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Kazuto Ioka consiguió exitosamente la tercera defensa de su título mundial de las 112 libras de la AMB. LA PRENSA/AFP

Keyvin Lara fue más de lo que se esperaba ante Kazuto Ioka

Keyvin Lara se mecía como una hamaca, era un cuerpo sin huesos, parecía que jugaba al trapecista balanceándose sobre sus pies. Esa fue la última imagen que dejó la derrota del chinandegano ante el campeón de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), el japonés Kazuto Ioka

Keyvin Lara se mecía como una hamaca, era un cuerpo sin huesos, parecía que jugaba al trapecista balanceándose sobre sus pies. Esa fue la última imagen que dejó la derrota del chinandegano ante el campeón de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), el japonés Kazuto Ioka, tras ser noqueado en el undécimo asalto del combate. Sin embargo, el desenlace no es la representación de la reyerta. Ahí se olvidan los rounds insistentes y agresivos del nicaragüense desde el campanazo inicial, y como consecuencia el nipón sufría al no poder desplazarse ni desarrollarse a su antojo.

Lara sacó ventaja en los primeros cuatro asaltos, nadie dijo que sería fácil, soportó la mano izquierda del campeón en gancho al hígado y en cruzado al rostro, pero aun así seguía como si no pasara nada. Ioka por momentos se veía desesperado, no sabía que hacer contra una máquina de tirar golpes, sin embargo, en el sexto asalto, la esquina de Ioka lo mandó a olvidar la cabeza de Lara y cambió la mira al hígado. Eso reformó todo. La zurda del japonés transformó el panorama, empezó el desgaste del nicaragüense, mientras se resentía al recibir esa mano con potencia e Ioka supo que la pegada de Lara no era lo suficientemente fuerte para noquearlo, así que descubrió su rostro y atacó abajo.

Por eso, el chinandegano logró ganar el séptimo y octavo asalto y castigar la frente del japonés y en una oportunidad hacerlo retroceder. Eso fue como alimentar al corderito antes de sacrificarlo y en el noveno, los indicios de clara superioridad por parte del nipón eran evidentes, en el décimo una derecha a la barbilla más el ataque insistente abajo lo hizo descansar en la lona. El muchacho resistía el castigo con orgullo hasta que la campana lo salvó. Luego se demostró que un minuto de descanso no fue lo justo para que Lara se recuperara, sino más bien salió por espíritu de guerrero, eso no duró mucho.

En ese asalto final, ver las piernas de Lara como hules sin control, causaban dolor por la ambición de un joven de 21 años que hizo todo lo que pudo por coronarse, brindó una presentación extraordinaria para las facultades que poseía, pero con todo y eso, en el boxeo sobresalen los que tienen corazón de guerrero, pegada y técnica. Keyvin Lara no nació ni con pegada ni con técnica, solo con el corazón de un verdadero gladiador.

Deportes AMB Kazuto Ioka Keyvin Lara archivo

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