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Roberto Sansón

La industria de la construcción

Para la mayoría de los economistas del Banco Interamericano de Desarrollo, la ausencia de una infraestructura adecuada, así como la provisión ineficiente de servicios de infraestructura, constituyen obstáculos de primer orden para la implementación eficaz de políticas de desarrollo y la obtención de tasas de crecimiento económico que superen los promedios internacionales. Ese es el caso de Nicaragua.

Revisando el plan nacional de vivienda, en los últimos cinco años se han construido (o mejorado) 75 mil casas en todo el país, y si bien es cierto esta cifra luce como un número importante, estamos lejos de cubrir el déficit de 900 mil viviendas que se necesitan en Nicaragua; según el informe reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), nuestro país tiene el déficit más grande de vivienda en América Latina y el Caribe. El 78 por ciento de las familias nicaragüenses no posee un hogar digno al carecer de estructura básica para el acceso al agua potable, energía eléctrica, servicios sanitarios, un piso y materiales adecuados o suficiente espacio para la cantidad de personas que la habitan, y es precisamente por ello que la industria de la construcción es relevante.

Todo ello sin olvidar que detrás de la industria de la construcción se beneficia un buen número de personas que trabajan día a día con dedicación y pasión para hacer de nuestro país un lugar funcional y estético. Hablamos de arquitectos, constructores, diseñadores, ingenieros civiles, decoradores, entre otros, que —junto con su equipo y lo más importante, los obreros de la construcción— hacen posible mejorar la calidad de la infraestructura de nuestras ciudades, especialmente en Managua, donde ya más de un millón 200 mil personas habitan y que requieren de nuevas vías de acceso, áreas verdes y servicios sociales.

La generación de empleos, que son mejor remunerados que el resto de sectores en nuestra economía, registran —según la Cámara de la Construcción una afiliación al primer semestre del 2016— de 29,665 obreros; lo que equivale a más de 150 mil personas beneficiadas directamente, lo que conlleva igualmente a miles de nicaragüenses que participan en el sistema de seguridad social, haciendo más digna la vida de los trabajadores y sus familiares, así como la esperanza en una pensión digna para cuando llegue el momento de la jubilación.

Tenemos sí, muchos retos por delante. Uno de ellos —y que ha sido objeto de conversaciones con el secretario general de la CST, Roberto González en diversas oportunidades— es la necesidad de formar y capacitar a la mano de obra nacional, así como la formación en carreras técnicas que demande el sector, así como la importancia de promover políticas que incentiven la repatriación de nuestros compatriotas que han abandonado el país para trabajar en la industria de la construcción en los países vecinos, especialmente en Costa Rica y Panamá.

La participación —recientemente— de más de cien empresas vinculadas al sector en la exitosa Feria de la Construcción celebrada en Managua, es un ejemplo de la diversidad de oferta de productos y nuevas tecnologías que promueven la competitividad y mejores precios, beneficiando al consumidor. Tenemos un futuro por delante. Lo que necesitamos es que nos dejen promover inversiones para generar más empleos, para que más ciudadanos vivan con dignidad. Eso creemos nosotros en AmCham y por ello estamos trabajando.
El autor es presidente de Amcham.

Opinión
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