la verdadera oposición,  las elecciones de noviembre perdieron toda legitimidad.

La destrucción institucional en Nicaragua ha sido similar a la de Venezuela, la sumisión de los poderes del Estado, la burla al imperio de la ley, la acumulación de poder en manos del gobernante similar a Maduro y Hugo Chávez es una situación grave que además de perjudicar la seguridad jurídica y las inversiones, destruye la imagen país. En lugar de ser un país de leyes y garantías hay un estado autoritario y trasnochado que podría sufrir sanciones económicas y aislamiento internacional.

La cercanía del FSLN con regímenes de línea dura contra los Estados Unidos, como Rusia o China y el descaro dictatorial de Ortega, en el caso de la nueva administración estadounidense, sea Trump o Clinton que suspendió la Cuenta Reto del Milenio por el fraude electoral del 2011, no pasará desapercibido. Así la inversión podría huir de nuestra nación, y no digan que es negativismo politiquero, ya que es lógico que el capitalismo y los inversionistas huyen de un estado forajido como es el camino que lleva nuestro país con Ortega.
El autor es abogado.

Opinión
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