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Obesidad infantil

“La mayoría de los niños en edad escolar necesitan entre 1,600 y 2,200 calorías al día para crecer, aunque esta cantidad puede variar en función de su edad y la actividad física realizada”, según el nutricionista Rubén Bravo.

Obesidad infantil, los buenos hábitos inician en la casa

“Proponer un listado de alimentos para que el hijo elija los que desea durante esa semana le hará participar de la elaboración del menú y la compra semanal, y fomentará su responsabilidad frente a su alimentación, aumentando su autonomía y autocontrol y crecerá habiendo elegido qué comer”, señalan los nutricionistas.

Tener un desayuno equilibrado. Controlar las cantidades de azúcar. Realizar una hora de actividad física a diario. Beber abundante agua. Reducir el tiempo delante el televisor. Preparar un menú saludable adecuado a los requerimientos de la edad. Son algunos consejos prácticos para combatir, desde casa, la obesidad de los niños durante su etapa de crecimiento que proporcionan especialistas en Nutrición y psicólogos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

“La obesidad infantil, que antes era considerada algo propio de los países desarrollados, cobra cada vez más fuerza en los países de ingresos bajos y medianos, debido al sedentarismo y la mala alimentación que acompañan los procesos de globalización”, apunta Rubén Bravo, especialista en Nutrición y portavoz de este instituto.

Una de las claves para reducir este problema es “predicar con el buen ejemplo y hacer las cosas bien en casa, para asentar las bases de una saludable relación con la comida a lo largo de nuestra vida”, expresa Bravo.

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ETAPA MÁS CRUCIAL DE LA INFANCIA

“Desde los 2 a los 12 años los niños aprenden los hábitos alimentarios que les influenciarán, de forma consciente e inconsciente, el resto de su vida, estableciendo unos complejos puentes neurales que les hará profundizar en sus gustos hacia unos u otros alimentos que, a partir de la adolescencia, será más complicado cambiar”, señala Bravo.

“Una educación activa alimentaria en la época de la infancia es fundamental, al igual que lo es el inculcar hábitos hacia la actividad física y la práctica del deporte”, añade.

Según Bravo, los estudios indican que el sesenta por ciento de los niños obesos mantendrán su obesidad en su edad adulta, por lo que “es importante que en esta etapa de la niñez los padres se centren en el aprendizaje a través de la práctica repetida y a través del ejemplo por parte de los adultos, para formar a la larga unos hábitos saludables instaurados en el niño”.

TOME EN CUENTA

Para combatir la obesidad infantil desde casa la nutricionista del IMEO Andrea Marqués, recomienda:

1. Tomar un desayuno equilibrado, que priorice alimentos de absorción lenta y asegure flujo de energía suficiente para el rendimiento escolar durante toda la mañana.

2. Respecto del azúcar, un niño con una dieta de 1,750 calorías, no debería sobrepasar los 37 gramos de esta sustancia al día (unas nueve cucharitas de café), aunque lo ideal es que esta cantidad se redujera a la mitad, según la nutricionista.

3. Sin embargo el problema no es el azúcar añadido, sino el oculto que figura en el etiquetado con los “sobrenombres de jarabe de maíz de alta fructosa, concentrado de zumo de fruta, sacarosa, glucosa, dextrosa, jugo de caña, malta, melazas, lactosa, miel, etil maltol y maltodextrina”, añade Marqués.

4. “Hace falta que el niño realice actividad física deportiva al menos una hora a diario, unas cuatro veces a la semana, enseñándole que puede entrenar por diversión jugando al futbol, baloncesto o voleibol, deportes de equipo que contribuyen a la socialización y son beneficiosos para el autoestima”, explica.

5. Además, según Marqués, el ejercicio físico requiere de buenos niveles de hidratación y abundantes cantidades de agua, así como dormir entre 9 y 10 horas al día para la reparación celular.

6. “Asimismo, enseñar a un niño porqué le conviene más un alimento que otro y en qué momento del día, le dará claves para gestionar su estado físico y emocional en el futuro”, según Bravo. Añade que se debe enseñar a degustar las cantidades justas en casa y fuera, así como “nunca emplear alimentos como premio o castigo, porque podrían asociar los dulces como alimentos buenos y las frutas o verduras como alimentos malos”.

INCULQUE BUENOS HÁBITOS

“La mejor manera de persuadir a los niños es predicar con el ejemplo de tener unos hábitos saludables, ya que los padres son los principales modelos de referencia de los hijos, que imitan sus acciones en la infancia”, explica Alejandra Alonso, psicóloga del IMEO.

Si esto no fuera así o para reforzar aún más el aprendizaje Alonso aconseja “utilizar algún ídolo de su hijo/a como ejemplo y modelo saludable a seguir: un superhéroe, un deportista conocido o alguien cercano como un tío, una prima o el abuelo”.

Alonso considera de vital importancia dar al niño la información nutricional, ya que así se le aportan conocimientos necesarios para que participe y sea responsable de su comportamiento alimentario.

“Proponer un listado de alimentos para que el hijo elija los que desea durante esa semana le hará participar de la elaboración del menú y la compra semanal, y fomentará su responsabilidad frente a su alimentación, aumentando su autonomía y autocontrol y crecerá habiendo elegido qué comer”, señala.

La psicóloga Alonso recomienda “aplicar esto mismo con la actividad física, dejándoles elegirla y/o realizándola en familia” y también sugiere: “durante el fin de semana sería conveniente realizar, al menos, una actividad lúdica en familia que implique estar físicamente activo, para facilitar que los niños den un sentido positivo al ejercicio”.

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MENÚ DE UN NIÑO

La nutricionista Andrea Marqués enumera algunas claves, basadas en la Pirámide Nutricional del IMEO, para configurar un menú infantil equilibrado y saludable:

Cinco comidas al día. Distribuidas en las tres principales (desayuno, comida y cena) y dos secundarias (media mañana y merienda).

Cinco raciones diarias de frutas y verduras. Incluyendo hortalizas, preferiblemente de agricultura ecológica cultivada en las proximidades y de temporada.

Cuatro raciones diarias de carbohidratos. Cereales, pan, pasta, arroz, legumbres o patatas, tomadas en todas las comidas excepto en la cena.

Tres raciones diarias de proteínas y lácteos. Pescado, huevos, carnes y lácteos, ricos en calcio y vitamina D que participan en la formación de estructuras óseas durante el crecimiento.

Dos raciones diarias de grasas saludables. Frutos secos y aceite de oliva.

Una ración semanal. El consumo de bollería, dulces, refrescos y chips (aperitivos), debe limitarse a una a dos raciones semanales, por su poder adictivo y elevadas dosis de azúcar.

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